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Diario YA


 

Héroe es el marido que lleva casi treinta años cuidando a su mujer inválida

MIS HÉROES

Carlos Rubio Romo. España fue la tierra de Viriato, de Indíbil y Mandonio, de Sagunto y de Numancia. España fue la tierra de Covadonga, de las Navas de Tolosa, de Guzmán el Bueno y del Cid. De Blas de Lezo, de Pizarro y de Hernán Cortés De los misioneros que evangelizaron medio planeta.

Del sitio de Zaragoza, del de Gerona y la del tamborcillo del Bruch De los héroes de Baler, del Alcázar de Toledo y del Santuario de Santa María de la Cabeza. ¿En qué se ha convertido nuestra patria hoy? ¿Qué queda de aquella estirpe? En un inmenso rebaño donde parece que ya no corre por nuestras venas la misma sangre de miles y miles de héroes conocidos y anónimos que durante siglos construyeron nuestra Historia y su grandeza.

De héroes generosos llamados a luchar y morir si necesario por fidelidad y por amor a unos ideales. Este rebaño no tiene hoy como modelos más que los que fabrica la telebasura que inunda todas las cadenas.

Los descendientes de los bravos que se batieron en la Armada invencible, en los Tercios de Flandes o en el Requeté no tienen otros héroes que Paquirrín o Belén Esteban, Ronaldo o Messi y ninguna otra aspiración que ingurgitar horas y horas de fútbol y de trapos sucios aireados sin ningún pudor. Este sistema político corrupto hasta la médula busca convertir a España es un inmenso patio de vecinos habitado sólo de “marujas” y de “manolos”.

Ese bodrio que sistemáticamente se emite en todas las cadenas tiene un fin: adormilar a todo un pueblo. Narcotizar a la nación. Tienen que matar nuestra alma rebelde, generosa, grande y convertir a los antaño bravos guerreros y ardientes misioneros en ovejas.

Así, nadie se rebelará contra los inumerables casos de corrupción de toda la castuza, contra la ruptura de nuestra patria, contra la inmensa tarea de ingeniería social a la que la castuza, obediente a sus jefes mandileros, se aplica sin descanso o las injusticias contra los más necesitados.

Los que nunca saldrán en la tele son los miles y miles de héroes anónimos que existen, claro que existen, pero cuyas vidas llena de virtudes no conviene airear no sea que la masa lanar se despierte.

Porque héroe es el misionero que dejó su patria hace veinte años y fue al Amazonas a abrir un hogar para niños abandonados. Allí les da de comer y una educación. Les da un futuro y hace que ellos vuelvan a sonreír.

Héroe es el marido que lleva casi treinta años cuidando a su mujer inválida. Que le es fiel y que irradia santidad, igual que ella. Que tuvo que trabajar y criar al mismo tiempo a sus tres hijos.

Heroína es la mujer con seis hijos que renunció a una vida profesional por criar una familia numerosa y seguir a su marido en sus diferentes destinos. Por ser fiel a su promesa el día del sacramento: “En lo bueno y en lo malo. En la salud y en la enfermedad”.

Heroína es la monjita hospitalaria que se consagró a Dios y a cuidar a enfermos psiquiátricos, rechazados por la sociedad y muchas veces hasta por sus familias.

Héroe es ese obrero que lleva treinta años en el mismo puesto, repitiendo todos los días los mismos gestos sin perder ni un ápice de la motivación del primer día y que ha compartido con su patrón los buenos y los malos momentos arrimando el hombro para contribuir a sacar la pequeña empresa adelante.

Heroína es esa joven titulada universitaria que no termina de encontrar un trabajo digno de su diploma. Pero que no baja los brazos ni un momento. Que no quiere ser una carga para sus padres y, por eso, no para de hacer pequeños trabajillos, continúa formándose y enviando curricula. Todo menos rendirse.

Heroína es esa viuda que perdió a su hijo hace diez años y a su marido hace cuatro y que ha superado el dolor desgarrador y la maldita depresión y dedica todo su tiempo libre a Cáritas.

Heroína es esa joven sanísima, ejemplar, trabajadora, que decide hacerse concejal de su pequeño pueblo para llevar a cabo la obligación del político católico: servir al Bien Común.

Héroe es ese señor que muchas veces salía muy serio en las fotos, de unos setenta años, que emigró un día del pueblo y a base de esfuerzo y de becas llegó a catedrático. Ese hombre se pasó su vida ayudando a los demás y siendo todo un ejemplo de vida para sus hijos.

Heroína es la mujer que rechaza asesinar a su hijo en su vientre porque le han dicho que seguro que tiene síndrome de Down. Es su hijo y le querrá con locura. Héroe es ese militar que entró en el Centro Nacional de Inteligencia hace quince años y ahora está sirviendo a su patria infiltrado en el avispero sirio. Nunca sabremos su nombre pero se está jugando el pellejo todos los días por evitar atentados musulmanes en nuestra patria.

Héroe es ese médico que a pesar de la cola kilométrica que tiene cada día en su consulta, hace creer a cada paciente que tiene todo el tiempo del mundo porque para él cada paciente es su hermano en Cristo y, por tanto, hijo de Dios. Es la vocación profesional encarnada.

Esos héroes nos recuerdan la grandeza de nuestra alma española que se manifestó en momentos inolvidables de nuestra Historia y que se manifiesta hoy en el día a día a pesar de todo. La que, gracias a ellos, no perecerá. Y si algún día hiciera falta una Agustina de Aragón o un Don Pelayo seguro que algunos de esos héroes anónimos tomarían el testigo. Abra los ojos, amable lector, porque seguro que hoy en la calle se ha cruzado con algún héroe anónimo.

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