Principal

Diario YA


 

Un odio que solo buscaba la destrucción total a sangre y fuego de toda huella católica en España

MÁRTIRES DE LA CRUZ ROJA

Fidel García Martínez

El martirio de tres  enfermeras  en un pueblo minero de Asturias, (Pola de Somiedo) es una de las muchas pruebas que dejan evidencia cómo el odio se  instaló en España contra la Iglesia Católica, durante los aciagos y terroríficos años 30 del siglo XX. Un odio que solo buscaba la destrucción total a sangre y fuego de toda huella católica en  España. Personas civiles o religiosas; hombres o mujeres, iglesias, conventos, ermitas, libros sagrados, ornamentos  y toda clase de instrumentos litúrgicos, cálices, patenas, vinajeras todo fue quemado o destruido. Un ejemplo de este odio hacia la iglesia católica y a sus miembros es el de las tres  enfermeras de Astorga. Su mayor delito fue ejercer su profesión de enfermeras en el hospital de Puerto de Somiedo ( Pola de Somiedo), a lo que se unía su profunda religiosidad sincera y comprometida. que excitó el odio total contra ellas por parte de los milicianos y milicionas que se cebaron en ellas con especial crueldad y sadismo.


María Pilar , Octavia y Olga, tuvieron la oportunidad de huir, optaron por cumplir con su vocación de enfermeras atendiendo a  heridos  que fueron fusilados y el personal sanitario apresado. A las tres hermanaas le esperaba le un vía crucis sangriento. El mismo  uniforme de la Cruz Roja, a la que pertenecían provocó en sus verdugos un odio atroz y terrible. Detenidas, fueron sometidas a vejaciones y humillaciones horrendas.  Ante las presiones y amanezas  para que renegaran de su fe y su actitud de firmeza, fueron detenidas,  se prepararon  con la  oración para lo que sería su ejecución monstruosa, desnudas fueron llevadas a un prado y al mediodía  el 28 de octubre de 1936 fueron fusiladas mientras proclaman unisonas ¡VIVA CRISTO REY! : tres mujeres milicianas, distribuyeron sus vestidos. Sus cuerpos fueron  profanados con brutal saña; abandonados  hasta la noche y arrojados en una fosa común cavada  por algunos hombres del pueblo, obligados por los milicianos. Hoy estas tres enfermeras han sido beatificas en su ciudad  familiar,  Astorga. La Santa Iglesia Catedral lució su mayor espledor litúrgico para celebrar el triunfo del amor sobre la muerte,  frente a la barbarie más brutal, para recoger las reliquias santas  de esas tres enfrrmeras. Las nuevas beatas  son un motivo para poner a  cada uno en su sitio en la cruel realidad de la persecución religiosa en España. Ellas, María Pilar Gullón, Octavia Iglesias, y Olga Pérez Monteserín son el triunfo de la tolerania, el amor y el perdón frente a la intolerancia, el odio y el revanchismo.
 

Etiquetas:persecución religiosa