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Diario YA


 

Han pasado, como digo, cuarenta años, y después de que los distintos gobiernos del PSOE y del PP hayan mimado al separatismo catalán

Nada es lo bastante grave

 Rafael Nieto. Una de las cosas más exasperantes del mundo de hoy es que ningún acontecimiento es suficientemente grave como para que pase algo. La manera como se relativiza hasta lo más sagrado, hasta aquello que toca a nuestra propia dignidad como personas, hace de la modernidad, posiblemente, la etapa más oscura y apocalíptica de cuantas ha vivido el hombre. Somos unos zombies satisfechos, unos espectros humanoides contentos de poder viajar a Torremolinos y pagar a plazos el coche mientras nos roban a Dios, y nos quitan el alma, la familia y la Patria. Y exhibimos orgullosos nuestros carnés de demócrata.

Esta semana ha ocurrido lo que algunos pocos españoles ilustres avisaron hace cuarenta años, cuando nadie les creía y todos les insultaban. Eran los primeros fachas después de la muerte de Franco. En la política, Blas Piñar, y en el periodismo, Antonio Izquierdo, Rafael García Serrano, Antonio Gibello, Ismael Medina, Ismael Herráiz, Jaime Campmany, Juan Blanco..., todos los de El Alcázar, todos los de Arriba y algunos del diario Pueblo. Y muy pocos más. Eran los apestados del Sistema, como hoy lo somos los del Grupo Intereconomía, o dicho de otro modo: los que decían la verdad aunque la verdad perjudicase la construcción de esta democracia purulenta que hoy sufrimos. Los que siempre pusieron a España por delante de la democracia.

Han pasado, como digo, cuarenta años, y después de que los distintos gobiernos del PSOE y del PP hayan mimado al separatismo catalán, dándole dinero, privilegios y acceso a la gobernabilidad de España, los sediciosos han terminado haciendo lo que habían anunciado: dar un golpe de Estado en el Parlamento catalán, haciendo trizas la Constitución y, con ello, también la sagrada unidad de la Patria, que ahora mismo es un cadáver, aún reciente, que todavía nadie se atreve a enterrar porque está el Tribunal Constitucional haciendo la autopsia. Pero vamos, está claro que ha sido de muerte natural.

La imagen de una podemita sexagenaria quitando la bandera de España de los escaños del Parlamento catalán, sin que nadie las repusiera, o la de Alicia Sánchez Camacho, del PP, tomando un café con Andrea Levy, del PP, y con Puigdemont horas después de que éste le diese el tiro de gracia a la unidad de España, lo dicen todo. Con las cámaras delante, se pelean para hacer ver que están enfrentados y mantener así cautivo a su electorado; de puertas para adentro, comparten azucarillos y sonrisas en un café con sabor a traición, con la Patria abierta en canal a sus espaldas.

Nada es lo bastante grave como para que alguien se levante e imponga el orden, única manera de que los delincuentes comprendan que no pueden seguir delinquiendo. Nada es lo bastante grave como para alterar lo más mínimo la letra y la música de esta comedia bufa en la que nos lo están quitando todo. Todo son recursos y más recursos, en una paranoia de leguleyos que no resuelve lo principal y que deja que los enemigos internos de España puedan seguir perpetrando sus crímenes. Para cuando las sentencias se ejecuten, ellos ya habrán traído la república por la vía de los hechos consumados.

Mariano Rajoy confía en los tribunales, y después de que el Constitucional haya declarado la ilegalidad de las dos leyes de referéndum aprobadas esta semana, se dispone a que la Guardia Civil y la Policía empiecen a requisar urnas y papeletas, avisando a los ayuntamientos catalanes de que si colaboran con el 1-0 estarán incurriendo en delitos de tipo penal. Poco nos parece para gente que ha hecho de esta locura su proyecto vital. Y que promete llenar "las calles de democracia" para luchar contra un Estado opresor...Un Estado que se ha pasado cuarenta años dándoles dinero, privilegios y acceso a la gobernabilidad de España para esto, para tener que asistir ahora a un golpe totalitario con tufo a república bananera.

A la vicepresidenta del Gobierno le avergüenza lo ocurrido este miércoles. A algunos, en cambio, nos avergüenzan los cuarenta años que han conducido a lo ocurrido este miércoles. Pero nosotros somos los fachas y ellos siempre han tenido la razón, como estamos viendo ahora.