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Diario YA


 

Navidad 2008

Abel  Hernández. 25 de diciembre.
 
Como en la primera Navidad los pobres no encuentran casa y a los que dejaron su tierra no les permiten siquiera empadronarse. Vienen de África en patera, de la América hispana, de la lejana China, de la tierra eslava, de los Balcanes atormentados. Buscan sólo techo y trabajo digno. Pero, con la crisis, no hay lugar para ellos en la posada. Sueñan día y noche con que les den “papeles”, sólo eso, el reconocimiento de que existen. Se les ve vagando por las calles de la ciudad o por los olivares del Sur sin que nadie les contrate. Sienten la mirada del desprecio, del odio o de la indiferencia. Los agentes del orden los miran como delincuentes. Te los encuentras en los túneles del metro, donde se cobijan del frío. Miles de muchachas son obligadas a vivir en los prostíbulos de la carretera o de la ciudad. Los anuncios de prostitución llenan páginas de los periódicos de la capital y sirven para mejorar la cuenta de resultados mientras la dirección publica editoriales criticando la falta de ética o metiéndose con los obispos.
 
Ésta es la Navidad de la crisis. Miles y miles de españoles han incrementado en los últimos meses las listas de desempleo. El Gobierno, que se dice socialista, reparte estos días el dinero a las comunidades, como si fuera un regalo de Reyes -laicos, por supuesto-, dando más a las regiones más ricas. La España pobre y despoblada tendrá que resignarse, mientras sigue ampliándose el desierto demográfico. Los Bancos no se fían ni de su sombra. Las pequeñas y medianas empresas tienen que cerrar por falta de crédito. A muchas no les alcanza para pagar la nómina de Navidad. Dicen que ésta es la crisis del capitalismo y los herederos del muro de Berlín vuelven a levantar cabeza y a soñar otra vez con el “socialismo real” de tan triste memoria. Los jóvenes, perdidos en el laberinto, víctimas de una fuerte crisis moral y religiosa, han comprobado que cuando salen de la Universidad se convierten, en el mejor de los casos, en mano de obra barata, y está a punto de prender aquí el incendio devastador que ha empezado junto a la Acrópolis de Atenas. También los sindicatos parece que están dispuestos a dejar los confortable despachos y salir a la calle. 
 
Es, como se ve, un panorama inquietante; pero nunca hay que perder la esperanza. A pesar de todo, en el ser humano sigue habiendo más cosas dignas de admiración que de desprecio. Y, como escribió Balzac, “en estas grandes crisis, el corazón se rompe o se curte”. A lo mejor sirve para que la humanidad reflexione y vuelva al buen camino. Siempre nos quedará Belén. El ejemplo del Niño-Dios, rodeado de sus padres y de los animales en el establo, pobre y desamparado, ha resultado ser el momento cumbre de la Historia humana, que dividió a esa Historia en un antes y un después, a pesar de que, casi como ahora, aquel día sólo se enteraron  del acontecimiento los pastores. Los demás estaban a lo suyo.
 
    
 

 

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