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Diario YA


 

“Existen pequeñas verdades que, a fuerza de exagerarlas, se convierten en grandes mentiras” D.Stern

Ni Merlín ni Perceval ni la Excalibur juntos, sacarían al Artur catalán del apuro

Miguel Massanet Bosch. Hay ocasiones en las que somos nosotros mismos los que, inconscientemente, nos cerramos las puertas a una solución fácil, por querernos empecinar en elegir el camino equivocado, el más escabroso y aquel que menos posibilidades tiene de conducirnos al éxito. Lo malo es que, cuando cometemos un error, nos lanzamos mal aconsejados a una aventura peligrosa sin pensar en lo que nos puede ocurrir y, aún teniendo tiempo para ello, no lo aprovechamos para intentar enmendar nuestro desliz y, al contrario, tozudamente nos empeñamos en seguir insistiendo en él. Alguien definió la cabezonería con las siguientes palabras: “La cabezonería es la opción de los débiles, el razonamiento es el recurso de los justos”. Claro que, cuando el que se empecina tiene el apoyo de otros tales como él que le animan a insistir, una y otra vez, en su yerro jaleándole, empujándole, cuando no amenazándole si no sigue por la senda equivocada, no nos deberemos de extrañar que, quien se halle en tal situación, acabe pegándose de morros contra el muro de la dura realidad.

Se puede decir que hemos entrado en una semana decisiva. Un momento en el que algunos se van a tener que quitar la careta y decidir si están decididos a enfrentarse al Estado de Derecho, a la Constitución y al resto de España o, poco confiamos en ello, van a decidirse por la sensatez y acabarán por acatar la legalidad. Lo que sucede es que, si no estamos muy equivocados, después de tanto proclamar el independentismo, de demandar a diestro y siniestro el derecho a decir y de hacer creer al pueblo catalán que el Gobern de la Generalitat tenía en sus manos todos los ases para conseguir separarse de España, seguir en Europa y convertirse en una de las naciones más ricas del continente; puede resultar muy duro, muy complicado y quizá ya tarde para volverse atrás, decirle al pueblo que de lo dicho nada y regresar al lugar de donde nunca se deberían haber movido: la legalidad. Sinceramente, creemos que el galope desbocado de los caballos separatistas  ya no permite tirar de las riendas para frenarlos y, como decían los romanos: “alea yacta est”.

Y “La cabezonería es la opción de los débiles, el razonamiento es el recurso de los justos”, de buscar una salida honrosa para lo que se le avecina e intentar conseguir una alianza, aunque fuera con el PSC e incluso me atrevería a decir con Ciutadans,  para deshacerse de la argolla que le tiene puesta al cuello el señor Junquera, de la ERC, impidiéndole que se mueva ni un milímetro del camino que le viene marcando, una verdadera ruta al desastre que, si no la rectifican, va a ser muy difícil que no se tengan que enfrentar al artículo 155 de nuestra Constitución y roguemos para que las cosas no vayan a más y se tenga que recurrir a soluciones más traumatizantes y drásticas.

Escuchar al señor Artur Más hablar  de que “el compromiso con el derecho a decidir es muy grande” a pesar de sonar a falso y grandilocuente, parece que ha olvidado que su compromiso con las mismas leyes que le auparon al lugar que ocupa y la lealtad que le debe a España y su gobierno le obligan a obedecer la legalidad. Pero es que hay momentos en los que incluso hace dudar de que no padezca algún tipo de “quijotisis”, un calambre mental o un problema se sinapsis, que le haga decir cosas tales como que para llevar a delante lo del derecho a decidir harán falta “determinación, firmeza, habilidad y astucia”. Uno se preguntaría si esto es lo que tiene en la recámara ¿cómo es posible que, en todo el camino andado hasta ahora, ninguna de estas virtudes hayan aparecido en lo que han sido sus actuaciones o las del partido que preside? Lo único que ha hecho fue convocar unas elecciones que luego resulto que fueron un fracaso, en el que su formación, CIU perdió 12 escaños ¿Dónde esta aquí la astucia de la que parece querer presumir? Porque, señor Mas, a partir de su extemporánea declaración, enfrentándose al Estado, amenazando con la escisión de Catalunya, díganos usted, con la mano en el corazón, ¿cuál ha sido su determinación, firmeza y habilidad?; como no sea el ir diciendo que sí al señor Junqueras; el confirmarle, cada vez que se lo ha requerido, que seguía la ruta convenida con él y, aquellas veces en las que ha pretendido librarse del dogal intentando darle largas al tema, pronto ha debido rectificar ante la amenaza de ERC de dejar de apoyarle.

Ahora, estos últimos días, juega a un juego de niños, amagar y retroceder, como si postergando unos días la firma de la convocatoria de la consulta iba a conseguir poner nervioso al señor Rajoy; una persona que si algo tiene es que no se pone nervioso nunca y, esto sí, es capaz de poner nerviosos a todos los demás. ¿Acaso se cree que si firma la convocatoria y Rajoy sigue en China, no se va a convocar el Consejo de Ministros y, si hace falta, la convocatoria extraordinaria del TC para suspender de inmediato la convocatoria, mientras el alto tribunal decide sobre el fondo de la cuestión. La vicepresidenta, señora Sáez de Santa María, tiene facultades para convocar de urgencia al Consejo de Ministros y poner en marcha el correspondiente recurso, en contra de la Ley de Consultas catalana, para presentarlo en un par de días ante el TC.

No sé si debemos entender eso que, el señor Mas, ha calificado de “llamada de resistencia”, como el ignorar los efectos de la suspensión cautelar de la aplicación de la ley de consultas o, si llega más lejos y deciden empezar la propaganda electoral ignorando la legalidad y exponiéndose a que, la actuación del Gobierno y de las fuerzas del orden, tuvieran que adelantar su intervención. En todo caso, unos días antes o unos días después no tienen importancia alguna respecto a la ilegalidad que se ha cometido al promulgar una ley para la que no tienen competencias. La tantas veces repetida alusión a la democracia del señor Mas, Juncadella, Homs y todos sus secuaces, no tiene donde sostenerse si entendemos que España es el Estado, las autonomías no son más que descentralizaciones administrativa y sus gobernantes, nombrados siguiendo las estipulaciones de la Constitución, no tiene poder alguno para decidir, por su cuenta, sin el apoyo de la Constitución y del Parlamento español, para convocar consulta alguna; máxime cuando ya se les denegó expresamente, cuando la pidieron al Parlamento de la nación.

Es curioso como los separatistas intentan hacer ver que lo que ellos pretenden es un derecho democrático. En todo caso, si las Cortes lo autorizaran, sería un derecho de todos los españoles el decidir si Catalunya debía separarse de España, mediante una modificación de la Carta Magna. El que sólo unos catalanes (no todos como ellos dicen) pensaran en la conveniencia de constituirse en nación independiente, aunque fueren una mayoría dentro de la autonomía, no les daría legitimación ni derecho alguno a imponer su mayoría minoritaria a todos los españoles. No lo entienden, pero lo van a tener que admitir, porque España lleva así más de 600 años y las cosas han funcionado bien hasta que a algún iluminado se le ocurrió que podría salir beneficiado presentando un frente separatista. Ahora ya no pueden decir que España les roba porque han tenido que admitir que los que les han robado han sido precisamente los que les vendían su libertad fuera de España. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como desde la Generalitat catalana se pretende destruir España.
 

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