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Diario YA


 

No, no todo vale señor Sánchez, para conseguir la investidura

Miguel Massanet Bosch
La evidente inquietud de separatistas catalanes y vascos ante la posibilidad de ir a nuevas elecciones, prueba la confianza de ambas comunidades de sacar provecho de un gobierno de izquierdas.
La segunda parte del plan del señor Rodríguez Zapatero, plan de reserva o sustitutivo del que, contra todo pronóstico, ha acabado en fracaso, al salir derrotado por los votos en contra del Congreso debido a la abstención de aquellas formaciones políticas en las que confiaba; ha dado lugar a que un PSOE enrabietado, que había confiado ciegamente en salir victorioso en la segunda votación del jueves, y que se ha visto obligado, a la fuerza naturalmente, a cambiar sus planes, modificar su estrategia apresuradamente y a intentar, al menos hacer parecer que lo procuran, inclinarse hacia los partidos más conservadores, con la pretensión de que modifiquen el sentido de sus votos de modo que renuncien al no y lo sustituyan por la abstención, lo que facilitaría la investidura del señor Sánchez.
Como suele ser peculiaridad de las izquierdas, cualquier movimiento que ejecutan suele estar bien enfocado para dejar descolocados a aquellos con los que se enfrentan. En el caso que nos viene ocupando,  la nueva táctica tiene la particularidad de intentar poner en un compromiso a partidos como PP y Ciudadanos, a los que van a acusan de ser los culpables del retraso en la formación de gobierno por el partido que sacó más escaños en las pasadas legislativas y, a la vez, que les van a reprochar por su “irresponsabilidad”, como ya lo han estado haciendo las ministras encargadas de mantener viva la antorcha de que el PSOE debe ser el que gobierne España durante los cuatro años venideros, la vicepresidenta del gobierno, señora Carmen Calvo y la portavoz, señora Isabel Celáa, que son las que hasta ahora, cada una con sus propias características, se han mostrado como las más activas en apoyar la candidatura de su líder el señor Sánchez, sin importar lo que han tenido que decir ni los embustes que han empleado para hacerlo.
Es cierto que el señor Pedro Sánchez se ha empeñado, durante toda la campaña para las legislativas, en dar una imagen muy distinta a aquella del “no es no” que utilizó contra el señor Rajoy, en la que se mostró como un enemigo irreductible, feroz, implacable que no dudó en valerse de los más bajos recursos, de toda índole, para intentar descabalgar al señor Rajoy de su puesto y, para ser honestos, no se puede negar que, al menos en parte, consiguió dejarle en un mal lugar, aunque no consiguiera impedir el triunfo del líder popular. En esta ocasión, dando muestras de su habilidad en el transformismo político, ha actuado, o lo ha pretendido hacer, como una persona seria, negociadora, segura de sí misma, dominando sus salidas de tono y con la idea clara de mostrarse como un hombre de Estado que pretende que su gobierno estabilice al país y, para lo cual, no duda de buscar apoyos, principalmente, en sus socios naturales de la izquierda, empezando por Podemos, pero sin indisponerse excesivamente con sus presuntos enemigos  más conservadores para, en el caso de que le fuera imposible conseguir el apoyo de las izquierdas intentar, al menos, que la derecha le permitiera gobernar en minoría. Claro que, como siempre suele hacer, pretenda conseguir sus fines con el menor coste para él y su partido, lo que ha sido la causa de que no consiguiera pactar con Podemos (estamos convencidos de que, en realidad no lo deseaba de verdad) y rompiera cualquier puente de entendimiento con el PP del señor Casado cuando hizo oídos sordos a las propuestas de éste último en el momento que le propuso dejarle gobernar si se avenía a hacer algunos pactos de Estado sobre temas de suma importancia para el futuro de España.
Es cierto que ha conseguido que Ciudadanos, en otros tiempos su posible aliado para un gobierno  en el que dicho partido no pensaba participar, pero sí apoyarle, a cambio del compromiso del gobierno del PSOE de respetar los puntos que habían negociado ambas formaciones, plasmados en un documento de 67 folios que ambas partes suscribieron, pero que no consiguieron  que se implantara ya que, los votos del PP y Podemos, impidieron que su plan saliera adelante. Un curioso presente ya que, en la situación actual, a diferencia de lo que ocurrió en el 2016, los que se oponen con más ahínco y ferocidad a la investidura del líder del PSOE, son los de Ciudadanos del señor Rivera, que se han situado en el bando del PP, en su objetivo de entorpecer en todo lo que sea posible el ascenso del señor Sánchez a la presidencia del gobierno si bien , es cierto que, tanto con los  escaños conseguidos en las pasadas elecciones como con los que se presume que sacarían en unos próximos comicios, si es que llegaran a celebrarse, todas las presunciones de los entendidos se inclinan hacia una mejora de resultados para el PSOE. Pero también se habla de una mejora en los resultados del PP y un empeoramiento en número de votos del partido de Pablo Iglesias. Sin embargo, no sería la primera vez que los agoreros de las empresas encargadas de medir las intenciones de voto se equivocaran y, como en todos los casos en los que se pronostica la victoria de un determinado partido, puede suceder que, sucesos de última hora, noticias de cambios en la política internacional, informaciones de correcciones en las previsiones económicas o posibles situaciones de incertidumbre respecto a la marcha de la producción de empresas energéticas o amenazas de conflictos bélicos que pusieran en cuestión la seguridad de Europa o parte de ella, bastaría para que el miedo a otra recesión de los mercados o de una crisis mundial, modificara las preferencias de la ciudadanía hacia opciones políticas que les merecieran más garantías para situaciones que pusieran en peligro la subsistencia de la nación.
Es muy difícil el tener todos los cabos de la política “atados y bien atados” según frase que se le atribuía a don Francisco Franco y que luego… bueno, ya sabemos en lo que acabó y cuáles han sido las consecuencias, después de su fallecimiento. Y es que, señor Sánchez, no se puede aspirar a que todo salga como uno piensa que ha de salir. Navarra puede que sea el talón de Aquiles de todo el estudiado plan del señor Sánchez y es muy posible que, el pretender “comer a dos carrillos” como están intentando los socialistas en Navarra, encabezadas con la promotora del plan la socialista, señora María Chivite; donde PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E cierran un acuerdo de gobierno en Navarra, de modo que el Gobierno de coalición tendrá 13 consejerías, de las que 8 recaerán en el PSN, cuatro en Geroa Bai y una en Podemos. Izquierda-Ezkerra ha decidido quedarse fuera. Las cuatros fuerzas suman 23 escaños de 50, por lo que necesitan la abstención de EH Bildu; abstención en la que el PSN se piensa apoyar, para desbancar a Navarra Suma y sus simpatizantes del UPN, PP y C´s, la coalición de gobierno que durante tantos años ha venido dirigiendo los destinos de la autonomía navarra.
Un error que, sin duda alguna, va a poner a prueba el relato que hasta ahora ha querido mantener el señor Sánchez para hacerse perdonar los escarceos políticos que, durante los últimos años, ha mantenido con los nacionalistas catalanes y vascos. Se sabe que, a Sánchez, se le ha venido acusando de mantener conversaciones off the record con los dirigentes nacionalistas, al tiempo de que nunca se ha prestado a desmentir a aquellos que le vienen acusando de tener proyectada una medida de gracia para los presuntos condenados por la cuestión catalana del 1.O del 2017, concretamente un indulto para todos ellos o pedir la aplicación de medidas carcelarias que acabaran por desnaturalizar las posibles condenas que les hubiera impuesto el TS, haciendo inútil todo el trabajo de los señores magistrados para conseguir que se hiciera justicia con todos aquellos que quisieron dividir España, utilizando los cargos públicos en los que estaban situados, para prevaricar e intentar atentar contra el Estado de derecho, traicionando a España.
Y una curiosidad que puede valer para demostrar el nerviosismo que está afectando a las directivas tanto del gobierno vasco como de la Generalitat catalana. Las últimas actuaciones del señor Gabriel Rufián, representante en el Parlamento español de ERC y del señor Aitor Esteban que representa al PNV, han sido lo suficientemente explícitas para demostrar, palmariamente, que el señor Rufián, l’enfant terrible de ERC en el Congreso de Diputados, conocido por sus exabruptos,  su desaliño personal, su falta de educación y su propensión a las descalificaciones personales; convertido, de repente, en un gentleman que intenta poner paz, arreglar entuertos y congraciar a socialistas y podemitas para que no se peleen entre ellos y pongan en peligro aquellos acuerdos que consiguieron de los socialistas, concretados en fuertes ayudas económicas para que, con sus votos, ayudasen a la investidura del señor Sánchez. No menos extraño se ha mostrado en sus discursos en el Parlamento español el señor Aitor Esteban, del PNV, que se ha venido mostrando en todas sus intervenciones en la cámara baja, con un nerviosismo  que contrasta con su actitud comedida, tranquila y poco agresiva propia de los vascos que, a diferencia de los catalanes, procuraban mantenerse en el grupo de los que pasaban más desapercibidos entre los parlamentarios. El miedo a que en el gobierno de Sánchez se pudiese colar Ciudadanos, por muy improbable que ello fuese, ha hecho que el señor Esteban haya extremado sus esfuerzos en pedir una reconciliación, entre el PSOE y Podemos, que no pusiera en peligro el evidente bandazo hacia las izquierdas que a ellos, los vascos soberanistas, tanto les parece favorecer en sus ambiciones de romper España.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, los que no comulgamos con los proyectos de acabar con la nación española, maquinados por el señor Sánchez, no podemos dejar de alegrarnos de que, finalmente, el líder socialista, se haya dejado cazar en Navarra al aceptar gobernar gracias a los etarras de Bildu, aquellos que, durante esta año 2019, han homenajeado 150 a los presos etarras, que han regresado a sus pueblos una vez cumplidas las sentencias correspondientes a sus condenas por los crímenes, que cometieron cuando militaban en la banda terrorista ETA. Y todo ello ante la pasividad completa del gobierno socialista, encabezado por Pedro Sánchez, atenazado por el chantaje de catalanes y vascos que le pidieron que no actuara contra aquellos homenajes, bajo la amenaza de no apoyarle en su investidura. Todo ha quedado diáfano y ya sabemos a quienes se debe este señor que habla de patriotismo, pero que es incapaz de actuar contra aquellos que siguen proponiéndose acabar con la patria española.