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Diario YA


 

Un poco de sentido común en las Fuerzas Armadas

No permiten el ingreso en el Ejército a un homosexual con extirpación urogenital

Redacción Madrid. 10 de febrero. Aitor G.R., un varón al que le fueron extirpados los testículos y el pene de manera voluntaria y que ya fue declarado en febrero de 2007 no apto para ingresar al Ejército profesional, ha vuelto a ser rechazado en las pruebas de entrada al Ejército desarrolladas en la mañana de hoy en Córdoba.

   Así lo dio a conocer en declaraciones el propio Aitor, que se considera transexual, quien puso de manifiesto que las razones que le han ofrecido para no ser admitido "son las mismas que la otra vez", todo ello a pesar de que "la ministra de Defensa, Carmen Chacón, se comprometió a cambiar el reglamento".

   El Ministerio de Defensa mantiene vigente desde el año 1989 el artículo legal del Cuadro Médico de Exclusiones que impide que un varón sin pene o testículos ingrese en los Ejércitos de Tierra y del Aire, la Armada, los Cuerpos Comunes de la Defensa y la Guardia Civil.

   En concreto, el cuadro de exclusiones médicas para el acceso a las FAS y la Guardia Civil, en el apartado J., determina que quedan excluidos del acceso los aspirantes que presenten “Falta total de pene” o “Pérdida, ausencia o atrofia de ambos testículos”. Evidentemente, Aitor G.R. no cumplía las condiciones médicas adecuadas para ingresar en las FAS.

   Ese mismo artículo en concreto fue esgrimido por el Ministerio de Defensa para rechazar en febrero de 2007 el ingreso en el Ejército de Tierra de Aitor G.R., que solicitó una de las plazas convocadas en la Academia de Caballería de Valladolid.

ANTECEDENTES

   En el año 2003, el cabo de la Armada José Antonio Gordo Pantoja declaró su supuesta condición de transexual. Meses después, ya en 2004, las FAS aceptaron el cambio de nombre y de uniformidad. La decisión resultó insultante para amplios sectores de las Fuerzas Armadas y fue polémica incluso entre los médicos militares.

   Sin embargo, a diferencia de Aitor G.R., José Antonio Gordo no presentaba extirpación de pene y testículos, por lo que su caso no podía ser contemplado dentro del cuadro de exclusiones médicas del aparato urogenital, aunque se planteó incluirlo en el apartado psiquiátrico.

   Finalmente, las presiones políticas y las decisiones arbitrarias llevaron a aceptar una supuesta transexualidad en un varón y su permanencia dentro de las FAS.

   Poco más tarde, en septiembre de 2004, el interés que el cabo José Antonio Gordo dijo tener en continuar en la Armada se desvaneció y pidió la baja voluntaria después de conseguir que el lobby gay interfiriese en asuntos propios de las FAS.

 

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