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Diario YA


 

OPERACIÓN RETORNO

Manuel Parra. Siempre he sido renuente a comentar los resultados electorales; como no entiendo mucho de política, siempre se me escapa el auténtico valor de los datos, de los porcentajes, de las fugas de votantes, la significación de determinados votos…, es decir, todas esas variables que deben de ser pan comido para politólogos y tertulianos.
    Diré, simplemente, que ha ganado la izquierda, más que numérica, moralmente; y, de esta afirmación casi axiomática, deduzco una serie de consecuencias y de perspectivas, que expongo ahora –sin afán alguno de sentar cátedra- a la consideración del lector.
    La derecha representada por el PP ha perdido la vez por haber sido incapaz, no solo de comunicar, sino de ofrecer a los ciudadanos más mensajes ilusionantes que los basados en la macroeconomía, ciencia que no suele provocar entusiasmos ni llegar  ni a la sensibilidad, ni al corazón, ni a la mente de la mayoría de la población. En una palabra, el PP se ha revelado, de palabra, obra y omisión, partidario del más puro Materialismo histórico, sin que se hayan traslucido en sus motivaciones incidencia alguna del ámbito de los valores, salvados los cuatro tópicos que componen la axiología del Pensamiento Único; parafraseando una cita, que imagino que conocida por muchos lectores, ha caído en una suerte de “bolchevismo”, concretamente en un “bolchevismo de los privilegiados”.
    Ello y los peajes que ha debido pagar Rajoy a Dios sabe quién (tema del aborto, mantenimiento de la Ley de Memoria Histórica, concesión bajo mano de un pseudoreferéndum en Cataluña el 9N…), han provocado un rechazo de parte de sus votantes. De ellos y de los desengañados del Partido Socialista se han nutrido los votos de Ciudadanos, que ha sufrido un auténtico acoso por parte del PP en la campaña electoral, con el argumento fuerte de su similitud con las posturas falangistas.
    Y, curiosamente, este ha sido también al argumento electoral del PSOE para cerrar el paso a Podemos, en el que los ingenieros sociales socialistas creían ver propuestas revolucionarias lindantes con la Falange. ¡Si José Antonio levantara la cabeza…! Por otra parte, los pírricos resultados socialistas tampoco son para tirar cohetes;  tras esas y otras invectivas al partido de Pablo Iglesias y a sus adelantados en estas elecciones, ahora da la impresión de que Pedro Sánchez tiene vocación de Kerensky; si se entrega al exultante líder de Podemos mediante pactos y cinturones sanitarios el paralelismo histórico va  a ser inevitable… Por su parte, Iglesias lo tiene muy claro y no ha dudado en hacer cucamonas a esa casta de izquierdas que antes vituperaba. Cosas veredes, Sancho…
    A todo esto, los nacionalismos separatistas siguen campando por sus anchas y van a pasar –si Dios no lo remedia- de la cobardía de los políticos de derecha a la connivencia de los políticos de una izquierda radicalizada.
    ¿Estamos ante un fin del bipartidismo? Quizás. Pero se avecina –ojalá me equivoque- su sustitución por un frentismo, es decir una especie de remarque de un hipotético Frente Popular enfrentado a un también hipotético Frente Derechista, y otra vez los españoles con el alma partida en dos, contemplando a España –los que la quieran contemplar como tal- con un solo ojo. ¿Es esto la segunda transición que anhelaba Zapatero?
    Todos los datos –con la excepción nunca segura de una madurez ciudadana- apuntan a que nos hallamos ante una Operación retorno…en la historia; como si pesara sobre nosotros una maldición bíblica, seguimos siendo un “borrador inseguro” entre las naciones de Occidente.
    Pero las Operaciones retorno son muy peligrosas: en ellas siempre suelen ocurrir accidentes, por los nervios, por el mal estado de vehículos y carreteras, por las aglomeraciones masificadas, por las velocidades fuera de norma y de ley, por la escasa pericia de los conductores…
                                                         MANUEL PARRA CELAYA    
    
 

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