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Diario YA


 

A las dos de la madrugada del 12 de octubre de 1492 Rodrigo de Triana, vigía de la carabela “Pinta”, avistaba la costa de la isla Guanahaní

ORGULLO ESPAÑOL

Carlos Rubio Romo. A las dos de la madrugada del 12 de octubre de 1492 Rodrigo de Triana, vigía de la carabela “Pinta”, avistaba la costa de la isla Guanahaní. Empezaba así la más grande y noble empresa que han conocido los siglos como afirmó rotundamente Evita Perón. Esta efemérides se celebra en España desde 1913 y en el primer BOE de 1982 se promulgó el real decreto que fija el 12 de octubre como “Fiesta de España y la Hispanidad”.

Pero lo que debería ser un día de fiesta, de recuerdo de nuestras gestas, de orgullo por ser hispanos y españoles, de hermandad con nuestros hermanos de América, África y Asia y de agradecimiento a todos nuestros compatriotas que aportaron su granito de arena a la Historia de nuestra patria se ha convertido en un pin-pan-pun. Sí, en un tiro al blanco donde el objetivo es insultar a España. Rebajar su grandeza. Denigrar su Historia. Acabar con su unidad. La morralla sepaRATA se crece. Se ven con fuerzas. Van de burrada en burrada. De ofensa en ofensa. Son una banda patética de malotes. Y aunque en sí toda esa podredumbre unida no valga nada, estoy preocupado.

Preocupado porque por primera vez en la larga Historia de España no se ve ninguna reacción frente a esa agresión. Son una minoría pero la mayoría permanecemos quietos, repantuflados en el salón unos con el fútbol y otras con las marujadas, quejándonos por lo bajinis salvo los más osados, los patriotas de barra de bar, que “arreglaban esto en cinco minutos”. Y estoy harto. Harto porque no nos merecemos esto. Porque el español que se siente como tal, orgulloso de su Historia, sin estridencias ni fanatismos no entiende el porqué de tanto odio. Como tampoco entiende que el ejército no haga nada. Ese ejército heredero de los gloriosos Tercios de Infantería, aquéllos que “preferían la muerte a la deshonra”. Los herederos de unos combatientes de los que se dijo: “Si en el frente os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante él. Es un héroe, es un español”.

Los sucesores de los héroes de Baler, los últimos de Filipinas, que “…realizaron una epopeya tan gloriosa y propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo” en palabras del presidente rebelde Emilio Aguinaldo. Y tampoco entiende que Felipe de Borbón permanezca inmóvil. Impávido mientras las hienas sepaRATAS atacan a dentelladas el cuerpo moribundo de la patria que él debiera defender. Lejos quedan, tanto en el tiempo como en la valentía de cada uno, las palabras del emperador Carlos I: “Si en la pelea veis caer mi caballo y mi estandarte, levantad primero a este que a mí”. Para el emperador lo primero era la patria y sólo después su vida. ¡Qué diferencia con el monarca actual! Ni una pestaña movió cuando se pitaba en su presencia al himno nacional en la final de Copa en 2015.

Y ya no espera nada de los políticos que teóricamente debieran hacer algo. ¿Cómo van a hacer nada si son todos la misma casta? Si llevan cuarenta años mangoneando en comandita los sepaRATAS y los presuntos no-sepaRATAS. ¡Qué extrañas para ellos las palabras del almirante Méndez Núñez!, cuando frente a las amenazas de las dos mayores potencias de la época les respondió: “La reina, el Gobierno, el país y yo preferimos más tener honra sin barcos, que barcos sin honra.”. La casta no tiene honra y morirá también sin barcos. Hay que acabar con los prejuicios, con los complejos y con los miedos y de una forma amable y serena pero también rotunda y gallarda afirmar con orgullo que nuestra Historia es grande. Con sombras, claro, pero con muchas más luces. La Historia de la nación más antigua del Mundo. Una nación donde ya existía conciencia de ser, de unidad, con los romanos y con los godos y que ya no se rompió nunca hasta que empezaron a surgir iluminados que en pleno delirium tremens se inventan naciones que nunca existieron, manipulan groseramente la historia y con la educación y los medios bajo su garra, lavan cerebros y compran voluntades.

Escuchad, ignorantes zarrapastrosos, a Joan Maragall decir: “Perquè en aquest Visca Espanya caben tots els que volen a Espanya de debò. Els únics que no caben són els que no volen cabre, els enemics de l'Espanya veritable. Espanyols? Sí! Més que vosaltres! Visca Espanya!”. Seguid callados, analfabetos, y prestad oído a la Proclama de las Juntas Provinciales Vascongadas (sí, ¡Vascongadas!, y no esa filfa de “Euzkadi”) al principio de la guerra de la Independencia: “Somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza y con dificultad contienen nuestra prudencia y patriotismo hasta mejor ocasión nuestros indómitos brazos, ya que quisieran derramar sobre el enemigo la muerte que nuestros generosos pechos saben arrostrar intrépidamente.

Aragoneses, Valencianos, Andaluces, Gallegos, Leoneses, Castellanos, etc., todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España: olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna memoria y no os llaméis sino españoles…” ¿Y qué decir a algunos iletrados de izquierda que en un acto suicida atacan a su ser, a su Historia, se avergüenzan de su madre patria, creyendo, en su ignorancia, que el patriotismo es de derechas? ¿No fue acaso Manuel Azaña el que dirigiéndose a sus seguidores al comienzo de la guerra fratricida dijo: ”Os permito, tolero, admito que no queráis a la República, pero no os permito, tolero, admito, que no queráis a España"? Sí, colección de zotes, el mismo Azaña que ante los embates sepaRATAS les espetó: “No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino (...) No hay más que una nación: ¡España! (...) Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que la que se desprendiese de alemanes e italianos” El patriotismo español no es de derechas ni de izquierdas. De ricos ni de pobres. Del Norte ni del Sur. El patriotismo español es individualista y generoso, valiente hasta la inconsciencia, espiritual, terco, serio y festivo, amable y recio, reservado y abierto. Contradictorio casi siempre. Capaz de lo mejor…y, a veces, de lo peor.

Así somos. Eso, amable lector, es nuestro ser. El que se ha construido desde hace siglos, ¡sí,siglos!, porque desde hace muchos siglos las tierras de esta península son sólo una. Y, ahora, cuando algunos de sus propios hijos quieren acabar con esa unidad, yo entorno los ojos y veo la España indómita. La orgullosa. La guerrera. La misionera y la artista. La aventurera y la inventora. Sí, entorno los ojos y puedo ver Sagunto y Numancia donde después de meses de resistencia a los ejércitos más poderosos del mundo conocido, los pocos supervivientes prefirieron sacrificarse en la pira que entregarse al invasor. Viajo a Covadonga, a Clavijo y a las Navas de Tolosa, donde nuestros ejércitos muy inferiores en número pero muy superiores en arrojo derrotaron a armadas muchísimo más numerosas.

Me voy a Granada, al 2 de enero de 1492 y veo la culminación de una monumental epopeya, la Reconquista, y el comienzo de otra enorme, la España moderna y el imperio más grande “donde nunca se ponía el sol”. Veo a Colón, a Pizarro y a Hernán Cortés, a Cabeza de Vaca y a Ponce de León, a Núñez de Balboa y a López de Legazpi dejar su patria para hacer más grande a España y en unión con nuestros hermanos de América, Asia y África crear la Hispanidad. Leo con emoción la la Real Provisión firmada por la reina Isabel el 20 de diciembre de 1503 contra los posibles excesos en las encomiendas: «Mando a vos, el dicho nuestro gobernador (...) que hagáis pagar a cada uno, el día que trabajare, el jornal e mantenimiento que según la calidad de la tierra y de la persona e del oficio vos pareciere que debiere haber (...) Lo cual hagan e cumplan como personas libres, como lo son, e non como siervos, e hacer que sean bien tratados”.

Y voy a recibir y aclamar al puerto de Sevilla el 6 de septiembre de 1522 a Elcano y los otros diecisiete supervivientes de la primera vuelta al mundo. Pero escuchad, escuchad a Santo Domingo de Guzmán, a San Ignacio, San Pedro Nolasco y Santa Teresa hablarnos del amor al prójimo y enviando a sus misioneros a crear escuelas, hospitales, orfanatos y universidades en todo el mundo, a liberar presos o a una vida contemplativa llena de entrega por el mundo. Deleitaos leyendo las obras maestras más grandes de la Literatura mundial escritas por Cervantes y por Quevedo, por Lope y Góngora, Bécquer, Calderón y Rosalía, Delibes y Buero Vallejo. Y asombraos conmigo recordando que el inventor de la primera máquina de vapor fue un español, Jerónimo de Ayanz, el del submarino Cosme García e Isaac Peral, el del autogiro Juan De la Cierva y sobre todo el gigante Torres Quevedo, precursor de la robótica, de la informática y del control remoto, creador del funicular de las cataratas del Niágara y pionero de los dirigibles.

Yo estoy orgulloso de ser español. Y no me callo. Ya no. Y digo con Ortega y Gasset: “Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón, quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi Patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves que descubrieron el Occidente; quiero ser de toda esta tierra, que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. Y tenedlo entendido de ahora para siempre: yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la república, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatradaEspaña”. .

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