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Diario YA


 

Los indigenistas profundos suelen deformar la realidad nacional en varias de sus dimensiones políticas y jurídicas

Para un 12 de octubre más sincero

Gonzalo Rojas. Los indigenistas profundos suelen deformar la realidad nacional en varias de sus dimensiones políticas y jurídicas, a partir de una sesgada visión histórica. Pero también lo hacen, a pesar de que resulta menos perceptible, en cuanto a la integración racial (el mestizaje) y a la integración geográfica (la urbanización).

Respecto de la segunda, un artículo de Alejandro Saavedra Peláez da cuenta que “sólo un 16,6 % de la población mapuche vive en los territorios de sus últimas comunidades; la mayor parte ha emigrado y 8 de cada 10 mapuche viven en ciudades; no más de un 12% de la población mapuche se gana la vida como campesinos por cuenta propia; un 73% se ha proletarizado y trabaja como asalariados y como empleados; es erróneo considerar que la actual población mapuche constituye una cultura, o una sociedad”, concluye Saavedra, con datos del 2000 que seguramente han seguido acentuándose. O sea, quienes hoy dicen representar toda una forma de vida supuestamente rural y auto excluyente, olvidan la decisión enormemente mayoritaria de sus propios hermanos de buscar formas de existencia diferentes de las originales.

Y respecto de la integración racial, del mestizaje, el racismo de los indigenistas profundos los lleva a desconocer que la dicotomía que plantean entre “ellos los blancos” y “nosotros los indios”, no pasa de ser una manifestación más de la dialéctica marxiana que los inspira. Quizás algunos no lo saben, seguramente otros sí lo asumen.

La demostración de la falsedad de esa torpe dicotomía ha quedado en evidencia una vez más, con el estudio publicado este año por el cual se comprueba que “el ADN de los chilenos posee una mezcla casi equivalente de sangre indígena” y de aporte europeo. El promedio nacional da un 44,3% de sangre indígena americana, un 2,7% de sangre africana y un 53% de sangre europea. Mestizaje puro y duro. Nada de “indios morenos” y “chilenos blancos”. Todos chilenos: oscuros, morenos, cafecitos, blancos y lechosos. No más racismo indigenista.

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