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Diario YA


 

Pilar Muñoz radiografía la "autoestima" de España

La autoestima de un país

Los países, al igual que los individuos, poseen un autoconcepto, una estima propia. De esta forma se autoperciben y son percibidos por el resto. Pues bien, ¿qué autoestima tenemos los españoles? ¿Gozamos de una estima estable?, ¿O por el contrario tendríamos que trabajar en dirección a disminuir una percepción negativa que está apoderándose de la nación española?
 
En primer orden, definiremos lo que es autoestima a un nivel genérico y sencillo: La autoestima (personal o colectiva) es el modo cómo nos vemos y si nos gusta lo que vemos o no. Esa mirada que se posa sobre uno mismo, o sobre un colectivo de individuos, es vital para el equilibrio y el bienestar psicológico y sociológico. Cuando esta percepción es positiva nos permite actuar con eficacia, sentirnos a gusto con nosotros mismos, plantar cara a las dificultades de la existencia. De modo contrario, cuando nos rechazamos a nosotros mismos, esto es, cuando tenemos una estima negativa, engendra molestias, sufrimientos y disfunciones entre distintos componentes orgánicos.
 
De la teoría a la práctica. Un país que se plantea el cordón principal de vínculo entre sus miembros, que se neurotiza con la nueva nomenclatura (español o castellano) o la persecución de su propio idioma. Unas partes dentro de un todo que quieren desmembrar la unicidad que le da sentido dentro de otros colectivos y semejantes. Se percibe como una nación avergonzada y fracasada delante de otros iguales, los cuales se sienten fuertes ante el débil (viaje del presidente Zapatero a Marruecos). Vecinos que intuyen que renunciamos a lo más propio. Todo ello plantea situaciones de dificultad para dotarnos de fuerza y unidad, de esperanza y criterios propios y diferenciados.
 
Algunos términos que son propios del análisis y diagnóstico de una autoestima correcta, darán idea al lector de cuál es el nivel de estima de España, y sobre todo, la proyección de autoconcepto de grupo-estado:
 
·          Tener confianza en uno mismo. Creer en las propias capacidades para actuar eficazmente. En España nos diluimos en luchas intestinas y no somos capaces de alcanzar una confianza en múltiples actuaciones: unicidad lingüística, unicidad jurídica, unicidad educativa….
 
·          Estar contentos y satisfechos consigo mismos. Como nación, siempre estamos disculpando y dando pasos hacia atrás en actuaciones que pudieran emanar de una satisfacción colectiva: Proyectos de inmigración, políticas sociales que respondan a nuestras realidades y biografía ético-religiosa.
 
·          Estar seguros de uno mismo. No dudar de las propias competencias. Nuestro Monarca, movido por un buen impulso, mandó callar a un dictador y telepredicador, el Sr. Chávez, y toda España se reforzó en imagen y valía. Pero en el presente mes de julio, el mismo personaje vuelve a España a castigarnos con una demora en el tiempo protocolario, y la anterior firmeza que reforzó nuestro autoconcepto como nación, ahora se desvanece.
 
·          Amor a uno mismo. Ser benevolente con uno mismo, sentirse complaciente y satisfecho con cada una de las partes que nos constituyen. Este es el principal escollo que tiene nuestra querida España, que no disponemos de amor a nuestra realidad, a nuestro paisaje, a nuestro idioma, a nuestra diversidad. Anhelamos y copiamos burdamente una estima importada de nuestro entorno. Pero esas copias, al igual que en el plano individual no hacen más que aumentar la patología y la severidad del problema.
 
·          Autoaceptación. Integrar las cualidades y defectos para llegar a poseer una imagen global positiva y saludable. En España llevamos más de treinta años intentando borrar un pasaje concreto de nuestra historia, en vez de integrarlo y valorarlo dentro de un contexto más amplio, y entresacando todo lo constructivo y valioso que tuvo. Todos los pueblos e individuos tienen pasajes oscuros, dolorosos. Pero no todos se enquistan en barrenas destructivas, sino que lo asumen, lo reabsorben y lo externalizan como fases dignas y gloriosas de su pueblo o persona.
 
·          Estar orgulloso de uno mismo. Aumentar el sentimiento de valor personal y proyectarse ante los demás como merecedores de igualdad y de valía. Todos nos sentimos un punto envidiosos de ver a una multitud de etnias y dialectos sajones, sentirse ante todo norteamericanos. También admiramos a nuestros vecinos franceses, a la cabeza su presidente, y su presentación como un todo bien articulado por un idioma, una bandera y un mismo sentir.
 
Los lectores que hayan ido evaluando el estado de estima propia que tiene nuestro país, habrán concluido con un resultado negativo. ¿Qué hacer, pues?. Desde la psicología apuntamos a nuestros dirigentes, si están dispuestos a lo salutogénico, algunos pasos necesarios: conocernos sin excluirnos, aceptarnos sin avergonzarnos, ser honestos con nosotros mismos. No podemos jugar a pillastres y bandidos dentro del mismo organismo, y acallar la crítica interior, lo cual pasa por estar orgullosos de nosotros mismos. ¿Tiene España razones históricas para estar orgullosa de su idioma y de sus gentes?

 

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