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Diario YA


 

Pinto, triste espectáculo de la democracia

Ángel del Río. 23 de diciembre. 

      Lo ocurrido en Pinto se sitúa entre lo burlesco y lo esperpéntico; en cualquier caso, ha sido vergonzoso, desde el principio al fin, si es que se ha puesto punto y final con la ejecución de la moción de censura. Desde el principio, cuando se supo que un concejal-veleta, representante de la fuerza minoritaria de Juntos por Pinto, que había decidido ser Juntos por el PP, cambiaba la chaqueta para ser Juntos por el PSOE, hasta ayer mismo, con el bochornoso espectáculo que se produjo en el desarrollo del pleno en el que se votó la moción de censura, un espectáculo lamentable lleno de incidentes, con abucheos, insultos e intentos de agresión al secretario general de los socialistas madrileños.

        El cambio de pareja del concejal de Juntos por Pinto no es de recibo. No se puede apoyar a una fuerza política, el PP, y año y medio después pasarse al otro lado de la tortilla apoyando al PSOE. Pero ocurre que la moción de censura es una figura democrática legítima y en consecuencia da lugar a situaciones de esta naturaleza. En este caso se quejan los populares, pero en otras lo han hecho los socialistas, y ni unos ni otros se han atrevido a modificar en el Parlamento la Ley Electoral para que se permita gobernar a quienes ganan las elecciones, aunque no lo hagan por mayoría absoluta, y no se deje en manos de fuerzas minoritarias, de nacionalistas, independentistas o tránsfugas la decisión sobre quien gobierna las instituciones. Por eso la moción de censura puede ser injusta, contra natura, una sinrazón, pero la democracia la permite, ¡qué le vamos a hacer! Por mucho que moleste, no puede despertar actitudes violentas como las que despertó ayer en Pinto, cuando algunos vecinos insultaron y trataron de agredir a Tomás Gómez, que había acudido a apoyar a su candidato, como lo hizo Francisco Granados con su candidata. El juego democrático no siempre es un juego justo, pero si las reglas lo permiten, hay que aceptarlo como es. Lo que resulta inaceptable es la actitud prepotente y el papel intolerante del único concejal de Izquierda Unida, Carlos Penit, que ahora aprovecha esa mínima representación para hacerse con la concejalía de Urbanismo, que al fin y al cabo, es el oscuro objeto del deseo político, un señor que fue alcalde de Pinto, condenado por prevaricación por el Tribunal Supremo e indultado por el gobierno de Felipe González para que pudiera seguir presentándose a las elecciones, y que a pesar de la hemorragia de votos de IU, él se ha quedado, solo, en la más absoluta soledad, pero se ha mantenido, para seguir mercadeando con su escaño.

     Lamentable lo que dijo ayer el nuevo alcalde, el socialista Juan José Martín, para justificar la moción de censura, como que “la verdadera mayoría absoluta conectará a Pinto para el progreso”. Esa verdadera “mayoría absoluta” la proporciona un señor, el independiente-dependiente, que es el mismo que hasta ahora había conformado la misma mayoría absoluta, pero al revés. Dijo también el nuevo alcalde que se forma un equipo fuerte que velará por los intereses de los ciudadanos. Fuerte hasta donde quiera el independiente-dependiente, porque basta que ponga a subastar su voto para que un gobierno pase de la fortaleza a la absoluta debilidad. En cuanto a que velará por los intereses de Pinto, supongo que querrá decir que va a arrancar el motor de un planeamiento urbanístico de incalculables consecuencias, que doblará la población de Pinto. Pero que a nadie se le olvide, que nadie se engañe y que nadie se entusiasme, por que la última palabra sobre el futuro urbanístico de Pinto la tiene la Comunidad de Madrid, que en este momento gobierna el Partido Popular con mayoría absoluta de la buena, de esa que no está expuesta a los vaivenes de un independiente-dependiente.

 

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