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Diario YA


 

Propaganda contra evidencia

Joaquín Jaubert. 7 de noviembre. Bien sabemos que la propaganda busca el efecto de dar a conocer un producto o una doctrina o cualquier otra cosa, según el caso. En las elecciones, se supone que a un candidato y a un proyecto o programa. El poder de la propaganda es tal que puede conseguir que cualquier persona no aprecie lo que realmente tiene ante sus narices, para emplear una expresión coloquial. Cuando la filosofía se disparató, apartándose del estudio de la realidad que se ofrecía al observador, para decapitarse a sí misma en un proceso degenerante que llega  hasta el idealismo hegeliano en el que se da una completa coincidencia entre el pensamiento que piensa la realidad y la realidad que es pensamiento, empiezan a surgir, como consecuencia lógica, movimientos como el Nacional –Socialismo y el Socialismo Comunista que, a su vez, en el terreno social fueron verdaderos especialistas en afirmar y convencer a las masas de lo que la realidad negaba. Pongamos como ejemplos, la superioridad de la raza blanca en el primero y el bienestar de la clase obrera en el segundo.

Conocidos son los principios que se practican para la efectividad de la propaganda, que recuerdo aunque están presentes todos los días en su uso y en sus efectos:

Se debe apelar a los sentimientos.

Los eslóganes deben ser simples y comprensibles por cualquiera. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida.

Los argumentos y programas deben adaptarse de acuerdo con los prejuicios y estereotipos presentes en la cultura popular para ser fácilmente aceptados.
La gente entiende poco y olvida mucho lo que se complementa con la conocida frase “Si una mentira se repite, acaba por convertirse en verdad”.
Se debe vincular al enemigo a una persona o a una idea con un símbolo negativo para provocar su rechazo con base en ese símbolo y no de acuerdo con la verdad. “Calumnia que algo queda” podría ser su manifestación cotidiana.

Como vemos, el uso inmoral de la propaganda va contra la verdad y la evidencia con el conocimiento claro de quien la utiliza a sabiendas de que miente. Analizar la realidad de los discursos de los dirigentes del mundo, y de los titulares y las redacciones de las noticias, en los medios de comunicación, nos puede causar una depresión intratable al tomar conciencia de la manipulación a la que está sometido el pueblo. Lo que antes se predicaba de las citadas doctrinas políticas Nacional-Socialista y Socialista Comunista, es ahora aplicable a casi todos los que se mueven en el actual sistema occidental si no les queda algún substrato de moral cristiana.

La mayoría de los ataques a la Iglesia católica y a sus misioneros nacen de la mentira convertida en “verdad oficial y popular”, también en España. El daño que se está haciendo es de carácter demoníaco, sin ningún sentimiento de culpa por parte de sus fautores. El dolor que produce comprobar como todas las generaciones, aunque especialmente las jóvenes, se pronuncian sobre aspectos diversos del catolicismo nos remite a la confirmación de todo lo dicho.

Si aplicáramos un análisis serio a los últimos acontecimientos, partiendo desde lo evidentemente visible y los comentarios realizados en torno a ellos, nos conduciría a preguntarnos si muchas personas honradas no están cayendo en una trampa manipuladora en lo más profundo y menos visible.

Recuerdo dos películas sobre un mismo santo, Martín de Porres. La primera española titulada Fray escoba, la segunda mexicana Un mulato llamado Martín. Según el diccionario de la Lengua Española, el término “mulato” se aplica a la persona que ha nacido de negra o blanco o al contrario. Es curioso, como casi todos los medios destacan que el nuevo presidente de USA es de raza negra y, así, lo repiten los personajes públicos, aún viendo por la televisión el entierro de su abuela blanca. Hubiese sido muy interesante aprovechar la situación para hacer campaña, verbigracia, sobre la unión de las razas. Pero no. Estamos legitimados para preguntarnos, si casi todo el mundo niega lo evidente en lo que se ve, como será en lo que, físicamente, no se ve.

Hoy podemos entender, un poco mejor, los eufemismos y las manipulaciones en temas como el aborto, la eutanasia, las uniones contra natura, etc., negando la evidencia de la cultura de la muerte en la aceptación de asesinatos y de la pretendida destrucción de la familia con la introducción de realidades “nuevas”. Sólo hay que hacer la debida propaganda y, como papagayos, todos repetirán alabanzas o condenas sin tener en cuenta una realidad cruenta en USA, que no va a cambiar, en España y, en general en todo el Occidente. 

 

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