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Diario YA


 

una de las más recientes formas de protesta

Protestar en cueros ¿tiene, acaso, un plus de eficacia?

Miguel Massanet Bosch. En ocasiones el tumulto político que está afectando a nuestra nación, a fuer de absurdo, desnortado, insensato y letal para los españoles y su exhaustos bolsillos, llega a saturarnos de tal manera que necesitamos respirar un poco de aire puro, una cura de tranquilidad y sosiego, que intentamos encontrar  en alguna otra materia que no sea la política stricto sensu. Es obvio que, de entre los temas que se están tratando con más frecuencia y que constituyen uno de los motivos más generalmente mencionados en las tertulias, obras de cine o teatrales, conversaciones familiares y en los medios de comunicación, se encuentra el de las mujeres. Se puede decir que, entre la humanidad, las relaciones mujer–hombre no es algo intrascendente, accesorio o que carezca de los elementos necesarios, en cuanto a interés, morbo, consecuencias y aspectos psicológicos, para que no ocupe uno de los primeros lugares entre las cuestiones que tienen en vilo a la especie humana.

Seguramente por ello, quisiera hoy comentar lo que parece que se ha convertido en algo que, cada vez, se va poniendo más de moda; que se va convirtiendo en uno de los modos habituales para expresar una protesta y es que resulta que, para muchos entre los que me encuentro, es una más de estas peculiaridades femeninas a las que no logramos encontrar una explicación plausible. Se puede decir que, el sexo, como negocio o como atracción no es cosa de hoy; de hecho ya hace muchos años, incluso en los espectáculos romanos o griegos de los primeros años de la historia, ya era uno los habituales entretenimientos en las orgías de los patricios, generales, césares y personajes de alto status de la sociedad. Las exhibiciones de escenas eróticas y de mujeres desnudas o ligeras de ropa, han sido utilizadas como reclamo por los directores, productores de espectáculos, guionistas etc. para atraer a un determinado sector del público, ávidos de contemplar escenas más o menos cargadas de erotismo.

Algunos recordamos todavía una excelente película de Cecil B. DeMille del año 1.934, titulada “Cleopatra” protagonizada por una adolescente Claudete Colbert, en cuyo filme, (ambientado en el año 48 a.C., en tiempos de Julio César), la joven Cleopatra se introduce, completamente desnuda, en una gran bañera llena de leche de burra, para bañarse en ella. El contraste de la impoluta piel  blanca de la muchacha, con sus ojos negros y sus sensuales labios rojos, resultó ser de una tal plasticidad que la escena, que en sí estaba cargada de erotismo, sin embargo, resultó ser tan artística y pura, como si hubiera salido de la paleta del  mismísimo autor del “nacimiento el Venus”, J.A.D. Ingres. Desde entonces han transcurrido muchos años en los que, los desnudos, han proliferado, tanto en espectáculos, películas, carteles de propaganda como en cabarets y salas de fiestas. Sin embargo, desde que el feminismo adquirió carta de naturaleza con la aparición de las sufragistas en Inglaterra, se produjo un enfrentamiento de aquellas puritanas que pedían la igualdad con los hombres, tanto en las universidades como en el resto de trabajos y ocupaciones, reclamando la posibilidad de votar, lo mismo que lo hacían los hombres, y ocupar cargos públicos y políticos; con las artistas y mujeres que, de una forma u otra, negociaban con su cuerpo o imagen.

Aquellas revolucionarias señoras se oponían tajantemente a que la mujer fuera un simple objeto sexual, que se prestase a posar desnuda o a actuar, delante de los hombres, ligeras de ropas. De hecho, en la actualidad, las feministas a la antigua usanza, las de trazo grueso, siguen en su lucha por suplantar a los hombres, sin aceptar que se las considere iguales a los del sexo contrario, sino que pretenden que se establezcan cuotas, preferencias por razón de sexo e incluso paridad en cargos políticos o en los mismos consejos de administración de las empresas. Por ello, nos cuesta entender esta nueva moda, consistente en desnudarse en signo de protesta o reivindicación, que empezaron a poner en práctica las defensoras de los animales, en EE.UU, contrarias a la matanza de bestias salvajes para usar sus pieles para confeccionar costosas prendas de abrigo y que, ahora, se ha ido generalizando tanto que, cualquier excusa, sirve para que las mujeres y también algunos hombres, aprovechen para exhibir en la vía pública sus intimidades.

Protestas contra el Gobierno; protestas contra la ley del aborto; protestas de los homosexuales o celebraciones del día gay; protestas contra la Iglesia (incluso el cardenal Rouco fue atacado por unas furiosas feministas) etc. Todo sirve de excusa para airear aquellas partes del cuerpo que suelen mantenerse fuera de la vista. Las Pussy Riot (Coños alborotados), las Femen (lideradas por una estudiante, Lara Alcázar) y otras que tampoco tienen remilgos a la hora de exhibir sus desnudeces; se han convertido, con sus torsos pintorreados y sus cuerpos completamente desnudos en una de las más recientes formas de protesta.

Uno, que ya no cree en los Reyes Magos, que desconfía de todo aquel que sea bípedo y sepa hablar (excluidos los loros), teniendo en cuenta lo que se ha hecho de la antigua moral, de las buenas costumbres, de los matrimonios cristianos y de la vergüenza, decencia y decoro de una parte de la juventud, ganada por la filosofía materialista y relativista; tiene el convencimiento de que, lo que se esconde en este afán de exhibir el cuerpo desnudo no es más que una forma de sexualidad, de un afán vicioso de mostrase al resto de las personas en porretas y de entregarse al exhibicionismo que, por raro que pueda parecer, no parece que preocupe a muchas de las personas que tiene que padecer semejantes espectáculos.

Lo cierto es que, no sé si será mera casualidad o será fruto de la decadencia de una sociedad que ya está llegando a las cotas más bajas de autoestima, de degradación, de pérdida de valores o de mero pasotismo; el caso es que hacia donde uno dirija la vista no se encuentra más que egoísmo, insolidaridad, delincuencia, fraudes, vicios y chabacanería. Es posible que fomentando la paulatina degradación de los valores de la nación; intentando fomentar la desmembración de la patria, creando murallas de odio y desapego entre todos los españoles y pervirtiendo a nuestra juventud; se les haga el juego a quienes su objetivo es conseguir la destrucción de España, su fraccionamiento y su entrega al nuevo comunismo, que es quien se esconde detrás de esta pantalla de agitadores, manifestantes, kale borroca, anti sistema y estos grupos, aparentemente apolíticos pero que, como ha ocurrido con los del 15M o los de la plataforma de Ada Colau contra las Hipotecas van minando, poco a poco, el orden, la Justicia, los partidos políticos y la seguridad de los ciudadanos. Pretenden desautorizar a las fuerzas del orden, les preparan encerronas y buscan que les hagan heridos, para filmarlos y después exhibirlos por Internet para hablar de la “brutalidad” y de la falta de contención de la policía o la Guardia Civil. Y se les consiente, se cede y se mira hacia otro lado.

Resulta curioso que las feministas, estas que van al frente de la manifestación contra la Ley del Aborto (al menos las de la primera fila, ninguna de ellas se encuentra en edad fértil); no se hayan rebelado contra tal culto al cuerpo; tales muestras de falta de madurez; tal exhibición de griterío y gestos procaces, que en nada ayudan a la verdadera causa del feminismo, empeñada en demostrar la sensatez, la seriedad y la capacidad de las mujeres para asumir puestos de responsabilidad. ¿Qué ha ocurrido con todas aquellas que protestan cuando una modelo se muestra en traje de baño en un cartel?, ¿acaso las inscripciones en el cuerpo desnudo de estas activistas no son una forma de venderse? No sé, señores, pero a mi me preocupa que, los que protestan en nuestro país, demuestren tan poca solvencia intelectual y tanta apariencia simiesca.
 
 

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