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Diario YA


 

la caldera sirio-iraquí sigue incandescente

Quienes mecen la cuna del conflicto sirio

José Luis Orella. Las agencias de información siguen enviando imágenes de las últimas atrocidades que se cometen en el territorio dominado por los islamistas del Daesh. Entretanto, una marea humana pretende anegar la Unión Europea de refugiados y pone en situación crítica su pretendida imagen humanitaria de ser un hogar para todos los perseguidos del mundo.  Los poderes económicos europeos que han apoyado las medidas antinatalistas en el continente, se maravillan de la masa juvenil  que huye de ser reclutada en su país para luchar, y aspira a que se integre como mano de obra superbarata en la UE. La recuperación económica europea depende de disponer de una clase de metecos que trabajen para los libres ciudadanos de la democracia ateniense (Europa en la actualidad). Sin esta razón, no se explica, que las mafias orienten esta masa humana a través de Turquía hacia Europa, estando el paraíso petrolífero tan cerca, donde una sociedad islámica suní recibiría con los brazos abiertos a sus hermanos de religión.
Por otro lado la caldera sirio-iraquí sigue incandescente, mientras no se eliminen las ayudas internacionales  al conflicto, que ha convertido a los sirios en marionetas de sus propios aliados. La heterogénea rebeldía suní, nunca ha pretendido un régimen pseudodemocrático, sino instaurar la hegemonía suní , a través de organizaciones radicales religiosas, que por el poco apoyo de la población autóctona inicialmente, tuvo que importar a miles de fundamentalistas extranjeros que ayudasen a construir el nuevo régimen. Sin la instrumentalización de una religión que carece de una autoridad oficial de carácter universal, es fácil de manipular, más cuando se tiene el apoyo de Turquía, Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y los Emiratos, que pretenden homogeneizar el islam en su variante más radical.
A nivel estratégico, la aparición de instructores europeos entre los rebeldes islamistas, tenían la función de convertirles en una fuerza regular que pudiese hacer frente al ejército regular sirio, que lejos de desintegrarse, ha conseguido mantener el control de los centros urbanos que reúne el 80 % de la población del país. La caída del gobierno sirio sería letal para un Irán chií, que intenta ser potencia en la región, pero su único apoyo son las minorías marginales chiíes o alawíes. Su alianza, con los chiíes de Iraq, alawies sirios del gobierno y la milicia chií libanesa de Hezbollah, es el cimiento de la presencia Irán en el exterior de su país. La determinación con la que iraníes, iraquíes milicianos de Hezbollah, incluso los hazaras afganos, luchan a favor del gobierno sirio, es una lucha que se corresponde al juego de ajedrez entre Teherán y Ryad.
Como en todos los conflictos, los inocentes son quienes ponen los muertos, ante un conflicto en el que todos tienen intereses. Hasta Rusia aumentaba su presencia militar frente a la amenaza yihadista, aunque en realidad, es para preservar un régimen que garantiza a la flota rusa su presencia en el Mediterráneo oriental. Entretanto, los países surgidos hace un siglo del desmembramiento del Imperio Otomano, parecen disolverse por la injerencia de los expertos internacionales. Iraq cimenta cada vez más una tripe realidad kurda, chií y suní, ésta última en manos del Daesh, ante la represión sufrida últimamente por los chiíes. En Siria, las minorías luchan a muerte junto al gobierno, no por afinidad ideológica, sino por simple supervivencia ante las matanzas protagonizadas por los rebeldes, que se ve contestadas por las milicias gubernamentales. A su vez, los jóvenes sirios, educados en una cultura globalizada, huyen de los mensajes de sirena que unos y otros, a favor de una vida tranquila en Europa, donde puedan ejercer sus estudios superiores. Sin embargo, no saben que son el instrumento laboral que favorece la eliminación de las conquistas laborales, y los convierte en el objetivo de odio de una población europea, que la nueva economía globalizada convierte en marginal y subsidiaria de unas ayudas, que ya han desaparecido desaparecido.
 

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