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Diario YA


 

Qué listos somos los españoles

Enrique De la Puente
¿Quién no ha oído eso de “ya lo decía yo”? y no me refiero al soniquete agorero de aquella tía que, al quedarse soltera, vivía en la casa de nuestros padres y se pasaba la vida vigilándonos cuando éramos  niños y jugábamos como se jugaba antes, cuando no había esas dichosas maquinitas que aíslan a los niños de ahora, es decir mezclándonos con otros niños y saltando o corriendo detrás de una pelota y sin dejar de oír a nuestra tía “que te vas a caer” una y otra vez, hasta que como es lógico alguna vez nos caíamos y se oía la sentencia de nuestra tía, esa de “ya lo decía yo”. No me refiero a eso, sino a las sentencias sabihondas de los que presumen de saberlo todo y te cuentan en voz baja que lo que ha pasado, ya te lo habían contado antes de que pasara.
El “estar enterado” es uno de los vicios o una de las características de los españoles, pero no se refiere a tener el conocimiento de los sabios o sin llegar a tanto, de los profesionales de cualquier materia, basta con escuchar a los que se paran a ver, por ejemplo, las obras en la vía pública y “dan clase” sobre cómo debería moverse una grúa o por que la obra está mal proyectada, no, se refiere a lo que va a pasar. Cómo nos gusta profetizar sobre lo que va a ocurrir y lo hacemos con frecuencia; pero cuando las cosas pasan y no se ajustan a las predicciones,  la mayor parte de los españoles no asumen  que se han equivocado y cambian la versión de la predicción hecha por otra más acorde con lo que ha pasado y esto lo hacemos sin el menor atisbo de vergüenza, para añadir a continuación eso de “ya lo decía yo”. Y lo peor es que el español cree saber de todo y opina sobre lo que sea, cualquier tema es posible para un español; sí, así somos los españoles. Como contrapartida a esta característica está el no saber escuchar, porque como ya estamos enterados y nuestra versión vale más que la de los demás, para qué vamos a escuchar otras opiniones.
Bien es cierto que cuanto más sabemos, cuanto más culto es el español, más prudente se vuelve, pero los diferentes proyectos educativos que cada partido político que llega al poder va imponiendo a los niños españoles, junto al problema de las maquinitas, ya citado, están consiguiendo que la cultura de las sucesivas generaciones de jóvenes, cuando acaban sus estudios, va cada vez más a peor. Y así pasa que muchas de las características de una buena formación, como la capacidad de razonar con lógica tampoco se detecta en muchos de los españoles actuales, que cada vez tienen una formación menos completa, por calificarla de manera suave.
En la sociedad en la que vivimos se requiere un nivel de conocimiento para todo, que antes no era necesario y así para realizar cualquier actividad es necesaria una formación que antes no era precisa. El mozo que en las estaciones llevaba la maleta del viajero no necesitaba más que la fuerza requerida para soportarla, mientras que ahora debe saber manejar los vehículos donde se transporta no una sino muchas más. La revolución industrial y la aparición de las máquinas exigieron una especialización del individuo para poder desenvolverse en el nuevo mundo del trabajo. Ahora, con la incorporación de la inteligencia artificial a las máquinas, parece que no va a ser necesaria esa especialización, pero sí una cualificación, que según dicen algunos se adquiere con el uso de las maquinitas. Esto no es nuevo, recuerdo que en una ocasión un compañero de trabajo entró en mi despacho y me comentó que mi secretaria estaba haciendo solitarios en el ordenador, a lo que yo contesté que no, que lo que estaba haciendo, siguiendo mis consejos, era aprender a utilizar el “ratón”, una forma de enseñar que me ha gustado utilizar, pero bueno, esto no viene a cuento; sigamos con el artículo.
En la mayor parte de mi actividad profesional he trabajado en “planificación” y por tanto he tenido que hacer muchas previsiones, pero éstas no tenían nada que ver con eso del “ya lo decía yo”, eran el resultado del análisis de unos datos y del estudio profundo de las diferentes opciones que presentaba cada alternativa considerada y todo eso se hacía por un equipo de muy buenos profesionales, pues salvo en raras ocasiones, he tenido la suerte de contar con ellos o estar integrado en equipos de ese tipo. Por eso cuando escucho a esos “enterados” que sin el menor pudor intelectual pronostican el porvenir, porque conocen a alguien que les ha comentado algo, claro que ese algo sólo lo saben ellos, o bien por su experiencia de cómo funcionan las cosas, o simplemente porque son tan listos que son capaces de llegar a unas conclusiones a las que no son capaces de llegar los demás, pienso en que ese vicio o característica, como quiera que se califique, sique siendo muy común en nuestra sociedad. No hay mas que encender la televisión, para esto es mejor la televisión que la radio, porque además de oír lo que dicen puedes ver los gestos de suficiencia, y conectar cualquier canal en el que haya un debate y perder algún tiempo, prestando atención a lo que se diga del tema que se trate, porque eso da lo mismo. Y lo peor es que piensas que los contertulios son personas escogidas por los presentadores del programa, es decir, se les supone una cierta preparación, cualificación o como se quiera considerar, aunque pienso que en muchos debates la inclusión o no de determinados contertulios se deberá probablemente a la intención de crear polémica, para que el debate sea más entretenido para el espectador. Cuando los comentarios se les escuchan a personas menos “selectas” que son entrevistadas en la calle, se llega a veces a oír auténticos disparates, aunque estos tienen disculpa, porque de alguna forma se les coge de sorpresa.
Cuando el “enterado” de turno además es conocido por su dinero o por su fama, sea esta adquirida a veces por causas completamente ajenas a la intelectualidad, a la inteligencia, o al trabajo, el resultado puede ser peligroso para la sociedad, ya que el voto de sus admiradores puede llevarle a ocupar cargos, en los que administre recursos con los resultados que se están viendo en algunos de los puestos de responsabilidad de la Administración. Pero como los españoles somos tan listos, no tienen ningún problema con la toma de decisiones, sin vergüenza alguna cuando se equivocan y además facilitando que los de los partidos contrarios puedan decir eso de ya lo decía yo.