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Diario YA


 

carta abierta a «los hermanos masones»

Ravasi y la Masonería

J.Mª. Manrique. El pasado 14 de febrero el Cardenal Gianfranco Ravasi, responsable de cultura del Vaticano (Presidente del Colegio Pontificio para la Cultura, uno de los doce que forman la Curia Romana), escribió en el diario Il Sole 24 Ore una carta abierta a «los hermanos masones» en la que pedía superar «esa actitud de ciertos ambientes integristas católicos que han recurrido al arma de la acusación categórica de la pertenencia a la masonería», hablando de tender «puentes y no muros» , a la vez que recordaba que muchas `Respetables Logias´ inglesas se nutren del clero de la Iglesia Anglicana y que fue un pastor presbiteriano quien redactó las Constituciones de la Masonería Regular.

Lógicamente, poco después la Masonería española (Gran Logia de España) lo consideró un `avance´ en el boletín que envía a la prensa semanalmente, expresando que «el Vaticano llama a un diálogo con la Masonería basado en los `valores comunes´.... y que “el diálogo entre la Iglesia y la Masonería Española es un hecho desde hace varios años; en torno a 25 personas participaron en el último encuentro de tres días, celebrado en la Hospedería del Monasterio de Poblet, sobre Masonería y Cristianismo; la mayoría de los participantes pertenecían a la Iglesia Católica y a la Gran Logia de España … “14% de los masones españoles se autodefine católico romano, sin que sientan oposición alguna entre su fe y la vivencia fraternal con todos los hombres que les propone la Masonería”» .

Permítaseme hacer una mínima glosa de la figura del cardenal: reconocido como un experto en la Biblia, aunque haya sido capaz de decir que del maná que «era el producto de un tamarindo de la estepa, de cuya corteza cortada salía una especie de leche muy nutritiva» (Ravasi, Gianfranco, Según las Escrituras, doble comentario a las lecturas del domingo, Año B, Editorial San Pablo, Bogotá, 2005, página 218), Benedicto XVI lo eligió en 2009 para el encuentro con las demás religiones en el foro denominado «Atrio de los Gentiles» (un intento de evangelización que aquel Papa quiso luego reconducir), y Francisco I lo eligió para que se uniera al grupo oficial del relator (Cardenal Peter Erdo), el secretario especial (Obispo Bruno Forte) y el secretario general (Cardenal Lorenzo Baldisseri) del Sínodo de la Familia, precisamente en octubre de 2014, a pocos días de que concluyera y contra la costumbre de sínodos anteriores.

En ese nuevo grupo de seis padres conciliares `relatores´, de la máxima confianza del Papa, se encontraba también el argentino Arzobispo Víctor Manuel Fernández, Rector de la Universidad Católica Argentina, y el Superior de los Jesuitas, el español Adolfo Nicolás, además del cardenal Donald Wuerl (Arzobispo de Washington DC), el arzobispo mejicano Carlos Aguiar Retes, y el presidente de la conferencia episcopal coreana Peter Kanh U-Il. Sin la menor duda, el Cardenal Ravasi, dadas sus responsabilidades y la confianza que el Papa ha depositado en él, no actuó por propia iniciativa, tanto más cuanto que no ha habido ninguna rectificación al artículo citado. Pero, como dice el Eclesiastés, «lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol» (Ec.1:9). Quiero decir, que, con ser muy grave, a mi modesto entender, el que un `ministro´ de la Curia Vaticana haya hecho esas declaraciones no contestadas, el problema está en que hace mucho tiempo se ha ocultado, por no decir, cambiado, el magisterio de los Papas anteriores al Concilio Vaticano Segundo sobre la Masonería.

El Código de Derecho Canónico de Juan Pablo II (1983; quien mandó retirar el exorcismo al final de la Misa, la oración a San Miguel de León XIII), en su canon 1374 decreta: «quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación ha de ser castigado con entredicho»; pero, respecto al Código de Benedicto XV (1917; canon 2335; Juan XXIII, al convocar el Concilio Vaticano II, anunció su reforma), supuso dos novedades: la pena no es automática y no se menciona expresamente a la masonería (tampoco al comunismo). Lo llamativo es que, un día antes de que entrara en vigor, se publicó un decreto de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger (luego B. XVI) en el que se expresaba que el criterio de la Iglesia es mantener las anteriores condenas : Clemente XII (1738), Benedicto XIV (1751), Pío VII (1821), León XII (1825), Pío VIII (1829), Gregorio XVI (1832; consiguió los planes de infiltración en la Iglesia de la logia masónica carbonaria `Alta Vendita´ ), Pío IX (1846, 1864,1869, 1873; para quien la «Sinagoga de Satanás» es la masonería), León XIII (1881, 1882,1884, 1890, 1898, 1902) y Benedicto XV (1917).

Pero la confusión estaba creada y muchos se sustentan en ella. También tenemos que tener en cuenta que la lucha metahistórica entre el bien y el mal, entre la Iglesia y lo que el propio Jesucristo denomina «Sinagoga de Satanás» en El Apocalipsis (Ap. 2:8 y 3:9), ha sido constante y ha dado episodios bastante reveladores. Recojamos tres solamente: el antipapa judío Anacleto II (Pietro Pierleoni, †1138); los cardenales Pole y Morone a los que se vetó en los cónclaves estar influidos por la herejía de Juan Valdés (1509-1541), marrano español, al decir de Francesco Ricossa (ver Notas), y que nada tiene que ver con el del anuncio de café, quien postulaba la necesidad del `nicomedismo´ (reformar la Iglesia desde dentro y ocultando las intenciones); y el Cardenal Mariano Rampolla, otro criptojudío que había sido nada menos que Secretario de Estado con León XIII (el de las múltiples condenas de la Masonería), a quien el veto del Emperador de Austria-Hungría Francisco José I propició que no fuera elegido Papa en 1903, al acusarlo de ser miembro de la masónica y luciferina Ordo Templi Orientis (OTO, cuyo lema oficial del OTO era y es Deus est Homo, «Dios es el Hombre»), sobre lo que hay dudas .

A lo anterior hay que añadir muchos otros episodios, que, telegráficamente, resumo: - La policía de la Francia de Petain encontró en los archivos de las logias el programa de cómo conseguir algún día sentar a uno de los suyos en la Silla de Pedro, más o menos lo que el marqués Alexandre Saint-Yves d’Alveydre (1849-1909) , y también el jesuita Paul Roca (1830-1893; masón grado 33, que residió en Cataluña y anunció el Vaticano II), escribieron con relación a la Sinarquía, un proyecto en los años 1880-1890: … «de modo que los católicos, creyendo obedecer al Papa, sigan a uno de los nuestros». En su estela se encontraban numerosos antiguos consagrados: los sacerdotes (abates) franceses Roca, Melinge (Doctor Alta), Lacuria, Jeannin, Loisy, Sauniere, Constant (Eliphas Levi), Boudet, Gellis, etc . - Bella Dodd, comunista norteamericana (asesora jurídica del partido), dijo a principios de los años cincuenta del siglo pasado que «en los años de treinta nosotros (los comunistas) colocamos a 1.100 hombres dentro del sacerdocio para poder destruir la Iglesia desde adentro … (que) ahora mismo ellos están en los lugares más altos dentro de la Iglesia».

También que «había tratado con no menos de cuatro cardenales dentro del Vaticano quienes estaban trabajando para nosotros». Anatoliy Golitsyn, ex agente de la KGB que desertó en 1961 y `predijo´ en 1984, la caída de la URSS, confirmó esta penetración en `pinza´ con la Masonería. Recordemos los libros de Ricardo de la Cierva: La infiltración, La Hoz y la Cruz - Auge y caída del marxismo y la teología de la liberación, y Las Puertas del Infierno, Fénix. Madrid, 2008, 2007 y1995. - En las sesiones (1962-63) del Concilio Vaticano II, el obispo de Cuernavaca (Méjico), Mons. Méndez Arceo, pidió que fueran derogadas las leyes eclesiásticas contra la masonería. Luego hubo obispos que dieron conferencias en logias, tal que el Arzobispo de Aracajú (Brasil, en 1969) y Mons. Pezeril (Auxiliar de París; 1971), por no hablar las experiencias en Marsella de Mons. Etchegaray, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa y que tanta relación ha tenido con el separatismo vasco y ETA. - El periodista Mino Pecorelli, que había sido miembro de la Logia P-2, en 1976 facilitó la publicación de una lista de 124 (116 inicialmente) cardenales, obispos, sacerdotes y empleados del Vaticano masones. Estaban incluidos los cardenales/obispos Bea (Secretario de Estado con Juan XXIII y Pablo VI), Casaroli (Secretario de Estado con Juan Pablo II), Villot (Secretario de Estado con Pablo VI), Bugnini y Noe (los de la nueva liturgia de la Misa), Lienart (cabeza de los progresistas en el Vaticano II), Suenens (modernista), Marcinkus (presidente del Banco del Vaticano), Dadaglio (Nuncio en España), Baggio (Prefecto de la Sagrada Congregación de los Obispos) y decenas de obispos

. En 1979 fue asesinado con dos disparos en la boca y varios más. - Y luego, multitud de actos, refrendados por fotografías de prensa, de consagrados revestidos con la ropa litúrgica del día y ataviados con el mandil típico, funerales católicos por grandes maestres (p.ej.: el de Luis Salat, de la Gran Logia de España, 1996) por no hablar de la descarada propaganda masónica de sacerdotes tales como José AntonioFerrer Benimelli, Javier Cortés, Enrique Menéndez Ureña, Pedro Álvarez Lázaro y un largo etcétera. Concluyo: lo que ha cambiado en la confrontación (e infiltración) Masonería-Iglesia es, en parte, el procedimiento, pues aparentemente ya no hay ataques frontales, y el ritmo, porque ahora se ha entrado en una etapa de explotación de los éxitos anteriores en la que ya apenas se guardan las formas y se actúa claramente. Lo cual, por lo demás, indica lo terrible de los momentos actuale. J.Mª. Manrique 8-III-2016 La Iglesia y la(s) Masonería(s) en España 6 noviembre, 2012 | Jose María Manrique http://tradiciondigital.es/2012/11/06/la-iglesia-y-las-masonerias-en-esp... Comentando el último libro del Padre Manuel Guerra Campos Masonería, religión y política (Editorial Sekotia, Madrid, 2012), D. Francisco José de la Cigoña escribió recientemente un artículo titulado La masonería hoy. ¿Dónde? en el que se preguntaba sobre la verosimilitud de un documento, supuestamente masónico y firmado por Antonio García Borrajo a final del pasado siglo, que le habían hecho llegar y en el que se daba el nombre de un obispo, el cual había sido “elevado por interés general de la Orden al Grado de Soberano Príncipe Rosa Cruz, Grº 18ª, con fecha 11 de junio de 1987”. Es difícil, sin verlo y sin pruebas periciales, y mucho más sin conocer el nombre del tal obispo, pues ninguna de esas facilidades da De la Cigoña, afirmar si es verídico el documento, pero sí podemos ponernos en contexto.

No se trata de recalcar las tintas negras de nuestra Santa Madre Iglesia, se trata de verlas y, sobre todo, prevenirlas, empezando por la oración, ya que “el abandono y la confianza en Dios no nos llevan de ninguna manera a la pasividad, que en muchos casos sería negligencia, pereza o complicidad; hemos de combatir el mal físico y el moral con los medios que están a nuestro alcance, sabiendo que ese esfuerzo, con muchos resultados o aparentemente con ninguno, es grato a Dios y origen de muchos frutos sobrenaturales y humanos” (Meditación del día 31-10-2012; miércoles 30ª semana de tiempo ordinario). Tampoco de hacer un prolijo ensayo. Solo nos proponemos recoger unos trascendentales testimonios. Dejemos de lado a esos obispos y sacerdotes brasileños, tan aficionados a regalarnos en estos pasados meses con actos y celebraciones religiosas con masones (Misa conmemorativa masónica en Brasil; Aberración:¡Misa para celebrar el “Día del Masón”!). Dejemos también de lado, con la nariz tapada, a esos sacerdotes, tan “expertos” en masonería(s) como el “jesuita” Ferrer Benimeli, por no hablar del muy equívoco Cardenal Schönborn (el papable mejor situado en algún momento y quien tuvo antecesores, ¿e inclinaciones?, masónicas: ¿Es el Cardenal Christoph Schönborn masón?).

Olvidémonos que el Papa Pablo VI mandó retirar el exorcismo al final de la Misa (oración de León XIII a San Miguel); por cierto, está admitido que fue masón el Cardenal Rampolla, Secretario de Estado de León XIII, quien habría sido Papa si no llega a ser por el veto que el Emperador de Austria interpuso a través del Cardenal Puzyna; posiblemente esta fue la gota que hizo que el Imperio Austro-Húngaro fuese desmembrado al final de la Primera Guerra Mundial. Muy sospechosos de lo mismo han sido el Cardenal Jean Villot, Secretario de Estado de Pablo VI y quien fue su Secretario, Monseñor Jordan, Arzobispo de Reims. No silenciemos que Monseñor Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, abogó a favor del levantamiento de todo anatema contra la Masonería, en las Congregaciones Generales XXXV, LXXI y XC del Concilio Vaticano II y que, curiosamente, el nuevo canon no mienta explícitamente ni a la(s) masonería(s) ni al comunismo. De Monseñor Bugnini y sus destrozos litúrgicos (“acomodados en las traducciones”) mucho se ha dicho ya.

El exorcista Padre Amorth coincide con el Padre Malachi Martin en la infiltración en la Iglesia: “Hay sectas satánicas en el Vaticano”; nadie le ha desmentido, ni él lo ha hecho. Pero, centrándonos algo más, De la Cierva, nada extremista, escribió (La masonería invisible, Pag. 263,Editorial Fénix, Madrid, 2002): “Por estudios personales convergentes, me inclino a favor de la verosimilitud masónica de monseñor Luigi Betazzi, obispo de Ivrea, muy relacionado con el movimiento marxista de Pax; del jesuita promasónico Giovanni Caprile; del Nuncio en España, monseñor Luigi Dadaglio y su consejero monseñor Pasquinelli (nombres que aparecen en las listas de la Logia P2 y que tanta trascendencia tuvieron para la iglesia española, junto con los nombramientos de aquellos numerosos obispos auxiliares “extraconcordatarios”)… del padre Giulio Ricardi, promotor máximo de la teología de la liberación…” Nuestro Fal Conde dijo que eran masones todos los obispos portugueses que conoció en 1937-9, durante su exilio.

El Cardenal Arzobispo de Tarragona, D. Francisco Vidal y Barraquer, que salvó la vida de milagro (gracias a la Generalidad Catalana) escribió en junio de 1937, desde Roma, al Cardenal Gomá: “Apenas acaba la lucha, la revolución y los enemigos de la Iglesia empezarán su obra demoledora, contando con auxiliares y cómplices dentro de nuestras filas; la experiencia lo ha demostrado ya” (Blas Piñar: La Iglesia y la Guerra Civil Española de 1936 a 1939, pág. 158, Editorial Actas, Madrid, 2011). También Blas Piñar, respecto a la “iglesia taranconiana”, recoge estos reveladores testimonios en Escrito para la Historia, (Religión y Política, Cap. 15, Pag. 428): “No puede marginarse aquí -porque revela un cambio de actitud- la relación entre la Iglesia y la masonería. Aquélla, declaraba que esta última era hostil a la Religión católica. Pero algunos obispos y sacerdotes comenzaron a entenderlo de otro modo, como el cardenal Tarancón y monseñor Echarren. El primero dijo: Estoy contento por la legalización de la masonería (Rueda de prensa en Málaga. El imparcial, de 25 de mayo de 1979).

Sobre la masonería hizo también el cardenal unas declaraciones a Ángel María de Lera, que este publicó en su libro La masonería que vuelve (Editorial Planeta, Colección Espejo de España, Barcelona, 1980; páginas 84 a 90). En ellas, luego de criticar la machaconería con que durante cuarenta años se le atribuyeron todos los males de España, manifiesta que, a través de los obispos de otras naciones, supo que la Masonería (era) una obra más bien humanitaria y benéfica; diríamos que religiosa ; añadiendo que no hemos sido justo en la apreciación de la masonería, por lo que le parece muy bien (su) legalización en España, a fin de que pueda expresarse libremente sabiendo que la Iglesia es partidaria de la libertad religiosa.

La misma actitud con respecto a la masonería es, sin duda, la del obispo de la Diócesis de Canarias, don Ramón Echarren, que, según publicaba el diario La Provincia, de Las Palmas, el 26 de abril del año 2000, recibió en su Palacio a los grandes maestros Sarobe y Robaina. El señor obispo manifestó a los periodistas que no estaba de acuerdo con el anticlericalismo que en algunas ocasiones se ha intentado atribuir a la masonería. Este cambio de postura de algunos prelados -que coincide con la de los jesuitas Álvarez Lázaro y Ferrer Benimelli- puede tener explicación en el hecho de que así como el canon 2935 del antiguo Código de Derecho canónico, condenaba explícitamente pertenecer a la masonería con la pena de excomunión, el canon 1374 del Código vigente, no hace mención expresa de la misma.

En el citado libro de Lera (páginas 196 y 197), Antonio Villar Masó, a la sazón Gran Maestre Adjunto del Grande Oriente Español, en 1977 y formando parte de una comisión compuesta por el Gran Maestre (Jaime Fernández Gil de Terradillos) y el Gran Orador (Antonio García Borrajo), la misma que luego visitó al Ministro del Interior (Martín Villa), da el siguiente testimonio de la entrevista con Monseñor Iribarren, Secretario de la Conferencia Episcopal y el colaborador más calificado de Tarancón: “… quedó bien claro que en esta nueva etapa, que es nueva no sólo para la Masonería, sino también para la Iglesia después del Concilio Vaticano II, no existía ningún motivo de hostilidad entre ambas instituciones y sí muchas razones, no ya para una coexistencia pacífica, que parece más bien un estado de hostilidad contenida, sino para una coexistencia cordial y armónica….

La Iglesia católica tiene sus fines y su clientela; nosotros tenemos, asimismo, nuestros fines y nuestra clientela, en la que puede haber, y hay, católicos integrados. Quedamos en este entendimiento…”. Por cierto, con relación a la entrevista de Tarancón con De Lera, Ramiro SANTAMARÍA escribió en su ¿Quebrantó el cardenal Tarancón el secreto sobre la reforma del Código de Derecho Canónigo? : “¿Estaba bien informado el cardenal Enrique y Tarancón, ex presidente de la Conferencia Episcopal española cuando hace más de un año manifestó al un día seminarista en Vitoria, hoy apologista de la masonería, Ángel María de Lera, que sería pronto derogado el canon 2.335 que condena con pena de excomunión a los masones? ¿Quebrantó entonces el arzobispo de Madrid-Alcalá el secreto sobre el proyecto que la comisión especial vaticana envió para su estudio hace dos años, a todos los obispos del mundo sobre la reforma del Código de Derecho Canónico? La noticia, que ha sorprendido a muchos católicos españoles, sobre la supresión de la excomunión para la masonería nos la ha ofrecido en primicia nacional el periódico Región de Oviedo en su edición del pasado 21 de octubre de 1981.

Según parece, el diario asturiano está bien relacionado con determinados clérigos, allegados al obispo de Oviedo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Díaz Merchán” (revista Fuerza Nueva, noviembre 1981). Tarancón escribió en Cartas Cristianas: “la política es principalmente arte de realidades más que de principios; existen principios que habrán de orientar toda actuación política (pero) ésta deberá atemperarse por necesidad a las realidades de cada país, de cada época histórica y aun a las posibilidades de una gestión eficaz”.

El escrito de Tarancón refleja el imperante relativismo masónico, en el que el bien y el mal se definen según las circunstancias o, lo que es lo mismo, por mayoría de votos o por acuerdo entre los que negocian (Los Masones, Agustín Celis Sánchez, Ed. Albor Libros, Madrid, 2005). Quede este somero resumen como marco en el que encajar las diversas “inexplicables” actuaciones de las que hemos sido, y seremos, testigos. J.Mª. Manrique Una respuesta para La Iglesia y la(s) Masonería(s) en España 1. Fidel 6 noviembre, 2012 a las 18:58 Gracias D.José María por su artículo. Y como pruebe de que la cosa va en serio ahí les mandó unos datos sobre lo que pudo ocurrir en otro pais católico como Polonia en este tema de infiltración en los más altos cargos de la jerarquía si no de masones sí de colaboradores de la policia comunista. 23/02/12 INFOCATÓLICA En enero de 2007 nombra Roma como arzobispo de Varsovia a un excolaborador de la policía comunista: STANISLAW WIELGUS

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