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Diario YA


 

NO ES ARTE TODO LO QUE LUCE

Robos de cartón piedra

¿Dígame que nunca se ha imaginado como Kevin Spacey robando un valioso cuadro a un malvado y depravado  coleccionista?

Jorge Llopis Planas. Perito Tasador  y Judicial en Arte y Antigüedades.
¡¡Ay Hollywood , Hollywood…!!. Para “desconectar”, como dicen los cursis (yo nunca desconecto. No soy una máquina), Para entretenerme un buen rato y abstraerme del Todo,  escojo entre encerrarme y quedarme medio ciego poniendo drizas y cuadernas en la maqueta del barco de turno;  Sentarme en una terraza y oír las conversaciones de adolescentes de 18 años y en temporada, observar el ir y venir de guiris en mi querido Magaluf  (¡Oiga desde una perspectiva absolutamente de investigación sociológica, no se vaya usted a creer, que soy un chafardero como el 98% de los mortales!) y de vez en cuando una “peli”.

Si voy al cine o escojo película en la programación de TV, les aseguro que si puedo no me las pierdo. Mi  subgénero favorito es el de la comedia que gira alrededor del timo y el gran atraco ¡O robo de arte!. Entonces me transformo y me pongo pesado como un crío “quiero ver esta, quiero ver esta, quiero ver esta, quiero ver esta, quiero ver esta...” , hasta que  mi esposa, que en el fondo le encanta verme haciendo de niño caprichoso, hace como que cede.

No me lo pueden negar. El robo de arte es realmente cinematográfico. Lo tiene todo para pasar una hora y media embobado comiendo y desparramando compulsivamente palomitas: Un entorno exclusivo, una obra de arte de valor incalculable (aquí da igual que sea un diamante imposible, un cuadro de Monet o la dentadura de madera de George Washington); Un cambio de roles de protagonistas donde  el “bueno” es el pillo encantador. El malo es el coleccionista codicioso. El tonto es el jefe policía al que engañan y confunden hasta la desesperación y la chica es una ratita de biblioteca ingenua  e integra que siempre está buenísima (atención opositores: siempre hay una oportunidad…). Alrededor una trama rocambolesca para hacerse con la codificada pieza, donde los gatgets del ladrón, normalmente una navaja suiza o un chicle en el peor de los casos y en el mejor unos dispositivos creados por un “Friki” marginal (esto es lo único plausible) que inutilizan la tecnología y medidas anti robos mega sofisticados (atención técnicos de la CIA, el Mossad, el MIT, la NASA y lavadoras Balay: En la Puerta del Sol siempre podrán vender lotería).  Y  siempre  la escapada final a un paraíso sin convenio de expatriación o deportación (por cierto me gustaría saber cual es) y la moraleja: timar al timador, robar al ladrón o en mejor de los casos robar en un museo (Como hay tantas piezas, una más o menos… ) como le decía: ¿Quién quiere Disney?. Yo salgo del cine o me quedo en el sofá hipnotizado.

Obviamente las hay mejores y peores. En mi opinión el genero del robo de piezas de arte empieza con  la insuperable “Pantera Rosa” (recuerdo que un diamante tallado entra en la categoría de artes aplicadas y joyería) y la tierna “Como robar un millón”  o la desconocida “Tokcapi”. Y de ahí en adelante (con los remakes posteriores). La serie de Clooney  de “Ocean’s Eleven”, “El Caso de Thomas Crown”, “La mejor oferta”, “Ladrón y decente” con Kevin Spacey (¡Atención al titulo)…En fin, incontables ¿No?.

Personalmente, con las que más he disfrutado son aquellas en las que finalmente y después de todo el mogollón que se monta,  al final se pierde la pieza o no la consiguen por lo que sea. No me malinterpreten. No es por aquello de que al final triunfa el bien u cualesquiera moralina barata, sino simplemente por ver que actor es capaz de poner la mejor “Cara de Imbécil” que les queda al final,  ya sean “buenos” (ladrón) o “malos”(coleccionista, propietario, etc.). Aquí los se ha llevado la palma han sido Clooney y Andy  García, Geoffrey Rush, Michael Caine, Marcelo Mastroniani o Vittorio Gassman…Por cierto ¿Películas españolas sobre robos de arte? Lo siento pero ninguna destacable. Simplemente no sabemos tocar el genero y mira que se han hecho un montón sobre robos fracasados…

Seamos honestos ¿Quién no ha pensado o dicho al final? “Panda de idiotas. SI YO LA HUBIESE ROBADO…”, independientemente del fallo de guión o que explique el fallo en la operación (estas son las peores). Al final nos hubiese gustado a nosotros ser los protagonistas  de la aventurita.

Bueno , pues ahí lo tienen. Robar arte resulta sexy, divertido y entretenido. El gran reto ¿No?. Bueno, así es el celuloide: fantasía, porque la realidad es más cutre: El ladrón de arte es un criminal y a veces sanguinario y sin escrúpulos. Les recuerdo que el famoso Erik el Belga cuenta en su autobiografía como empezó traficando con armas. En Francia estuvo condenado a muerte (no creo que fuese por robar tablas góticas en Normandía precisamente). En Irak, Afgansitan, Egipto y otros desgraciados lugares, quien roba la arqueología es “Al Qaeda Art” , división especializada en el espolio, robo y tráfico de antigüedades y arqueología sistemático para financiar el degüelle y terrorismo de esta ralea sin Dios (y menos Alá).

De profesionales altamente especializados, nada de nada: En España les recuerdo que el gran robo lo llevó  a cabo un electricista depresivo que además robaba en el cepillo de la catedral y en casa de Picasso otro electricista se llevo 271 piezas (hombre, bien mirado, si que son técnicos…).

De medidas espectaculares de seguridad mejor ni hablar. “El Grito” de Edwar Munch lo han robado ya 2 veces de la misma manera de la Galería Nacional de Oslo: entrando por la ventana al mediodía y hace un par de años el subdirector del museo del Marfil de Barcelona entro con sus llaves y se llevo varios colmillos de mamut . En el museo Nacional de Río y en plenos carnavales, robaron 6 cuadros (ojito con las piezas)  a ritmo de samba y confeti. Los visitantes también bailaban pensando que era un espectáculo. En algunas iglesias de Francia el mejor sistema antirrobo de sus piezas de arte es organizar novenas las 24 horas del día. No es coña. ¡Y funciona!.

Y en cuanto a la pieza mega valiosa, seamos serios ¿Qué imbécil quiere conservar una obra famosa, catalogada, documentada y perseguida por Interpol? ¿Saben donde está el negocio? En la mayoría de los casos devolverla a la compañía aseguradora y cobrar la recompensa que a veces no llega ni al 5% de su valor TASADO.

Otra cosa es el robo por encargo (los menos y sinceramente, el mito urbano del coleccionista que la guarda en su aseo privado para su auto disfrute, cada vez me lo creo menos en un mundo en el que la ostentación hortera es lo más) o el robo para hacer copias y venderlas. En este último caso, el que compra no sabe si compra una obra original o copia, pero eso es otro asunto, aunque ya se imaginaran quien puede estar interesado en comprar algo robado. Por otro lado, éste tipo de compradores normalmente no reclama ni se queja. Sólo se venga. Hace unos días una conocida mía, una periodista colombiana, me dijo que estaba preparando un reportaje de las obras que tienen los capos de los carteles de la droga y que había visto dos obras iguales en dos colecciones diferentes. No sé si será cierto pero puede. Imagínense el tremendo empute y la tremenda balisera…

Por último: Al que se le roba( ya sea coleccionista o institución). En el caso de los dos primeros, no acabo de entender la demonización global y sistemática del coleccionista de arte como si fuera un tipo malísimo, rico , poderoso codicioso y con cola al que hay que esquilmar si o si, sobretodo cuando esa  misma chusma globalista quisiera ser igual y bebiendo champagne de 7.000 € botella (una horterada de color azul y oro, ustedes mismos) con cuatro furcias de la peor ralea en Marbella. Quedan los museos. Una vez un cretino funcional (era licenciado en no se qué) me dijo que “bueno, que no pasaba nada, que tenían más y que las obras caras deben robarse para romper el mercado del arte”. Le juro que mi profesión me encuentro con todo tipo de personajes que confieren al mundo la capacidad de acoger a cualquier criatura del Señor.

Seguramente este Cretino (en el sentido italiano que es más extremo), todavía no entiende que esas piezas también son suyas, pero este es un concepto que desgraciadamente no nos han ensañado lo suficiente. Las obras de arte de nuestros museos son Glorias Nacionales de las que nos deberíamos sentir tan propias como lo sienten los rusos de las suyas. En esta cuestión, los comunistas si que supieron hacerlo bien.

Supongo que si el pobre Caballero con la mano en el pecho del Greco, llevase el escudo de la “roja” con estrellita incluida y a la Denae que recibe la lluvia dorada de Tiziano, se le pusiera un liguero del Atletí, tal vez el personal de identificaría con nuestras Glorias Nacionales y respetarían más el asunto: Merchandasing artístico - deportivo

Jorge Llopis Planas.
Perito Tasador  y Judicial en Arte y Antigüedades
Connaisseur d'Art
www.arstasante.com
 

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