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Diario YA


 

Sentimientos de indefensión

Pilar Muñoz. 18 de febrero.

Estas últimas semanas han sido escandalosas entre políticos, jueces, oposición y prensa. El último mazazo informativo: la desaparición y posible asesinato de la joven sevillana, que ha suscitado en la población una amalgama de sentimientos, emociones y estados de ánimo.

El hombre nace aferrado a una seguridad, hecho que le permite explorar su entorno y tener confianza en el acontecer futuro. Los primeros pasos del ser en materia de seguridad los da de la mano de los padres. Cuando el individuo va creciendo sigue necesitando percibir un control externo que garantice su desenvolvimiento en sociedad y su protección del ser. El depósito de esa función lo deja en manos del padre Estado, y sus distintas estructuras: ejecutiva, legislativa y judicial.

El individuo español lleva percibiendo durante algunas décadas que su seguridad está en peligro. Presiente que las figuras intocables al servicio de la integridad de lo común, le están fallando. ¿Cómo se percata de este sentimiento?. Observa su contexto y empieza a verse afectado, las noticias en prensa y televisión le están salpicando, las amenazas no son etéreas, sino evidentes, cercanas y con más impacto en todas los sectores poblacionales.

En España comienza a alborear un pesimismo expansivo, una desconfianza y desorientación del individuo. Lo colectivo pierde fuerza, dando paso a un individualismo nómada de seguridades y garante de ecuanimidad y virtud. El ciudadano medio (el menos favorecido), el excluido, y el ciudadano privilegiado sienten un estado “de derecho caótico” dónde todo puede darse, y dónde todo puede exculparse, justificarse, negarse o escotomizarse (huída por negación de realidad).

La estabilidad emocional de España está impactada por múltiples frentes que atacan y vulneran su devenir como grupo dentro del resto de países. Perciben y constatan que poco o nada funciona, que entre los líderes al servicio de la sociedad, hay un buen número que se sirve de la misma para su propia codicia, ambición y egocentrismo. Cada imagen se supera a sí misma, cada noticia es más destructiva que la anterior. El ser individual asiste sobrecogido a intrigas, persecuciones, robos, alianzas, extorsiones y sobre todo, INJUSTICIAS.

Veamos qué contenidos socio-políticos están impactando hasta traumatizar al pueblo español:

Sistema judicial que no mantiene la independencia, la objetividad. Jueces a veces egóticos, con un afán de protagonismo tan desmedido  que sorprende y ahoga la denuncia. Sistema judicial que demora y acumula sentencias de depredares sociales: pederastas, sociópatas o terroristas.

Políticos que se elevan tanto de la función para la que han sido elegidos, que sólo contemplan una realidad de disfrute y gasto desmedido, al amparo de una palabrería cada vez menos significativa.

Medios de comunicación, que se empeñan en hacer negocio y audiencia con el dolor inmenso de menores desaparecidos y muertos a causa de  una violencia juvenil que se ve estimulada por el estilo de vida actual, publicitado en los mismos medios.

Un laicismo abrasivo y disolvente, lo cual desarma de virtudes, valores o moralidad. Se implanta como estilo de vida lo sórdido, el antisistema, la estética de la dejadez y la decadencia.

Todas las situaciones anteriores se dan en el mismo espacio (España) y en el mismo tiempo: en la actualidad. La incidencia en la psique del ciudadano alejado del poder es de indefensión, desorientación, confusión y…..¿defensa?. Las respuestas defensivas, asertivas o protectoras están bajo mínimos, puesto que cualquier tipo de dinamismo social contrario a lo establecido es castigado, reprimido, vilipendiado y marginado.

El trauma emotivo del español empieza a ser preocupante: confusión, miedo, inseguridad, contradicciones, desprotección y….lo peor de todo; anquilosamiento, bloqueo e inmovilización vital. 

 

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