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Diario YA


 

Primer aniversario de la Independencia

Sudán del Sur, un país que no se levanta

El 9 de julio de 2011 nacía en el mundo un nuevo país. Tras las dramáticas guerras civiles que asolaron Sudán durante más de treinta años de violencia y horror entre la población musulmana del norte de Sudán y la cristiana del sur, Sudán del Sur se independizaba tras un referéndum, con el apoyo de más del 98 por ciento de los votantes. Eran los cristianos sudaneses los que optaban por la independencia del gigante país africano, que durante décadas habían vivido como población de segunda categoría bajo el mando islamista del gobierno central de Jartum.

Pocos han sido los días de vino y rosas. Un año después de la secesión, las celebraciones de la independencia son un recuerdo del pasado; las lágrimas de alegría pronto se convirtieron en lágrimas de tristeza. Menos de un decenio tras el final de una cruenta guerra civil, Sudán y Sudán del Sur se encuentran cerca de iniciar de nuevo un conflicto ilimitado.
 
Las noticias más recientes sobre la situación en Sudán y Sudán del Sur tienen en cuenta las repercusiones de los últimos acontecimientos y ponen de relieve cómo el testimonio de la fe da motivo de esperanza en una época de crisis. Gracias a «Ayuda a la Iglesia necesitada» se presta un apoyo continuado; su caridad proporciona ayuda práctica y apoyo espiritual a los más necesitados. Esa ayuda comprende: 
 
- Escuelas cristianas para niños de Jartum, que hasta ahora no tenían acceso a la educación
- Alimentos, mantas y medicamentos para aquellos que huyen de la violencia y la persecución en las regiones limítrofes entre Sudán y Sudán del Sur
- Apoyo continuado a sacerdotes, religiosas, catequistas y a todos aquellos que predican el Evangelio en Sudán y Sudán del Sur.
 
 
Crisis en tiempo de paz
 
Durante este año de independencia, la realidad de dicho acontecimiento ha estado rodeada de numerosos episodios de crisis de índole diferente. La tensión en diferentes zonas fronterizas o la habida entre ambos gobiernos por las condiciones en las que se ha debido de llevar a cabo la secesión, han salpicado de horror, muerte y violencia un proceso del que no se han hecho eco en demasía los medios occidentales. Ejemplo de ellos fue la crisis de los documentos de identidad, cuando después de la división de Sudán, el Gobierno del Norte, en Jartum, insistió en que los ciudadanos originarios del Sur debían volver a sus lugares de procedencia y registrarse allí como ciudadanos de Sudán del Sur, recibiendo los correspondientes documentos de identidad. Se trataba de una condición indispensable para obtener el permiso de trabajo y un visado para volver al Norte.
 
Si bien se trataba de una cláusula del acuerdo de independencia de julio de 2011, el problema se convirtió en una crisis cuando Jartum insistió en que el 8 de abril de 2012 sería la fecha tope para la «regularización» de la nacionalidad de los «sureños» que vivían en el Norte.
 
Este anuncio desencadenó el pánico entre millones de personas en el Norte, que durante decenios habían buscado en el Norte la protección frente a la violencia de la guerra civil desencadenada en el Sur. Se produjo un éxodo masivo de cristianos que habitaban el norte en busca de los papeles que solo les darían en el Sur, y que les daría derecho para regresar y seguir trabajando y viviendo en el norte. En apenas unos meses, más de cinco millones de sudaneses cruzaron la frontera en un “éxodo burocrático”.
 
En lo que atañe a la Iglesia, La crisis de la nacionalidad parecía suponer su fin en el Norte,porque la gran mayoría de los clérigos, incluyendo a los Obispos más antiguos y a los sacerdotes, procedían del Sur. Incumplir las leyes hubiera sido tremendamente arriesgado para sacerdotes, religiosas y seminaristas porque su condición de miembros conocidos de las comunidades habría hecho mucho más probable el control por parte de las fuerzas de seguridad encargadas de imponer la nueva legislación.
 
Por tanto, resultaba crucial organizar el transporte de los clérigos al Sur, donde recibirían documentos de identidad, así como el transporte de vuelta a continuación, para obtener el permiso de trabajo y de residencia.
 
El Cardenal Gabriel Zubeir Wako, Arzobispo de Jartum, se dirigió a Ayuda a la Iglesia Necesitada: «Les rogamos encarecidamente su pronta ayuda en este momento extraordinariamente crítico para la vida del país y de la Iglesia en Sudán».
«Ayuda a la Iglesia Necesitada», colaborando con otras organizaciones, aprobó para este caso de emergencia una ayuda de unos 133.000 €. De este modo se pudo «regularizar» la situación de 174 sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas, como residentes en Sudán, a fin de continuar con su importante actividad.
 
Otra de la crisis más cruenta es la que se ha cernido sobre la zona fronteriza de los Montes Nuba, ubicada geográficamente en la región del Abyei , que teóricamente pertenece al Norte pero cuya población es cristiana y partidaria en su mayoría de la anexión al independiente Sudán del Sur. Sus habitantes, campesinos en su mayoría, mantuvieron durante todo el proceso de independencia su interés porque sus tierras perteneciesen al Sur cristiano, siendo víctimas de masivos bombardeos ejecutados por el Ejército Sudanés, causando miles de víctimas civiles mortales y una crisis humanitaria entre los huidos y desplazados.
 
De cara a la crisis en los Montes Nuba, el Obispo Macram Max Gassis hizo un llamamiento para que finalizasen los bombardeos indiscriminados: «Las bombas no caen sobre soldados... Caen sobre mujeres, niños y ancianos. Actualmente no hay nadie en los Montes Nuba, excepto la Iglesia Católica». Y continuaba: «Damos las gracias a los hermanos y hermanas que nos
ayudan».
 
 
Economía y corrupción
 
La economía en Sudán del Sur no ha prosperado con el anuncio de la independencia, sino que
más bien se ha hundido hasta el límite. Los bienes de necesidad básica han doblado su coste en apenas un año y las constantes situaciones migratorias, marcadas por los conflictos armados y por las imposiciones protocolarias impuestas por la nueva situación, no permiten que la población ocupe situaciones estables en las que prospere la agricultura o la ganadería.
 
Al mismo tiempo, el petróleo que esconde el sub suelo de Sudán del Sur, que durante años supuso una importante fuente de ingresos para el viejo Sudán (75 %), espera ahora sin ser explotado por la falta de medios e infraestructuras adecuadas para su tratamiento y exportación, ubicadas en el norte. Hay que tener en cuenta que Sudán del Sur no tiene ningún kilómetro de autopista ni salida al mar, y apenas 286 kilómetros de vía ferroviaria activa, por lo que la salida al exterioro del petróleo es inviable a día de hoy.
En este año de independencia, le ha dado tiempo al presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, a denunciar a nada menos que a 45 dirigentes del país que supuestamente se han apropiado indebidamente de 4.000 millones de dólares destinados a los servicios públicos básicos, en un país con altísimas tasas de mortalidad materna, escasa escolarización y en alerta de crisis alimentaria.
 
El nombre de los citados funcionarios se mantiene en el anonimato y la cuenta creada por el gobierno para recuperar estos fondos públicos solo ha ingresado 60 millones de dólares.
 
 
Los cristianos en Sudán
 
Antes de la independencia, los cristianos de Sudán suponían el 17% de una población de 43
millones de habitantes, si bien, la mayoría de este número vivía en el Sur.
 
Aún así, no era escasa la población cristiana asentada en los campos de refugiados, ya
barriadas estables, en torno a la capital norteña, Jartum, y a la ciudad de Omdurman. Estos campos de refugiados habían sido instalados durante los años de la Guerra Civil por cristianos sureños que, paradójicamente, se refugiaban en el norte huyendo de los enfrentamientos del Sur.
 
En una huida hacia adelante, muchos cristianos buscaros refugio en las zonas que quedaban
exentas de los bombardeos, pero al llegar a la capital, eran literalmente expulsados y
empujados al desierto, condenados a morir de sed y de hambre.
 
Los pocos supervivientes de aquellas expulsiones lograron construir asentamientos y sobrevivir en condiciones infrahumanas, no sin la inestimable colaboración de algunas órdenes y congregaciones religiosas. Mención especial han de tener en este informe los misioneros combonianos, fundados precisamente en Sudán por san Daniel Combony, con el
objetivo de evangelizar en África a través de África.
 
Cuando se firmaron los acuerdos de paz en el año 2005, en el tratado firmado se contempló como condición prioritaria la celebración del referéndum sobre la independencia del sur. Desde entonces, tanto los obispos de Sudán como la jerarquía católica, sureños todos ellos, apoyaron esta posibilidad como vía hacía la paz y la prosperidad de los cristianos, aún sabiendo que la independencia del sur podría suponer un endurecimiento de las condiciones de vida de los cristianos que se quedasen en el norte, así como para la propia presencia de la Iglesia Católica en Sudán.
 
Desde la declaración de la independencia, el Gobierno central de Jartum no expide visados a misioneros extranjeros, por lo que el valor de aquellos visados que poseen los que llegaron antes de esta decisión, es ahora inestimable.
 
 
Conclusión
 
Un año después de su independencia, Sudán del Sur es el país más pobre de África, cuenta con un Gobierno sospechoso de alta corrupción, no posee infraestructuras elementales suficientes para suministrar bienes elementales básicos como salud o educación y sufre además un elevado número de conflictos inter tribales por tierras, campos y cabezas de ganado.
 
Sudán del Sur no ha sido capaz aún de acoger a sus propios ciudadanos provenientes del Norte y dada su inmadurez, juventud como Estado e incapacidad de maniobra diplomática, sigue sufriendo los abusos de Sudán en las zonas limítrofes.
 
El futuro de Sudán del Sur parece pasar de nuevo por una continua situación de guerra, bien interna entre diferentes grupos de poder, y externa, por diferentes puntos de interés aún no bien definidos entre el Norte y el Sur.
 
Lo que sí está claro es que a día de hoy la Iglesia católica permanece tanto en Sudán como en Sudán del Sur, atendiendo a tantas necesidades como dan abasto los misioneros allí presentes y las organizaciones benéficas que, como Ayuda a la Iglesia Necesitada, donan una importante cantidad de dinero a proyectos misioneros, pastorales y humanitarios a los agentes católicos allí presentes.
 
Ayuda a la Iglesia Necesitada
www.ain-es.org

 

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