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Diario YA


 

o la degradación política en España

Tania Sánchez y su huída de IU

"La gente que no para de trabajar lo hace para no tener tiempo de acordarse de que no tiene nada que hacer." Picabia, Francis.

Miguel Massanet Bosch.
Cualquiera diría que, de un tiempo a esta parte, en España se ha levantado la veda para la creación de nuevos partidos políticos, la mayoría de izquierdas y todos, por curioso que pudiera parecer, pretendiendo acaparar para sí    el título de defensores de los derechos de las personas, de azote de los ricos , del reparto equitativo de las rentas y de garantes de las libertades individuales de las personas; para lo cual se impone, según ellos, el cambio radical del sistema de gobierno en nuestra nación, para cuyo fin, cada uno de ellos, sin excepción, se postula ante la ciudadanía como el único que tiene en sus manos el poder para llevar a cabo tal revolución, no se sabe si incruenta o cruenta pero, evidentemente, mediante la eliminación del tipo de sociedad democrática que surgió de el tránsito de la dictadura del general Franco a la democracia monárquica y parlamentaria, de la que nos dotamos los ciudadanos mediante una Constitución masivamente votada y ampliamente aceptada por todo el pueblo español.

Algunos, se ve que equivocadamente, pensábamos que, como sucede en los EE.UU, bastaba con dos fuerzas políticas que representasen las posturas más conservadoras del pueblo y las más progresistas; de modo que, entre las dos, sin que se tuvieran en cuenta extremismos, siempre peligrosos por su falta de conciencia democrática, se pudiera lograr el necesario equilibrio social que toda nación precisa, para poder conseguir sus objetivos sin que, ninguna de las dos fuerzas, en su alternancia en el poder, pudiera ejercer su mandato de una forma dictatorial y opresiva. El Congreso de diputados y el Senado deberían ser los encargados de la tarea legislativa y, en consecuencia, de actuar de freno a las posibles veleidades de los gobernantes y el poder judicial, por su parte, con independencia del resto de poderes, el que se ocupara de que las leyes fueran respetadas, tanto por los ciudadanos como por el resto de poderes de la nación. Como en una ocasión llegó a decir el señor Alfonso Guerra (¡quién le ha visto y quién le ve!):  “¡Montesquieu ha muerto!” y España ha entrado en una decadencia del pensamiento, de la moral, de las costumbres, de la política, de las instituciones y de los propios gobernantes; que no hace más que augurar un futuro difícil y, quien sabe, si un retroceso doloroso en todas las conquistas sociales, económicas, de convivencia, de bienestar y de solidaridad de la que hemos venido gozando los españoles; hasta que la nueva filosofía relativista fue importada de manos de los socialistas para acabar con las familia, el sentimiento religioso, el respeto por las instituciones, las leyes, el orden y la solidaridad entre todos los pueblos de España.

Quizá, como efecto de la larga crisis que hemos venido padeciendo; acaso por los derivaciones de un desempleo masivo y excesivamente prolongado, que nos ha situado  por encima del resto de los europeos, doblando su promedio de paro o, porque, como suele ocurrir cuando un país está debilitado por acontecimientos adversos, resulta mucho más fácil minar su moral, elevar su irritación, convencer a los más débiles y utilizar, como arma arrojadiza contra los gobernantes, todas aquellas circunstancias que contribuyen a que el pueblo tenga que padecer los efectos negativos, inherentes a cualquier tiempo de necesidad y escasez. Fuere como fuere, hete aquí que, ante unos partidos políticos tradicionales, en un número ya excesivo para las necesidades representativas de los españoles, que se venían alternando en el poder, con mayor o menor fortuna, pero siempre respetando los tiempos marcados por la democracia y teniendo en cuenta los principios constitucionales; que, eso sí, tenían que compartir sus tareas con una serie de partidos marginales, de carácter totalitario y, en algunos casos, de orientación separatista, nacionalista y de izquierda extrema, empeñados en utilizar las cámaras de representación ciudadana para dinamitar o intentando dinamitar, todas las propuestas que el ejecutivo proponía para su estudio, mejora y aprobación; últimamente han surgido como setas otros que han dado un vuelco a todo el cuadro político de la nación.

Sin duda que, uno de los partidos políticos que ha irrumpido con más fuerza en la confrontación electoral es el partido Podemos, promovido y financiado desde Venezuela y encabezado por Pablo Iglesias y una serie de profesores de clara tendencia leninista. Su éxito ha resultado sorprendente y poco esperado, sólo justificado por el sentimiento de rechazo que, en muchos españoles,.ha venido produciendo la crisis que venimos padeciendo, desde hace ocho años, respecto a los partidos políticos tradicionales que, a sus errores de gobierno ( el de Zapatero fue desastroso) a sus enfrentamientos continuados y a su falta de firmeza en la represión del tema separatista, han unido innumerables casos de corrupción que, en tiempos de vacas flacas, el pueblo español no ha podido tolerar y menos aceptar.

Sin embargo, a las sensibles pérdidas de votantes del PP y del PSOE, el que verdaderamente ha sufrido el palo mayor, ha sido la IU, ahora dirigida por el señor Garzón, que parece que ha sido víctima de un naufragio del que, los primeros que se largaron, fueron los grupos de Ganemos que, especialmente en Madrid, quieren concurrir como partido "instrumental" a las elecciones municipales del 24 de mayo, evitando así la "sopa de siglas" que suponía la coalición electoral, como deseaba IU –y que el partido de Pablo Iglesias rechazaba por completo – y la recogida de firmas de los votantes, que habría requerido la agrupación. Por si les faltaba poco y, posiblemente acabe por desmembrar completamente a IU, la señora Tania Sánchez, la novia del señor Pablo Iglesias (una más de estas políticas, escasas de formación y que ha venido progresando dentro de IU, hasta que fue designada como candidata de IU en Madrid); ha decidido desertar, abandonando el partido de Garzón, con la intención de crear un nuevo partido para presentarse como candidata al ayuntamiento madrileño.

Aparte de la deslealtad de esta política hacia quienes la auparon a su puesto desde la nada; en este abandono existen curiosas circunstancias que dan pie a considerarlo una verdadera confabulación. Esta Tania, cuando se le ha preguntado si se aliaría con Podemos (antes, cuando estaba en IU, había propugnado la unión de IU con Podemos para las municipales) ha respondido tajantemente “No, punto no vamos a entrar en Podemos, punto”. Aparte de que esta forma de expresarse tiene un componente de prepotencia y de una rotundidad que no le va a una joven tan verde, como está ella, no deja de ser una afirmación que vamos a poner en duda. No se sabe si el punto es: aparte o seguido o, acaso, un punto de partida para que, cuando llegue el momento, acuda en conexión con Podemos, lo que, por otra parte, parece lo más normal dada la similitud de pensamiento que concurre en esta pareja. También negó, en su día, que dejaría IU y ya ven lo que ha sucedido. Y es que, señores, hay personas que son capaces de hacer cualquier cosa con tal de asegurarse un buen puesto en política, que le permita sacar buenos rendimientos. Claro que primero tendrá que aclarar este contencioso que la relaciona con unas ayudas a su hermano de una cantidad importante de dinero público. Si el fiscal la empapela, entonces si es posible que su carrera política se acabe y…punto.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que España no necesita tantos partido y sí unos pocos, los suficientes, que sean más eficaces y dignos de confianza, lo que se logra siendo honrados y trabajando para el pueblo español y no para el partido o los propios bolsillos.

 

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