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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Con Emilio Sagi y Ricardo Mutti

“I due Figaro”, de Mercadante, una ópera con claro sabor español

Fotografía: Javier del Real

Luis de Haro Serrano

Tras la presentación de “Choeurs”, el más que discutido espectáculo ideado por Alain Platel, del que G. Mortier ha sido su más firme valedor, el Real vuelve a su habitual programación de óperas con la presentación del poco conocido pero no por ello menos interesante titulo de Saverio Mercadante, “I due Figaro”, los dos fígaros, que cuenta en esta ocasión con un doble atractivo , la vuelta de Emilio Sagi como director de escena y la presencia de Ricardo Mutti-Premio Principe de Asturias de las Artes 2011-, actual director de la Orquesta Sinfónica de Chicago, dirigiendo a la Orchesta Giovanile Luigi Cherubini y al Philharmonia Chor de Viena, Agrupaciones fundadas por el mismo en los años 2004 y 2007 integradas por músicos jóvenes italianos seleccionados por un Comité Internacional. Toda una novedad.

“I due Figaro” se compuso en 1826 por encargo de la Compañía de Opera del Teatro Príncipe de Madrid. Su estreno se realizó 9 años mas tarde -1935- en el mismo Teatro. A pesar de estar enclavada dentro del más puro estilo de la escuela napolitana y poseer una clara influencia rossiniana, su partitura tiene una alusión muy directa a la música española –fandangos, boleros, tirana y cachucha-, melodías que luego acompañarán el paso de determinados personajes por la escena.

El libreto es de Felice Romani – autor del de “Norma” y “La sonámbula” inspirado en parte de una comedia francesa de Richaud Martelly, “ Les deux Figaro” o “Le sujet de comédie” La producción es del Festival de Pentecostés de Salzburgo, del de Rávenna y el Teatro Real.

En “I Due” Romani vuelve a sacar a los mismos personajes que intervienen en “las bodas de Fígaro” de Mozart, contemplados desde una perspectiva en la que han transcurrido ya varios años. Por ejemplo, los condes de Almaviva tienen una hija ya casadera, Inéz, que el actual Fígaro, personaje principal, trata de casar con un vulgar caballero sin alcurnia de ningún tipo al que que intenta pasar por un auténtico aristócrata. La trama se complica un poco porque Cherubino, que también aparece en “I due” como Fígaro, está enamorado de ella. Mientras que en la obra de Da Ponte/ Mozart se presenta a Fígaro como un personaje astuto pero bueno, Romani lo describe como un verdadero aprovechado y embaucador que quiere amañar un matrimonio de conveniencia, solo para quedarse con la dote de la novia. Mercadante ha realizado una partitura con momentos cómicos muy lucidos que culminan con un final feliz . Cuenta, además, con ciertos pasajes que recuerdan la influencia recibida de autores como Donozzetti y Verdi, así como con un cierto aire de Bellini.

Mercadante nació en Altamura (1795) Empezó a dar sus primeros pasos en el campo de la música en Nápoles. Su amistad con Rossini, así como su apoyo le llevó a componer cerca de 50 óperas De ellas solo “Elisa y Claudio” alcanzó cierta notoriedad. Después de su muerte su obra fue casi olvidada por completo, resurgiendo poco después de la 2ª Guerra mundial. Su carrera musical se vio eclipsada por la fuerza arrolladora de un G. Verdi, algo más joven que él.

“I due” se compuso cuando su autor se encontraba en España. Su partirura permaneció olvidada en la Bibioteca Municipal de Madrid, hasta que fue recuperada por los musicólogos Victor Sanchez y Paolo Cascio Como la censura bloqueó la obra durante cierto tiempo, solo pudo representarse en una ocasión diez años más tarde. Emilio Sagi en un rápido comentario sobre el autor resalta lo extraordinario que resulta contemplar como un compositor joven, con solo 31 años, fue capaz de asimilar los humores y características del mundo español. Aparte de su gran factura contrapuntística, solista e instrumental, cuenta con una obertura, conocida como sinfonía española, en la que se encuentran los más variados ritmos de danza.

Puesta en escena
En este “Dúe” ha primado la juventud. La real -solistas y orquesta- y la aparente –la que a sus 71 años continúa manteniendo el exdirector de la Scala milanesa, Ricardo Mutti, todo un músico lleno de entusiasmo, fuerza y pasión por la música-. A ello se ha unido la frescura y atractivo con la que Sagi ha concebido la obra. Llena de luz, espacios abiertos y un adecuado movimiento escénico para reflejar los numerosos momentos de intriga que contiene, al que se ha unido la vistosidad, elegancia o funcionalidad del vestuario. El elenco vocal tuvo una actuación algo desigual La poca versatilidad sonora del primer acto contrastó con la belleza y fuerza que tuvieron en el segundo. Todos aprovecharon las oportunidades de lucimiento que Mercadante, a lo largo de su desarrollo, les fue ofreciendo a cada uno de ellos, sin olvidar la claridad en los numerosos recitativos, arias y cavatinas que contiene. Eleonora Buratto,( Susana) y el tenor Antonio Poli (Conde Almaviva) se lucieron especialmente en su gran dúo, que transcurrió en un jugueteo vocal y escénico de gran atractivo. El dolor de Inez (Rosa Feola) alcanzó mucha expresividad en su aria, impregnada de unos acentos que recuerdan claramente a Bellini. La romántica escena de la desesperación de Cherubino (Analisa Stroppa) con un claro recuerdo a la melodía donizettiana de Lucía, sirvió para que pudiera mostrar la elegancia y el amplio arco sonoro de su prometedora voz. Todos, incluidos Asude Karayavuz (la Condesa) y y Mario Cassi( Fígaro) b rillaron en el delicioso septimino con coro con el que se cerró esta deliciosa obra de Mercadante.

La Orchesta Giovanile Luigi Cherubini y el Philarmonía Chor de Viena con sus melodías siempre sorprendentes y llenas de sensibilidad contribuyeron con su excelente trabajo al éxito de esta atractiva puesta en escena. Mutti, gracias a su riqueza de matices y a su extraordinaria habilidad para estar pendiente absolutamente de todo, hasta de mover a los intérpretes en escena, consiguió una sonoridad exquisita de todos. La entrega a él fue absoluta. Y el público, que, según parece, acudió con ganas de aplaudir, lo hizo con auténtica generosidad. El espectáculo lo mereció con creces.