Sergio Dugenest.  Hoy  Tarzán cambio el nombre por el de Mariano…de los monos, por supuesto.
Esta selva es muy distinta de las descritas en las novelas de Edgar Rice Burroughs donde la jungla se transforma en edificios grises, hieráticos, franquiciados,… anónimos.

Los Baobab son farolas que alumbran al pobre de la esquina y de estas cuelgan  unas lianas de plástico que anuncian “la fashion week”.

El doctor Livingstone tras descubrir el nacimiento del río Victoria, iría en esta ocasión, en busca de la fuente de la estupidez irreversible de algunos humanos.
Aquellas tribus simpáticas pero cansinas, que se divertían en las películas de Tarzán fastidiándole la siesta o preparando un jacuzzi ,entre especies y hortalizas ,a los incautos que servirían de potaje de vigilia entre cánticos y saltos posesos emigraron a bordo de flotadores y naves de poco calado a esta jungla de metacrilato.

Hoy son las tribus de “los gorrillas”, “los manteros” y los “faroleros” que distribuyen un periódico que desapareció días antes de que el General Custer perdiera su rubia melena.
Del “¡ankagua mangani!” solo quedan “los manganis” que comparten mesa y mantel en un Parlamento custodiado por una “pareja” de leones que en vez de rugir maúllan.
Y que decir de aquel grito varonil y potente inmortalizado por Jhonny  Weissmuller
al que acudían en su ayuda animales de distinto pelaje y numero de patas. Hoy tal grito podría ser acusado de machista y homófobo por lo que ha sido sustituido por otro al que solo acuden gaviotas, monos, roedores,  y calamares, pues de los elefantes ya dieron buena cuenta el Rey Juan Carlos y su amiga Corinna.

Del cronista-poeta Don Félix Rodríguez de la Fuente, heraldo  de la fauna ibérica, amigo de lobos, del buitre leonado y del águila imperial al bardo de anfibios y culebras llamado Frank que cambio la sahariana por una camiseta agujereada, unos zuecos de plástico y una .gorra.
Ayer Tarzán, hoy Rajoy va de la mano de Chita, la graciosa chimpancé, que a su vez da la mano a Jane; una Jane que duda en andar a cuatro patas o cubrirse la cabeza con un embudo, mientras mira al infinito y más allá.

Hoy en esta jungla se llora por los bebes focas, se paralizan obras porque el trazado de estas afecta a la vida cotidiana de unos escarabajos, y se defiende la muerte de de “unos futuros niños de la especie humana”. Hoy nos inundan con vallas publicitarias en las que un perro abandonado en la carretera nos recuerda “el no lo haría nunca” y no sienten remordimientos en hacerlo con unos ancianos en un asilo cuando no tirados en una gasolinera.

Hoy en Expaña con la nueva y progresista ley que protege a los embriones de simios, calamares y roedores, los primeros están que se suben por las ramas, los siguientes abandonando las latas en salsa americana y los últimos pensando en poner un restaurante de Nouvelle cuisine.

Los embriones humanos no han tenido tanta suerte en una sociedad que camina hacia una involución (en  caso de creer en la teorías de Darwin) que avergüenza a los propios primates.
Solo me queda pensar que esto lo ha hecho Rajoy de la selva para captar votantes con lo que el siguiente paso es el derecho a voto de gorilas, papiones,  titis, y calamardos.

Solo espero no ser multado si me pillan comiendo un “bocata calamares” en la plaza mayor.
Mientras tanto seguiré rezando para que este crimen de Estado  en base a un suculento negocio “llamado aborto” acabe como acabó la esclavitud.