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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La palabra “Calendario” deriva de la voz latina “Calendae” con que se designaba al primer día de cada mes

29 de febrero: La razón de los años bisiestos

Pedro Sáez Martínez de Ubago. La palabra “Calendario” deriva de la voz latina “Calendae” con que se designaba al primer día de cada mes, voz proveniente a su vez del verbo “calo” <llamar> porque en ese día el pontífice máximo convocaba al pueblo a fin de anunciarle los días de fiesta religiosa, generalmente celebrados con espectáculos públicos y denominados “fasti”, en contraste con los días normales o “nefasti”.
Los meses romanos se regían por el ciclo lunar y tenían tres fechas fijas de referencia, correspondientes a las tres fases de la luna. Así las “calendae” o novilunio, correspondían al primero de cada mes; las Nonae se correspondían con el primer cuarto de la luna, y eran nueve días antes que los Idus, coincidentes con el plenilunio, correspondientes al décimo tercer día de enero, febrero, abril, junio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre y al decimo quinto día de marzo, mayo, julio y octubre.
Así, antes del pontificado de Cayo Julio César, todos los años tenían invariablemente 365 días, aunque la Tierra tardara realmente 5 horas, 48 minutos y 48 segundos más en completar su movimiento de traslación en torno al sol, por cuya causa cada cuatro años venía a perderse cerca de un día. Por ello y con el fin de corregir este desfase, César dispuso en el año 45 a. de C. que el día 23 de febrero, en el calendario romano, el sexto día antes de las calendas de marzo, se repitiera cada cuatro años y de ahí proviene el nombre de año bisiesto [bis sextus].
Esta medida de Julio César hubiera sido perfecta si la Tierra tardara exactamente 365 días y 6 horas en orbitar alrededor del sol. Pero, como se ha apuntado, tarda 11 minutos y 12 segundos menos: 44 minutos al cabo de cuatro años y casi un día cada siglo. En consecuencia, desde la reforma de Julio César (calendario juliano) hasta el año 1580, la correspondencia entre la fecha y la estación se había desfasado unos 12 días tomando como referencia el equinoccio de primavera, es decir, el 21 de marzo.
Por esta razón, el boloñés Hugo Buoncompagni, quien reinó gloriosamente con el nombre de Gregorio XIII (25-V-1572 / 10-IV-1585) con el fin de ajustar mejor el calendario juliano, aconsejado por el Padre Clavius S. J. y el astrónomo y matemático Luigi Lilio, promulgó la bula Inter Gravissimas de 14 de septiembre de 1580, donde se decretaba que, por una parte, en el año 1582 se quitaran diez días al mes de octubre, de tal forma que al día cuatro le siguiese el día quince. Como anécdota, esto afectó particularmente a la historia de una monja abulense llamada Teresa de Cepeda y Ahumada, quien al morir en la noche del cuatro al cinco de octubre de ese año, es venerada como Santa Teresa de Jesús el día 15 de octubre.
Pero, volviendo al tema, por otra parte, el pontífice decretó también que, en principio los años múltiplos de 4 fueran los años bisiestos, salvo en el caso de los años centenares, excepto aquéllos cuyas dos primeras cifras sí fueran divisibles entre 4, comenzando por el año 1600, primer año centenar bisiesto del nuevo calendario, hoy todavía vigente para nosotros, denominado calendario gregoriano, surgido de la voluntad de aplicar el acuerdo del Concilio de Trento a fin de ajustar el calendario para eliminar el desfase producido desde el primer Concilio de Nicea (325)[] en el que se había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, en relación con ésta, las demás fiestas religiosas móviles.
Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso introducir determinadas correcciones en el civil. Piénsese que, entre la reforma juliana del año 45 a. C. hasta el Concilio de Nicea del 325 habían transcurrido 370 años, dándose un adelanto de casi tres días en la datación, de manera que, en la fecha de celebración del concilio de Nicea los equinoccios sucedieron los días 21 de marzo y 21 de septiembre, mientras que los solsticios se produjeron los días 21 de diciembre y 21 de junio. No obstante, mientras rigió el calendario juliano, estos acontecimientos habían tenido lugar los días 24 de los respectivos meses. Como con el solsticio de verano y de invierno se corresponden la noche más corta y la más larga, las celebraciones paganas de estas efemérides nocturnas se han perpetuado, aunque cristianizadas bajo las advocaciones de San Juan Bautista (Noche de San Juan) y de la Navidad (Noche Buena), aunque ya no coinciden con dichos solsticios.
En virtud de esta bula, fue bisiesto el año 1600, y lo ha sido recientemente el año 2000, pero no lo fueron ni 1700 ni 1800 ni 1900, y no lo serán, Dios mediante, 2100, 2200 ni 2300, pero sí 2400, si en este tiempo no se produce ningún descubrimiento que lleve a disponer algo diferente.