
Fidel García. La Europa posmoderna abatida por el secularismo y el multiculturalismo pretende en su ideología política y social negar sus fundamentos cristianos, sin los cuales nunca y menos ahora ha podido ser entendida. Estos principios cristianos son negados hoy por cierto liberalismo e ideologías social-comunistas. Estas ideologías políticas sostienen que Europa no necesita recurrir al cristianismo para justificar los derechos fundamentales y las libertades, además no admiten que las creencias privadas tengan su voz en las ágoras públicas (como le pasa el arzobispo de Oviedo que ejerce su derecho a opinar con mesura y sin eufemismos) estas ideologías anticristianas tienen en común: el hombre europeo debe construirse a sí mismo, sin necesidad de guías que no emanan de su propia razón.
Este hombre europeo postmoderno sólo admite como fuente de información el saber positivo probado y demostrado. Esta Europa posmoderna experimenta la máxima expansión de los derechos, incluido el aborto, una aberración jurídica - y no se puede admitir que ninguna iglesia interfiera y ponga obstáculos al goce de los mismos. Es decir, el relativismo, el laicismo y el cientifismo, con el multiculturalismo, serían la esencia de la nueva Europa, postcristiana y/o anticristiana.
Esto ha contribuido a que Europa se haya convertido en la sociedad más descristianizada de Occidente. Europa está rechazando su historia e identidad cristiana desde hace siglos y se está quedando sin raíces. Como ya lo profetizó el Papa que contribuyó a la caída del Muro, Juan Pablo II, cuando afirmó en Santiago de Compostela: "Europa sé tú misma y no olvides tu Raíces”. Que las raíces de Europa sean las cristianas está muy clara desde la fundación de la Comunidad Europea. Así aparece en las declaraciones de los Padres Fundadores. Para los cuales el cristianismo es el alma de Europa.
El 19 de marzo de 1958, frente al primer parlamento europeo, Schuman, artífice y motor de la primera comunidad afirmó. “Todos los países de Europa están penetrados de la civilización cristiana. Esta es el alma que es preciso volver a darle a Europa”. De Gásperi, por su parte afirmaba.” ¿Cómo concebir Europa sin tener en cuenta el cristianismo, ignorando su enseñanza fraterna, social y humanitaria? El Gran canciller alemán Adenauer afirmaba: “Consideramos como meta de nuestra política exterior la unificación de Europa, porque es la única posibilidad de afirmar y salvaguardar nuestra civilización occidental y cristiana de las furias totalitarias religiosas o políticas