
José María Caparrós
Tras el poco exitoso estreno en España de La piel que habito -el crítico de El País la tituló “La piel que evito”-, Pedro Almodóvar ha presentado a la prensa norteamericana su última película.
Y cuál ha sido la sorpresa del director manchego ante la fría acogida de los especialistas presentes en el Festival de Cine de Nueva York. Porque Almodóvar tiene más ‘fans’ en Estados Unidos y también allende nuestras fronteras que en su propio país; como acaso sólo los ha tenido Luis Buñuel.
Al finalizar la proyección, La piel que habito recibió un discretísimo aplauso. Mientras al día siguiente, los críticos se ensañaban con la película. El titular del The New Yorker, David Denby se refirió a ésta como “un manual de técnica expositiva, todo artesanía y brillo, la menos disfrutable de sus obras, un film que es serio sin ser inteligente”; al tiempo que definía a Pedro Almodóvar como “el más espontáneo de todos los artistas de cine, pero que esta vez ha sucumbido al arte y los resultados son un plomo”.
Por su parte, el crítico David Edelstein, de New York Magazine, opina que la cinta es “todo superficie”, y añade que “no es la peor de Almodóvar, pero la única en que el sentimiento, emocional o sexual, no envuelve la imagen y mantiene unido el destartalado melodrama”. Asimismo, Karina Longworth, del Village Voice, dice que “se ha embarullado en la reinvención posmoderna del thriller y mata los placeres básicos del género”.
En efecto, La piel que habito es posiblemente la película más pretenciosa de Pedro Almodóvar. Morbosa y retorcida, la última propuesta del más célebre cineasta español de la democracia es una mezcla de géneros: se mueve entre el cine de suspense, el thriller, la ciencia-ficción y el film noir, para concluir con un melodrama psicológico de autoafirmación sexual.