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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

la moratoria nuclear y la construcción de un almacén temporal centralizado

Ante la política energética del gobierno de España

Pedro Sáez Martínez de Ubago. Parece ser que, después de los vaivenes e improvisaciones a que, como en todo, nos tenía acostumbrado el gobierno de Rodríguez Zapatero, el nuevo gobierno de España, presidido por Mariano Rajoy, también tiene clara cuáles han de ser sus líneas maestras en lo que a política energética y, más concretamente, a la energía nuclear se refiere, a favor de la cual, se manifestó abiertamente en el debate de investidura, en el que también apostó por un “mix” energético con “todas las tecnologías” disponibles, por lo que tendrá que dilucidad la participación de las energías renovables, las de origen fósil, así como la nuclear en la composición de la cesta energética de España.
Por ello, parece que José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo, tiene sobre la mesa dos cuestiones a las que dar pronta y definitiva solución: la moratoria nuclear, aplazando el cierre de las centrales y la construcción de un almacén temporal centralizado (ATC).
Sobre la primera de ambas cuestiones, y tras la orden ministerial que dictaba el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) en julio de 2013, Rajoy prometió, antes de la campaña y durante la misma, que si llegaba a presidente del Gobierno mantendría abierta más allá de ese plazo la planta nuclear, siempre y cuando los técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) consideren que la central es segura. Y así parece que va a ser. Por eso, desde que ocupa su sillón, Soria ha impulsado la prórroga de vida de la nuclear de Garoña hasta 2019, pese a que cumplió los 40 años de vida para los que fue inicialmente diseñada en 2011 y a que Zapatero fijó su fecha de cierre en 2013. La apuesta coincide con una moratoria a las primas de las renovables (el sistema de incentivos lo ideó el PP en 1997).
Sobre la segunda, el Consejo de Ministros del pasado 30 de diciembre ya aprobó la resolución por la que designa a la candidatura de Villar de Cañas, en la provincia de Cuenca, para que albergue el Almacén Temporal Centralizado (ATC) de combustible nuclear gastado y residuos radiactivos de alta actividad y su complementario centro tecnológico, decisión adoptada "tras analizar en profundidad el informe sobre las candidaturas elaborado por la Comisión Interministerial creada para la selección del emplazamiento del ATC".
Seguramente, estos dos puntos pueden resultar controvertidos, ante una opinión pública que, una vez concluido el trigésimo octavo Congreso del PSOE empezará a ser manipulada y agitada en la calle, con razón o sin ella, contra cualquier medida que se adopte por el gobierno liberal. Muchos pensamos que el movimiento de los indignados del 15 M no era más que un ensayo general de lo que nos va a venir ahora. Y, en este ámbito, no hay que olvidar el chascarrillo no carente de verdad que hace tiempo equipara a los ecologistas con las sandías, por ser verdes por fuera y rojas por dentro.
Y la cuestión que me gustaría esbozar hoy es la de la actitud de los católicos ante estos asuntos. Por eso conviene traer a la memoria lo que Benedicto XVI dijo en su viaje del pasado septiembre a Alemania, donde señaló que la importancia de la ecología "es hoy indiscutible" y agregó que hay un punto "que tanto hoy como ayer se ha olvidado demasiado: la ecología del hombre". "También el hombre posee una naturaleza que debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea pos sí sólo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es".
No olvidemos que Benedicto XVI, el gran teólogo de nuestro tiempo, ya había abordado el tema del desarrollo sostenible y la ecología, en su encíclica de 2009 Caritas in veritate, en cuya segunda parte recorre las grandes amenazas que se ciernen sobre la humanidad en nuestros días, partiendo de que es la falta de consideración de la dignidad de la persona humana, y su conclusión será el ataque a la propia vida humana, la pobreza, la guerra, el terrorismo o el medio ambiente, proporcionando los principios morales para afrontar estos problemas sociales y económicos, promoviendo una verdadera cultura de la vida y de la paz.
Igualmente, el católico preocupado por la ecología y, a la luz de estas palabras, todos deberíamos estarlo, que si la doctrina y la ecología comparten muchos puntos en común desde la perspectiva genesiaca de que Dios crea el mundo y le encarga al hombre su gobierno, es el séptimo mandamiento donde mejor se exterioriza la intersección entre la fe la justicia y la ecología en el Catecismo de la Iglesia Católica (2401) afirma que el séptimo mandamiento "Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo del hombre". Y que, así mismo somos llamados a respetar la integridad de la creación, y a usar los recursos naturales justamente. La Iglesia nos enseña que nuestro uso de las cosas inanimadas y vivientes "está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras" (2415).
En efecto, la ecología es la ciencia que describe la compleja red de relaciones entre las creaturas de Dios y no es casualidad que el patrón de los ecólogos sea San Francisco de Asís, quien, además de por su pobreza espiritual, se destacó por su amor a las plantas, a los animales, al hermano lobo, al hermano sol, a la hermana luna y a todas las criaturas, hermana muerte incluida.
La naturaleza apuntó Linneo que no anda a saltos; y, a decir de Santa Teresa, “en cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita”. Por eso, en la agricultura, el urbanismo, la ingeniería o la política energética deberíamos tener en cuenta las palabras de Ramón y Cajal: “La naturaleza nos es hostil porque no la conocemos; sus crueldades representan la venganza contra nuestra indiferencia. Escuchar sus latidos íntimos con fervor de apasionada curiosidad equivale a descifrar sus secretos: es convertir la iracunda madrastra en ternísima madre”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO