
EDITORIAL. La Final de la Copa del Rey de Baloncesto disputada en Vitoria fue un nuevo escándalo con pitos al Rey Juan Carlos y al himno nacional. Estos pitidos tienen dos interpretaciones. La primera una personal del propio Rey, al que pitan, y que decide aguantar estoicamente en su sitio. Otra la institucional.
En cuanto a la segunda estamos ante pitos al jefe de Estado y al himno nacional, que representa a todos los españoles. Ante esta circunstancia, la actitud del Rey de permanecer impasible puede que no sea la correcta. En ese momento está representando a más de cuarenta millones de españoles que se sienten insultados, y habría sido un buen momento, como representante de todos los españoles, y ante la reiteración de los hechos (no olvidemos la final de la Copa de fútbol disputada en el estadio Vicente Calderón) para anular la final y dejar esta edición de la Copa del Rey sin ganador. Ante los insultos, tolerancia cero.