
José María Caparrós
¿Quién había dicho que las películas llevan a la perdición? Estamos lejos de aquellas afirmaciones, en los inicios del cine, que consideraban al incipiente Séptimo Arte como la invención del diablo. Cada día son más los filmes que expresan valores espirituales, pese a la crisis de fe que se manifiesta en la sociedad actual.
Una prueba de ello ha sido la VIII Mostra de Cinema Espiritual, que ha tenido lugar en Barcelona, desde el 4 al 13 de noviembre, junto a diversas capitales españolas, dedicada a presentar filmes con valores trascendentes. Dirigida por un sacerdote y crítico de cine vasco, el doctor Peio Sánchez, profesor de Antropología Teológica, ha contado con enorme aceptación por parte del público aficionado.
Durante esos días se han proyectado y debatido diez películas, la mayoría aún sin estrenar en España, en versión original subtitulada. Por las pantallas de una popular sala de la Ciudad Condal, han pasado especialistas en el arte cinematográfico que han introducido filmes tan valiosos como Le Havre del maestro finlandés Aki Kaurismaki, Prefiero el paraíso de Giacomo Campiotti, Il étrait une Foi de Pierre Barnerias, Duns Scoto de Fernando Muraca, El árbol de la vida de Terrence Malick, The Human Experience de Charles Kinnane, El fin es mi principio de Jo Baker, Monsieur Lazhar de Philippe Falardeau, Popieluszko de Rafal Wieczynski y El gran milagro de Bruce Morris, cinta mexicana de dibujos animados. Algunas sesiones, debido a la gran afluencia de espectadores, dejaron a numerosas personas sin poder acceder a la sala.
Esta nueva Mostra, nacida con vocación de diálogo interreligioso y cultural, ha evidenciado la presencia de la dimensión espiritual en los medios audiovisuales de hoy. Y como en ediciones anteriores, el público ha respondido muy favorablemente.