Fidel Garcia
La visión del infierno asustó mucho a los tres niños: San Francisco, Santa Jacinta, y la Venerable Sor Lucía. Asustados y como pidiendo socorro, levantaron la vista a Nuestra Señora que les dijo con bondad y tristeza: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores, para salvarlas, Dios quiere establecer la devoción a mi INMACULADO CORAZÓN. Si hicieres lo que os digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pio XI habrá otra peor. Cuando viereis una noche iluminada con una luz desconocida, sabed que Dios castigará al mundo por sus crímenes, mediante la guerra, el hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi INMACULADO CORAZÓN y la Comunión reparadora en los primeros sábados de mes. Si atendieren mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz, pero si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas.: Por fin mi INMACULADO CORAZÓN, triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe".
Nuestra Señora se apareció de hecho a Sor Lucía en Tuy, (España) para urgir la devoción de los cinco primeros sábados en honor de su INMACULADO CORAZÓN