Javier Paredes.
(Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá)
Ante las quejas de votantes del Partido Popular que me manifiestan su decepción, yo me limito a escuchar y a decir para mis adentros lo que hoy confieso por escrito: “Al menos tengo la conciencia tranquila de no haberles votado, además de que en su día escribí en este mismo periódico que no había que votarles".
En efecto, la gravísima responsabilidad de entregar el poder mediante el voto, exige obrar en conciencia. Igualmente debe obrar en conciencia quien ejerce el poder, de modo que sus acciones se orienten al bien común y no a otros intereses bastardos.
Porque mi conciencia no puede aprobar determinados comportamientos políticos, aunque para muchos todo valga, según la regla de nuestra tan loada transición. Recordemos, Suárez dixit: “elevemos a categoría de ley lo que es normal en la calle".
Y tampoco me han sido de gran utilidad las orientaciones de los obispos en vísperas electorales. Y no lo han sido no porque no orienten, que orientar claro que orientan..., pero siempre al manido mal menor, que los católicos traducen en votar al Partido Popular.
No, yo no puedo aceptar el mal menor cuando tengo a mi alcance un bien posible, como Alternativa Española que su programa refleja la doctrina social de la Iglesia, sin conculcar ninguno de sus principios. Bien es cierto que Alternativa Española al día de hoy tiene pocas posibilidades de gobernar, pero habíamos quedado que votar y gobernar deben orientarse por la conciencia, no por el disfrute del poder.
En consecuencia, sin sentirme representante de nadie digo que yo en conciencia no puedo votar al Partido Popular porque su programa contiene postulados anticatólicos y contenidos que atentan gravemente contra el derecho básico de la vida.
Sí, sé que muchos católicos son votantes del PP, y que también son católicos buena parte de sus afiliados, y bastantes de sus diputados y hasta un buen cupo de los ministros del gobierno actual... Pues consciente de todo esto, y sabiendo que no me va a proporcionar beneficios materiales decirlo, insisto en que un católico ni pude votar ni militar en el Partido Popular, por su concepción anticristiana de la vida.
También sé que la conveniencia aconseja no escribir estas cosas, pero mi conciencia me empuja a hacerlo. Fue Fray Luis de Granada quien se refirió a la conciencia “como ayo y maestro de los buenos y verdugo y azote de los malos”.
Pues eso es lo que les ocurre a los que vienen a quejarse de haber votado al Partido Popular. Su conciencia les reprocha su desvarío, para que no prosigan con esa conducta para que como decía el profeta Isaías no acaben entregándose como Babilonia al poder del erizo, que es Satanás que so capa de la blandura del mal provoca los aguijonazos del pecado, que son los remordimientos que atormentan y punzan los corazones.