El posible nuevo grupo de la derecha europea que da miedo al PPE
José Luis Orella
Las elecciones europeas de junio de 2024 proyectan un mapa político convulso por el auge de los movimientos de derecha que podrían romper la hegemonía repartida entre socialistas, populares y liberales hasta ese momento.
En el momento actual, el Parlamento Europeo tiene dos grupos muy fuertes de derecha: Identidad y Democracia (ID), y los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). ID dispone de 76 europarlamentarios, de los cuales 29 son italianos de la Liga de Matteo Salvini y 23 de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen; en el ECR son 62 representantes, de los cuales 26 son polacos del PiS, tras la salida por el Brexit de los 19 británicos, y 6 de los Fratelli d´Italia de Giorgia Meloni. La salida de los 13 de Fidesz del Partido Popular Europeo, y su posible conjunción con los dos grupos parlamentarios de derechas posibilitaría la formación de un enorme grupo parlamentario, que ya ha coincidido en algunas votaciones de forma conjunta. Por el contrario, el PSE y el PPE han mantenido votaciones conjuntas para mantener el dominio de las instituciones europeas entre sus asignados.
La clara evolución del Partido Popular Europeo hacía posturas liberales en moral y economía, abandonando sus principios cristianos y sociales, han creado la sensación de quedarse sin representación política por parte de muchos millones de ciudadanos europeos. Es el caso de Polonia donde el representante del PPE defiende posturas claramente anticristianas, una muestra ha sido la retirada de los crucifijos del ayuntamiento de Varsovia, que tenía como antecedente la época comunista, y su defensa de la ideología de género y de las reivindicaciones propagandísticas de la comunidad LGTBi a los menores en el mundo educativo. La formación de un referente conservador que pudiese servir de casa común a conservadores, nacionalistas y democristianos sería el objetivo por el que ha luchado el primer ministro húngaro Viktor Orban, cuyo gobierno es visto como un modelo a seguir por muchas de estas formaciones derechistas europeas.
Los puntos programáticos de esa alianza conservadora se basarían en el compromiso atlántico, para no asustar a USA y Gran Bretaña; y la defensa de los valores de la libertad, la dignidad, las raíces cristianas de Europa, la familia y la soberanía nacional; rechazando la censura globalista, todos los totalitarismos sufridos por Europa: tanto comunismo como nazismo, la migración ilegal y el antisemitismo. En definitiva, principios conservadores que fueron defendidos en su momento por el propio PPE y que mantiene excepto en la defensa de la familia y la vida. La nueva alianza conservadora de partidos tiene como modelo político a seguir, el formado por el grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa) que es la región que más ha crecido económicamente de la Unión Europea, que ha reducido los niveles de pobreza, que mantiene en cero el número de atentados por terrorismo yihadistas y tiene un mayor control de fronteras frente a la inmigración ilegal. Esta alianza política visualizaría el protagonismo de los europeos del centro y del sur del continente, a través de partidos que ejercen el gobierno en estos ámbitos geográficos periféricos.
El posible encaje de este proyecto visualizaría la unión de la Europa de los perdedores, aquellos que reivindican una amplia reforma interna que devuelva a la UE a sus raíces fundacionales nacidas en el Tratado de Roma de 1957 y que fue defendida por los presidentes De Gaulle y Adenauer, estableciendo una Europa basada en una alianza de naciones libres que tienen en común su herencia cristiana.
El ofrecimiento de Marine Le Pen, principal personalidad de ID a Giorgia Meloni, a su vez de ECR, de intentar concentrar sus fuerzas plantea serios inconvenientes, como la exclusión de la AfD, el principal socio alemán de ID, por la deriva radical de algunos de sus dirigentes, pero que obligaría a Meloni a sostener el reconocimiento francés de marine a costa de su sobrina Marión, también candidata por Reconquista, y hasta este momento principal apoyo de los ECR en suelo galo. La conjunción de fuerzas que contaría con el arrimo de los magiares de Fidesz llevaría a los conservadores a ser la tercera o incluso la segunda fuerza parlamentaria.
No obstante, las medias desarrolladas por Meloni en Italia y las declaraciones de Le Pen en Francia no pronostican cambios radicales en la toma de decisiones, especialmente cuando la propia Marine Le Pen defendió el derecho del aborto como algo propio de los valores republicanos en clara oposición de lo que piensan sus homólogos centroeuropeos.