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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

repicaron las campanas de muchas iglesias de Cataluña (no todas, a Dios gracias

EL REPIQUE

Manuel Parra Celaya. El día 11 de septiembre repicaron las campanas de muchas iglesias de Cataluña (no todas, a Dios gracias), en el momento en que se formaba la Vía Catalana, una gran cadena humana reclamando la independencia, y en la que se habían volcado todos los efectivos (y dineros) institucionales, incluyendo, por supuesto, en las dádivas al tupido entramado social, que es subvencionado con largueza inaudita en esta época de crisis y recortes; he leído, como última muestra, una fantasmal asociación de castellanoparlantes a favor de la independencia, que ya son ganas de rizar el rizo y confundir al personal.
 La denominada Assemblea  Nacional de Catalunya había propuesto el repique a la Iglesia Católica, me imagino que como forma de impetración de la ayuda del Cielo para el éxito de su estrategia: celebración de la consulta que lleve a la secesión de esta parte de España. Como se pudo oír por todas las cadenas de TV del establishment catalán, gran parte del clero respondió favorablemente a la petición. No hago ningún descubrimiento si señalo la responsabilidad de este sector (algunas jerarquías incluidas) en la propagación del separatismo: hojas parroquiales, reuniones y actividades pastorales, grupos de niños y de jóvenes…, que han sido la aportación histórica de quienes acostumbran a posponer Catolicidad a Localismo de aldea.
 Las campanas de parroquias y ermitas fueron, desde antiguo, los medios de comunicación y de unión de la feligresía de pueblos y ciudades; ellas marcaban los momentos de alegría -festividades, bodas, bautizos-, los de tristeza -fallecimientos, entierros, funerales-, l calamidades públicas -incendios, alarmas- e incluso las horas del día, marcados por el trabajo y la oración. Nos acercaban, además, a Dios con sus tañidos. Los que accedieron al repique ordenado por el separatismo, añadieron un nuevo significado: el de desunión, fractura social y enfrentamiento.
 Los obispos, en general, se mostraron cautos en eso de mojarse; en la mayoría de los casos, dieron libertad a párrocos y sacristanes para que movieran los badajos o los dejaran reposar en paz; eso sí, casi unánimemente expresaron su adhesión a lo que representaba la jornada, en declaraciones a favor de la consulta/independencia. El de Barcelona, D. Lluís Martínez Sistach (quizás por cierto complejillo por su primer apellido) ofició, además, una Eucaristía “por todos aquellos patriotas catalanes que han dado su vida por Cataluña o la han dedicado a ensalzarla”. Se supone que quedaban excluidos los charnegos, los butiflers y, de forma general, todos los que, por ser catalanes, se consideraban españoles; a esos, por lo menos, les espera una larga etapa de purgatorio...
 En mi calidad de católico y de catalán - es decir, doblemente español según los colores e historia de la senyera- no reconozco como mis pastores a los de estas proclamas y repiques. No es que recele -como el cauto obispo de Solsona- una posible fractura social; es que la dicha fractura  ya está ahí, y cada día más evidente y pronunciada, debido a la acción de los separatistas, seglares o clérigos, y a la omisión de los responsables de guardar la Constitución y la unidad de España, que aparece explícitamente mencionada en ella. Como cada noche, aquella del día 11 elevé mis oraciones por la armonía de la Creación, que incluye, por supuesto, la hermandad entre todos los españoles y todos los hombres, que deben empeñarse en buscar un futuro mejor y más justo, sin el siniestro espectro de la torre de Babel entre ellos.