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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

El temor del régimen comunista a la ideología católica

Encarcelación y persecución de Prelados en China

Redacción.   Son muchos los casos de encarcelación y persecución que han sufrido bastantes prelados de la Iglesia Católica por el régimen comunista Chino, que teme hasta tal punto la forma de pensar cristiana, que le priva de la libertad de manifestarse y de difundirse. Hoy, que llega a nuestro conocimiento el reciente fallecimiento de uno de ellos, Ermenegildo Li Yi, Obispo de una pequeña diócesis de China, contamos su ejemplo de resistencia al comunismo tras permanecer casi 20 años en prisión, dejando un imborrable recuerdo a sus fieles.

Ermenegildo Li Yi estuvo encerrado de 1966 a 1985, pero su vocación superó esta durísima prueba y, cuando recuperó su libertad, se dedicó de nuevo a su labor sacerdotal. Una fe que desafió el régimen chino pero que tuvo su momento dulce cuando en 1998 fue ordenado Obispo por Juan Pablo II.
 
En China, la libertad religiosa no es ni mucho menos como se concibe en Europa. El Obispo franciscano Ermenegildo Li Yi luchó contracorriente toda su vida, hasta su muerte el pasado 24 de mayo, a los 88 años, por defender su fe en la Diócesis de Changzhi, un lugar con cerca de 50.000 católicos, cincuenta sacerdotes y 60 iglesias.
 
La agencia Fides relata como cuando celebró su 80 cumpleaños y el 50 aniversario de su ordenación, monseñor Li Yi escribía:
 
"He caminado durante ochenta años entre vicisitudes.
Al atardecer de la vida he sido nombrado pastor de Lu'an.
Ya no tengo ambiciones en lo más profundo del corazón,
Salvo el poseer la luz Divina como guía en mi camino.
No tengo nada para agradecer la inmensa gracia recibida,
Soy un anciano débil, pero lleno de valor,
Con mis fuerzas, afrontaré humillaciones y privaciones.
Aunque no soy digno, haré todo con corazón sincero".
 
Lamentablemente, este caso no es el único en China, donde el Partido Comunista ha encarcelado a muchos obispos y otros tantos han desaparecido durante décadas. Como Monseñor Raimondo Wang Chonglin, obispo emérito de Chaohsien, que estuvo también encarcelado durante 20 años, de 1957 a 1977. En 1983 recibió la ordenación episcopal como Obispo pero el régimen comunista le prohibió ejercer como tal.
 
Sin embargo, la presión comunista no ha podido evitar los 20.000 bautizos que tuvieron lugar durante la última Vigilia Pascual, muchos de los cuales eran de adultos conversos. 
Los 20 millones de católicos que hay hoy día en China no lo tienen fácil. La dictadura china teme el concepto acuñado por la Iglesia Católica en torno a la persona y su dignidad frente a una masa controlada por el Estado. 
 
Mientras que el comunismo es un concepto de masa en el que el ser individual no es nada, la Iglesia predica la dignidad y la verdad, mensajes que para el sistema son muy peligrosos. La Iglesia Católica recoge niños abandonados en un país donde el aborto no solo es normal, sino que es obligatorio en muchos casos, desgraciadamente. 
 
En este sentido, es especialmente interesante una lectura, el “El libro rojo de los mártires chinos” de Gerolamo Fazzini. La obra docuemnta cuatro decenios cruciales de la historia contemporánea china (de los años 40 hasta 1983), que relata la memoria de personas que han probado en sus propias carnes hasta qué punto puede llegar la violencia de un poder ciego por la ideología más mortífera del siglo XX: el comunismo. Un poder que, después de haber vencido la batalla al enemigo armado, estaba decidido a exterminar a los “enemigos sin fusil”, tal como Mao describió a los intelectuales, creyentes y opositores.
 
El libro tiene un gran valor también desde un punto de vista historiográfico, ya que antes no se había podido acceder a los testimonios autobiográficos sobre los laogai, los campos de trabajo forzados chinos. Esta publicación intenta llenar este vacío. Además, este libro es un acto de denuncia del maoísmo, que, por medio de la propaganda y la ocultación, consiguió tapar durante años una cantidad de crímenes contra la humanidad equiparables a los de Hitler o Stalin.
 
A través de sus páginas podemos ver la tragedia que cayó sobre el pueblo chino, y, en particular, sobre los católicos, aunque el Cardenal Zen escribe en su prefacio: «Las páginas que leerán no son por encima de toda otra consideración, páginas de sufrimiento y dolor: son también, y sobre todo, páginas de alegría».
 

 

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