
Wenceslao Pérez Gómez. La actualidad del mundo de la automoción recientemente, se ha centrado en dos ciudades que tienen como denominador común su inicial, la letra F. Ellas son la ciudad alemana de Francfort y la española de la provincia de Zaragoza, Figueruelas.
En Francfort, se ha celebrado el Salón Internacional del Automóvil, el más importante de Europa, en el que tras el verano se han ha presentado este año más de cien novedades. En la edición de 2009, la mayoría de los fabricantes han apostado y presentado coches ecológicos y, sobre todo, automóviles eléctricos. Peugeot, Nissan, SEAT, Renault, Mercedes, Opel, Toyota, Lexus, BMW y Volkswagen entre otras marcas, han dado a conocer sus modelos y estrategias para que en 2010, se puedan adquirir coches movidos por electricidad o, con emisiones contaminantes cero. La puesta en marcha de este nuevo sistema, requiere considerables inversiones en infraestructuras de aprovisionamiento de electricidad, de las que actualmente carecen muchos países de la Unión Europea como España, por ejemplo, con lo que la llegada de estos nuevos automóviles se retrasará algún tiempo.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la autonomía de las baterías que alimentan los motores eléctricos de estos vehículos, es de hasta 200 kilómetros, con lo que su uso se remite a la circulación urbana o a cortas distancias. No obstante, por algo se empieza y, si es para eliminar el CO2 de la atmósfera de las ciudades, bienvenidos sean estos vehículos.
Sin embargo, este optimismo que se ha respirado en Francfort, contrasta con el pesimismo que existe en la factoría de la marca alemana Opel de Figueruelas, la de mayor productividad de la marca. Con la adquisición del 55 por ciento de las acciones de Opel por el consorcio austriaco-canadiense Magna, éste se convierte en accionista mayoritario, frente al 35 por ciento de acciones que retiene la casa matriz americana de Opel, General Motors y, el 10 por ciento que se entrega a los trabajadores. Ello hace que los planes de Magna para Figueruelas, pierda peso a favor de las factorías alemanas, lo que significa que en un futuro no muy lejano, las unidades del modelo Corsa de cinco puertas, que se producían en exclusividad en la planta española, pueden hacer perder una de sus dos líneas de producción, quedando ésta reducida, lo que supondrá la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, que se calculan en 1.700, un 25 por ciento de la plantilla. Tras las peticiones del Gobierno español y las de los representantes de los trabajadores de la planta de Figueruelas, Magna reduciría esos despidos en 350 personas, con lo que aún, 1.350 trabajadores se irían a la calle o al paro.
Cuando hace unos meses, el Gobierno español supo que General Motors deseaba desprenderse de Opel y que entre los potenciales compradores estaba Magna, el Ministro de Industria, Miguel Sebastián afirmó, en un ataque de euforia, que se alegraba de esta compra porque así, los empleos en Figueruelas estaban asegurados y se quedó tan ancho. Ahora, que Magna comienza a hacer públicos sus planes para que Opel pueda ser rentable de forma duradera, el ministro Sebastián ha declarado que “cuanto más conocemos a Magna, menos nos gusta”. ¿Se le acabó la euforia?
Por su parte, la oposición ha acusado al Gobierno de no haber defendido a tiempo y con el vigor suficiente los intereses de la factoría de Figueruelas, mientras que la vicepresidenta Fernández de la Vega ha afirmado que el Gobierno “tiene una estrategia muy firme” para defender el empleo en esta factoría. ¿Será verdad?. Veremos en que queda esto y el tiempo dará la razón. De momento, ya han empezado las movilizaciones de los trabajadores.