Fina Millán-Hita
Sorprenden las decisiones de ciertos mandos de la Policía y Guardia Civil (me refiero en concreto a su director general), a los que parece que les molesta mucho que sus subordinados – aunque su trayectoria profesional y de servicio pueda ser mayor y más brillante que la suya propia - den su parecer sobre cualquier asunto relacionado con la Benemérita.
Muestra de ello es que este alto mando ha expedientado ahora, por una presunta «falta grave», a un sargento de la Guardia Civil, Javier Sureda y al agente José Carlos Damata, por opinar hace más de un año, en un reportaje periodístico en el que se incluyeron otros testimonios, sobre la precaria situación de algunas instalaciones del cuartel de Inchaurrondo.
No es extraño que la Asociación Española de Guardias Civiles haya denunciado este hecho, pués se da la circunstancia de que el sargento Sureda resultó herido en un atentado de ETA, fue condecorado por participación en la liberación de Ortega Lara y estuvo al borde de la muerte tras interceptar - estando libre de servicio - a un atracador. También recibió una condecoración de la ONU por su misión en Mozambique. Como se puede ver, se trata de un hombre con una carrera intachable, valor, espíritu de servicio y lealtad más que demostrados. Sin prejuzgar las intenciones del alto mando, una no puede evitar pensar que quizás sea eso, precisamente, lo que molesta…
Ya dijo alguien que en este mal momento de nuestra historia, los héroes no están de moda: no parece tiempo para héroes, sino para villanos. Por desgracia, la actualidad española está repleta de ejemplos de este tipo.