
José Buitrago. Madrid ha sido y es la capital del flamenco desde principios del siglo XX. Artistas de toda índole y condición llegan para alcanzar fama y prestigio. Aquí se forman las primeras compañías, se estrenan los mejores espectáculos y se consagra el género flamenco tal como hoy lo entendemos.
Si preguntásemos a un aficionado por los lugares flamencos más emblemáticos del Madrid de los años 20, muy posiblemente el primer nombre que citaría sería el de Villa-Rosa.

Villa-Rosa se fundó por el 1911, en el lugar donde estaba un viejo molino de chocolate. Sus primeros dueños fueron los picadores Farfán y Céntimo junto con el banderillero Alvaradito y estuvo funcionando como freiduría andaluza y bar de tapas y chatos hasta 1918.

En 1918 se traspasó al valenciano Rafael Marcos Colombí, que lo utilizó como restaurante año y medio aproximadamente.
En 1919 el local pasó a manos de dos camareros del cercano bar Viña P; Antonio Torres y Tomás Pajares quienes lo transformaron totalmente. Instalaron un hermoso mostrador de madera y un artístico artesonado sostenido por columnas sobre las que cabalgan arcos apuntados lobulados que rememoran a la misma Alhambra de Granada y unas paredes policromadas de azulejos, todo a estilo arábigo andaluz. Todas las escenas interiores pintadas sobre azulejos son de temática flamenca y taurina y fueron realizadas por los mejores ceramistas de Madrid Antonio Ruiz de Luna y Julián Santacruz, que dicho sea de paso, el primero también fue el autor creador de todas las cerámicas que indican los nombres de todas las calles de la de la zona centro de Madrid.
Esta bella decoración y una esmerada cocina regional pronto hicieron del local un negocio rentable.
La fachada exterior es de 1927 y es obra del maestro sevillano Alfonso Romero Mesa. Está formada de cuadros y relieves de cerámica representando a Colón, La Plaza de España sevillana, La Alambra, Córdoba, La Cibeles, El Retiro, los Jardines de Murillo y Málaga desde el monte de Sancha.
En el 1921 se disolvió la sociedad entre Torres y Pajares, quedándose éste último con el local.

En este contexto histórico emerge la figura del Don Antonio Chacón, cantaor jerezano que recoge toda la tradición flamenca de los grandes maestros del XIX como Silverio, o Enrique el Mellizo, aportando una nueva estética y alejándose de la imagen tópica del cantaor con patillas de boca de hacha y aspecto de bandolero. Chacón es un hombre de exquisita educación, refinado, culto, que frecuenta las reuniones de los intelectuales de su época y viste con elegancia.
Su voz y su técnica se asemejan a las de un tenor lírico, con lo que unido a su talento musical y creativo, contribuye de forma esencial al desarrollo de una nueva forma de interpretar y de entender el flamenco, perfeccionando lo ya existente y poniendo en boga estilos como la malagueña, la granaína, los estilos levantinos y las milongas americanas. Por aquel entonces las relaciones entre Don Antonio Chacón y el propietario de Los Gabrieles, local de la calle Echegaray donde Chacón sentaba cátedra de Papa del flamenco desde hacía unos cuantos años, no estaban en su mejor momento.
Tomás Pajares, sabedor de ésta circunstancia y del éxito de Los Gabrieles debido a la presencia de Chacón, ofreció su local al gran cantaor para que dispusiera de él a su gusto y Don Antonio firma un contrato que le unirá de forma permanente a Villa Rosa junto con su alter ego, el guitarrista madrileño Ramón Montoya.
En efecto, Don Antonio se trasladó a Villa-Rosa con todo su séquito de cantaores, guitarristas y aficionados de notable poder económico. Y entonces comienza la leyenda del que se convertirá en el templo del flamenco en Madrid.
La nueva etapa se inició con una fiesta organizada por el Conde de los Andes, buen aficionado, en honor de Chacón. Le acompañaron el gran guitarrista Ramón Montoya y el cantaor Manolo Pavón. Don Antonio desplegó su amplio repertorio rodeado del público más distinguido. Se dice que allí hubo 21 títulos nobiliarios y que la Plaza de Santa Ana estaba llena de coches blasonados.
Desde entonces en Villa-Rosa se escucharon los ecos de los mejores cantaores y guitarristas, todos ellos capitaneados por D. Antonio Chacón, considerado el Rey del Cante Flamenco Andaluz, convirtiéndose en centro de reunión donde alternaban los viejos maestros consagrados con las nuevas generaciones que darán paso a la denominada Ópera Flamenca con grandes espectáculos que recorrerán todo el país y que convertirán el flamenco en un fenómeno social.

Los “señoritos” amantes del flamenco pasaban noches deleitándose con el cante y guitarra en los reservados que en la planta de abajo había, escuchando de forma privada a los artistas que ellos mismos elegían. Y es que antiguamente… la parte de arriba era también lugar de reunión de muchos aficionados, bohemios como Hemingway, actrices atraídas por los toros y el flamenco como Ava Gadner; gente del mundo del toreo, como Dominguín; de la militancia, como Primo de Rivera; e incluso de la monarquía: el rey Alfonso XIII –de quien se dice accedía a Villa-Rosa por los pasadizos que comunicaban el local y el Palacio Real-
Por allí pasaron los cantaores Fosforito el Viejo, Escacena, Rafael Pareja, Pepe de la Matrona, Fernando el Herrero, Teresita Mazantini, .El Macareno, Diego Antúnez, Juanito Mojama, Pepa Oro, Diana, el Niño de las Marianas, Bernardo el de los Lobitos, el Niño de Cabra, la Niña de los Peines, Manuel Torre, Jacinto Almadén, Antonio Valdepeñas, etc.
Los guitarristas Ramón Montoya, Miguel Borrull, Juan Gandulla “Habichuela”, los hermanos Luís y Antonio Molina, Ángel Baeza, Mariscal, Ángel Zurita, Javier Molina, Manolo de Huelva, Pepe de Badajoz,etc.
Y los bailaores/as Estampío, Faico, Toni “El Pelao”, etc.

Don Antonio Chacón siguió reinando en Villa-Rosa hasta que falleció en 1929 y el local continuó siendo el centro del flamenco madrileño, sin duda debido al tremendo impulso que le dio Don Antonio, hasta 1963, en que cerró. Durante esta época pasaron muchos más artistas que hoy son de gran renombre como Fernanda de Utrera, Lola Flores, Imperio Argentina, Juanito Valderrama, Juan Varea, Miguel de Molina, Antonio Mairena, Antonio Arenas, José Antonio Díaz Fernández “Chaquetón”, Pepe Marchena, etc…