Javier Paredes. Los protagonistas de días son los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y Boabdil, porque el 2 de enero de 1492 concluía la gesta de le Reconquista Española. En la ceremonia de rendición, Boabdil entregó las llaves de la ciudad al rey Fernando y dijo. “Tomad, Señor, las llaves de la ciudad, que yo y los que estamos dentro somos tuyos”. A continuación, Fernando en señal de que hacía a su esposa también dueña del reino le dio las llaves y esta se las entregó al príncipe Juan, como heredero de Castilla y de Aragón. Y de inmediato el conde de Tendilla con sus tropas ocupó la Alhambra.

Ese día los Reyes Católicos incorporaron en la punta de su escudo real un cuartel alusivo a la conquista de Granada con el fruto maduro del bello árbol del granado. Y lo hicieron en señal de la importancia que tenía la conquista del reino de Granada, pues anteriormente la conquista de otros territorios o reinos como el de Córdoba o Jaén no tuvieron representación en el escudo real.

 La última etapa de la Reconquista había empezado en 1448, cuando un ejército de unos 50.000 hombres se decidió a recuperar los últimos territorios invadidos por los musulmanes. Y fueron cayendo una tras otras todas las fortalezas: Alora, Cártama, Coín, Benamejí, Alhaurín, Chuirriana, Ronda, Marbella, Loja, Illora, Colomera, Montefrío, Vélez-Málaga, Málaga, Baza, Zújar, Almería y Guadix, donde se rindió El Zagal, hermano del rey Muley Hacén y tío de Boabdil, que había usurpado el trono a su padre en 1482. Tras su rendición el Zagal se trasladó a África, donde fue hecho prisonero por el rey de Fez, amigo de Boabdil, que le ordenó que cegase a su tío.

En la capitulación de Granada se acordó que Boabdil debería ir al exilio para residir en el Señorío de las Alpujarras. Y cuentan que cuando marchaba al destierro y miró por última vez la ciudad antes de doblar un collado, rompió a llorar, por lo que la sultana su madre, le dijo una frase que de haber sido pronunciado por un hombre más de uno le habría calificado de machista. La frase es muy conocida: “Llora como una mujer, lo que no supiste defender como hombre”. Y desde entonces a este monte se le conoce como el “Suspiro del moro”.