Javier Paredes. Javier de Burgos fue un granadino que nació en Motril el 22 de octubre de 1778 y murió en Madrid en el 22 de de 1848, coincidencias que tiene la vida pues Javier de Burgos parece abonado a los dos patitos.

 Comenzó los estudios eclesiásticos, pero los abandonó por la Jurisprudencia. Tras la invasión de Napoléón se colocó al servicio del francés y se convirtió en uno de los más famosos afrancesados. Con la derrota de Napoleón, naturalmente se refugió en Francia. Pero pronto se le perdonó su desviación patriótica, porque Fernando VII como el león no es tan fiero como le pintan, en 1919, cinco años después de expulsar a los franceses ya estaba de regreso en España. Y hasta le dedicó una oda al rey absoluto cono motivo de su enlace con María Cristina, el cuarto casamiento del rey después de enterrar a sus tres primeras esposas.  No hace falta reproducir los versos del poeta para hacerse una idea de a que huele el incienso. Pero por si algún lector tiene curiosidad puede leerla en la Biblioteca Nacional donde se conserva un ejemplar  editado a todo lujo en pasta estampada con motivos vegetales, en los planos con orla dorada, lomo con hierros dorados y tejuelo de tafilete rojo… Que las cosas de palacio tienen que tener su decoro y su decencia.

 Menos mal que Javier de Burgos hizo alguna otra cosa que escribir versos para el poder. Al formar parte del primer gobierno tras la muerte de Fernando VII hizo la división de España en provincias, división administrativa que pervivió hasta que se produjo la parida del Estado de las Autonomías.