
Javier Paredes. Por aquello de que a los santos se les conoce por la víspera, hoy vamos a hablar de Santo Domingo de Silos, monje benedictino que había nacido en La Rioja en el año 1000 y murió el 20 de diciembre del año 1073. Fue prior del monasterio de San Millán de la Cogollo, pero por enfrentarse al rey de Navarra, tuvo que ir a Castilla y se instaló en el monasterio de San Sebastián de Silos, del que fue abad hasta su muerte. Por su personalidad egregia y su vida santa este monasterio ha pasado a denominarse Santo Domingo de Silos, en cuyo claustro reposan los restos del santo abad.
Como todos los santos, destacó por su amor a la Santísima Virgen, que quiso corresponderle de un modo extraordinario, pues poco antes de morir tuvo una visión de la Virgen María, que el mismo Santo Domingo transmitió a sus monjes con estas palabras: “Pasé toda la noche con la Reina de los Ángeles, me ha invitado a estar cerca de Ella, dentro de 3 días, iré muy pronto al Celestial Festín donde ella me convida”.