
José María Caparrós
Estos días pasados, el actual conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, firmó un acuerdo con el presidente de la Federación de Distribuidores Cinematográficos, Luis Hernández de Carlos -representante de las majors de Hollywood-, y el presidente del Gremi d’Empresaris de Cinema de Catalunya, Camilo Tarrazón, para el doblaje de las películas al catalán. El acuerdo establece que se doblarán un total de 25 filmes norteamericanos en el año 2012; esas películas que, en taquilla, representan el 80 por ciento de la facturación de las salas, lo que significará el 11% de la cuota de mercado. Además, se comprometen a doblar 25 copias por título -que suman un total de 625 copias-, realizar 55.000 proyecciones en lengua vernácula a través de 50 salas dedicadas a esa exhibición autóctona, manteniendo los filmes en cartel entre una y dos semanas como mínimo. A tal fin, se espera llegar a 1.500.000 de espectadores, con una inversión -que correrá a cargo de la Generalitat de Catalunya- aproximada de 1.400.000 euros. Ahora bien, el mismo conseller afirmó: “El próximo año un millón y medio de catalanes podrán ver cine doblado en catalán. Sólo dependerá de ellos”. Y añadió: “La Generalitat siempre ha pagado el doblaje de las copias. Es una buena inversión”. Y seguidamente, dio a conocer los 50 cines que exhibirán películas en lengua vernácula.
Por su lado, Camilo Tarrazón, como representante de los empresarios y opuesto a las cuotas y sanciones previstas por la discutida Llei del Cinema Català-, manifestó: “Nos congratulamos porque, a partir de ahora, los exhibidores somos parte de la solución y no del problema”. Sin embargo, el antiguo Gobierno “tripartito” ha visto en este pacto una “traición” a esa ley, que preveía llegar hasta el 50 por ciento del doblaje en catalán. Un doblaje -digámolo todo- que pagarán los contribuyentes.