
Suso do Madrid
Las cuentas siguen sin cuadrar al Gobierno. La exigencia hecha meses atrás por la Unión Europea y por Estados Unidos al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero para acometer una urgente y drástica reducción del déficit público, y evitar así el drama de un rescate de la economía española similar al decidido con Grecia, está obligando al Ejecutivo español a hacer mucho más que esfuerzos más o menos bien intencionados. En realidad, le está empujando a recurrir a artimañas más típicas de la letra pequeña de un contrato que a una gestión transparente y sincera con el ciudadano.
Es, una vez más, la paradoja de un Gobierno que siempre presumió de no desatender a los “desfavorecidos” y que ahora se ve acorralado por su propias contradicciones y por la más errónea de las estrategias para luchar contra una profunda crisis económica: la de la incoherencia de dar bandazos constantes. Sin más recortes impopulares no parece que vayan a cuadrar las cuentas. Los excesos del pasado de un Gobierno manirroto, su imprevisión y su afán por negar la realidad durante más de un año se están pagando hoy con un desempleo desbocado, con una economía incapaz de crecer a ritmo constante, con una reducción drástica en la inversión de obras públicas y con subidas de impuestos generalizadas cuyo tope el Ejecutivo mantiene deliberadamente abierto. Cuando la necesidad obliga, la incapacidad ahoga. Los indicadores no son nada halagüeños y nuestro prestigio y solvencia internacionales están por los suelos.