
Lejos de ser Montag, el bombero encargado de quemar los libros en la novela Fahrenheit 451 del recientemente fallecido Ray Bradbury, soy una persona amante de la cultura y de los libros. Pero esto no es obstáculo para que juzgue que, en el mundo que habitamos, hay más de un libro que hubiera sido mejor que no hubiera tenido una causa justificada para ser escrito. Estoy pensando en libros como “El negocio de la libertad” Jesús Cacho, “ETA nació en un seminario” de Álvaro Baeza, “Las puertas del infierno” de Ricardo De la Cierva o el más reciente “El precio del Trono” de Pilar Urbano.
A esta lista puede sumarse el libro "SICAV, paraíso fiscal", que permite ver como, si hace siglos se engañaba a la gente con la ilusión de la piedra filosofal, hoy se le engaña con la ficción del Artículo 131 de la Constitución, donde leemos: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”.
Es vergonzoso, con el actual estado de las cosas y la presión fiscal y los recortes gubernamentales que hacen recaer el peso de esta crisis sobre las economías más débiles y ajenas a su causa, poder dar fe de la debilidad y la condescendencia o complicidad de unos gobiernos que, lejos de gravarlas proporcionalmente a como grava a un asalariado, autónomo o pequeño empresario, son culpables e instigadores de que la inspección de hacienda no pueda hacer que se cumpla de facto lo establecido en el citado artículo constitucional.
Frente a esto, vemos unos gobiernos que promulgan amnistías fiscales para los defraudadores y evasores capitales, así como para quienes, sin la evasión al extranjero, eluden legalmente el pago de impuestos por medio del recurso de las SICAV (Acrónimo de Sociedad de Inversión de Capital Variable) siglas que ocultan un auténtico paraíso fiscal legal en España, que no puede ser controlado por la Agencia Tributaria, y para lo que únicamente se necesita un capital mínimo de 2.404.048 euros. Con este mecanismo legal, las grandes fortunas españolas, la élite financiera, no necesita llevarse su dinero al extranjero, ni evadirlo, porque aquí, en España puede tenerlo cómodamente, y retirarlo y usarlo cuando quieran, como si de un banco se tratase, y sin que su actividad pueda ser fiscalizada por el Ministerio de Hacienda.
Una SICAV es un instrumento financiero que permite invertir dinero y diferir el pago anual de impuestos (del mismo modo que ocurre con los fondos de inversión) pero en este caso a través de la creación de una sociedad anónima cuyo objeto social es invertir en activos financieros. Mediante este instrumento los accionistas de la SICAV tributan por las plusvalías una vez materialicen éstas, repartiendo dividendos o vendiendo las acciones con plusvalías al tipo establecido para las rentas de capital en España. Gozan de las mismas ventajas fiscales que los fondos de inversión con una tributación para los rendimientos y plusvalías de la sociedad del 1%. Las SICAV nunca cobran dividendos ni venden sus acciones, hechos imponibles en forma de plusvalías que estarían gravados con el 19% o el 21%. Lo que hacen son reducciones de capital, para recuperar parte de la inversión inicial, lo que está gravado al 1%. También están capitalizando las plusvalías por la vía de incrementar el capital de sus sociedades. En definitiva, aprovechan y aprovecharán todas las vías que les permite su armazón societario para no pagar impuestos como el resto de españoles.
Entre las normas que rigen las SICAV se encuentra el tener un número de accionistas igual o superior a cien individuos que sólo aportan su nombre a la sociedad (conocidos en el argot como socios de paja o “mariachis”) y que con frecuencia están muy relacionados –y no desinteresadamente- con el inversor que aporta la mayor parte del capital por lazos de subordinación, amistad familiares...
El profesor Rocafort ha señalado a Diario El Aguijón que “una gran parte de las élites financieras y de las grandes fortunas españolas tienen su dinero invertido en SICAV, y por tanto en un limbo seguro, fuera del alcance y supervisión de la Agencia Tributaria y pagando lo mínimo, mientras que el resto de los ciudadanos ve cómo le suben sus impuestos y paga una media de 35 veces más que esta nueva aristocracia del dinero que puede acceder a estos paraísos fiscales encubiertos”.
Por citar algunos ejemplos contrastados, son beneficiarios de las SICAV sujetos de corte progresista y de todos conocidos como Ana Rosa Quintana, Pedro Almodóvar, la familia Polanco o la ex ministra socialista Mercedes Cabrera; otras grandes fortunas de de la empresa y la economía española o de ámbitos como el político o el deportivo donde el dinero se gana fácilmente y en grandes cantidades. Más ejemplos son Emilio Botín, quien con los 250 millones de euros invertidos en Cartera Inmobiliaria ganó 25 millones de euros en 2009, por los que pagó sólo 144.000 en impuestos (sin llegar al 1% establecido por ley), Amancio Ortega, quien mantuvo hasta diciembre de 2010 dos SICAV por un total de 163 millones de euros; Alicia Koplowitz, quien tiene el récord de inversión con 473 millones de euros en Morinvest; los exjugadores del Real Madrid Roberto Carlos, Fernando Hierro y Fernando Morientes, con 2,4 millones de euros los primeros y 1,9 millones de euros el tercero de ellos en otras tantas SICAV (Roadsol Inversiones, Ferrosor Inversiones y Josa Inversiones) o el exbarcelonista Iván de la Peña, promotor de la la SICAV Peñasen y el histórico presidente del F. C. Barcelona, José Luis Núñez, con 154 millones de euros en la SICAV denominada NN2003.
En fin, un número incontable de españoles a quienes al amparo de una legalidad tan criticable y criticada como inmoral, podemos sumar, a modo de colofón, Santiago Herrero León, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, con 10 millones de euros en Cartera Andaluza SICAV; José Antonio Castro de Sousa, presidente de NH Hoteles, el arquitecto Ricardo Bofill; y, por no acabar sin el toque regio que de un tiempo a esta parte parece ser imprescindible en todos los escándalos y chanchullos del reino, S.A.R la infanta Doña Pilar de Borbón y Borbón, hermana del Rey y presidenta de la cooperativa de inversión Labiernag 2000, con 4,4 millones de euros, y en la que figuran como vocales dos de sus hijos: Beltrán y Bruno Gómez-Acebo de Borbón, cuya empresa ganó 392.000 euros en 2009, por los que solo tributó 931 euros, cuando el 1% preceptivo hubieran sido 3.920 euros.
El pasado diciembre, en una entrevista concedida a Fernando Villagrán, el profesor Rocafor afirmaba de las SICAV que son nuestras "cadenas fiscales". Las argollas ahora revisten la forma de la confiscación fiscal que padecemos mientras ellos, los amos de las grandes fortunas, viven en su mundo fiscal insolidario rodeados de lujos inmorales. A mí me gustaría tener para mi Nación otro tipo de dirigentes financieros, gente que ame a su país y a sus compatriotas. Los que hay ahora sólo piensan mayoritariamente en llenarse sus bolsillos con el esfuerzo y el sacrificio de las clases medias. Sin duda, estas valientes palabras vienen a dar la razón a Tamayo y Baus cuando afirmaba : “La piedra filosofal, buscada en vano por los alquimistas, ha sido al fin hallada por los tramposos; la piedra filosofal es el dinero ajeno”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO