
Jesús Domingo Martínez. Un claro ejemplo de que las primeras víctimas del auge del radicalismo islámico de los últimos años, el blanco fácil contra el que vengarse de Norteamérica son los cristianos es Irak: hasta medio millón de cristianos han huido desde 2003.
Su éxodo constituye una tragedia y disminuye una presencia que supone un factor de estabilidad irreemplazable, como demuestran diversas iniciativas locales a favor del diálogo entre facciones musulmanas impulsadas por los cristianos en varios países, incluidos Siria e Irak. Uno de los grandes errores de Occidente ha sido desentenderse de estas minorías cristianas.
Habría mucho que aprender de su diagnóstico. Pero además, en el mosaico de culturas que es Oriente Próximo, no es posible construir una convivencia pacífica si no se parte del respeto a las minorías.