
Teresa García-Noblejas
El anuncio realizado por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, de reformar la actual regulación del aborto en España presenta luces y sombras. Como explica Jaime Urcelay, «entre los aspectos positivos del anuncio cabe señalar que, de llevarse adelante la reforma, se rompería la cadena de falsos derechos y consecuencias de las leyes de plazos que hemos visto desarrollarse con la actual ley de aborto libre. La consecuencia es que la vida del nasciturus estará más protegida y serán más efectivas las ayudas que se puedan ofrecer a la mujer desde las consultas de atención primaria. Además, los médicos no podrán ser presionados ni se les exigirá el aborto como ejercicio de un derecho y como acto médico. Además, la nueva legislación podrá propiciar el actual Código Deontológico de la Organización Médica Colegial que obliga a los médicos a informar sobre el acceso y derivación al aborto, incluso para los médicos que se declaren objetores. Esta lamentable situación convierte al médico de atención primaria en colaborador necesario para abortar.
Otro aspecto positivo del anuncio de Gallardón, según Urcelay, es que todo discapacitado tendrá el derecho a la vida y no se le eliminará a causa de sus características físicas o psíquicas. Tampoco se enseñará el aborto en las facultades de Medicina como obliga la actual normativa.
Entre los aspectos negativos del anuncio del ministro de Justicia cabe señalar los siguientes:
«La reforma de la ley del aborto no puede aplazarse más; no queremos más anuncios ni propósitos; necesitamos hechos reales. Hoy la ley permite asesinar inocentes y no existe de hecho la objeción de conciencia para todos los profesionales que intervienen en los diferentes momentos que conducen al aborto, lo cual convierte en la práctica nuestro ordenamiento en un sistema totalitario encubierto, ya que prima el derecho del fuerte sobre el indefenso y la libertad de conciencia no la pueden ejercer todos los profesionales implicados», concluye Jaime Urcelay.