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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Se reedita la mejor versión de "juventud" de Joseph Conrad, por Juan Manuel Alesson

"Me encerré en una torre en la Sierra de Madrid, y traduje y estudié el libro"

Elena Gutiérrez Espasandín. Juventud, reconocida universalmente como una de las mejores narraciones de Joseph Conrad, acaba de salir a la luz en una nueva edición en castellano, cuidadosamente editada por Galland Books. Pese a su brevedad -el libro se lee en poco más de una hora-, pocas historias que tengan el mar como protagonista logran enganchar tanto al lector como este pequeño volumen de no más de 80 páginas. En Juventud se dan cita todos los elementos que requiere una aventura en el mar. En la cubierta del libro se lee: “El mar, en Juventud, lo es todo. Es el elemento que configura el temperamento y la existencia de los marinos. Es la medida del carácter, el valor y la aptitud profesional de unos hombres a quienes cambia siempre la vida. La fascinación de esta novela magistral se debe a sus protagonistas: los sueños de la juventud, un viejo velero, un viaje, el océano y la prodigiosa aventura que los acompaña”. Hemos estado conversando con Juan Manuel Alesson, el traductor de esta historia. Y esto es lo que nos ha contado.

P- ¿Cómo se le ocurrió ponerse a traducir un libro que ya había sido traducido anteriormente en varias ocasiones?

R- Es una historia que me ha apasionado desde que era un adolescente, desde la primera vez que la leí. La emoción que me produjo este libro desde esa lectura no hacía más que intensificarse, a medida que pasaban los años y repetía esa experiencia. De pronto, sentí que debía traducir el libro. No admitía demora. Era, a otro nivel, como una vía de agua en un temporal. Conrad dice en Juventud que “una vía de agua mala es algo inhumano”. Coincidió entonces que un gran amigo, Santiago Velo de Antelo, me regaló una preciosa edición de Youth que había encontrado en Roma. Era la señal. Dejé lo que estaba haciendo, me encerré en una especie de torre en la sierra de Madrid, y traduje y estudié el libro, y cuanto lo rodeaba. Después he tardado diez años en publicarlo. Estuvo guardado en un cajón todo ese tiempo. Esperando. Como esperan algunos barcos amarrados a los muelles de los puertos.

P- Esta obsesión que acaba de describir, ¿ha desaparecido o se ha modificado por el hecho de traducir y publicar el libro?

R- Más que una obsesión diría que era una necesidad. No me pregunte de dónde surgió. Hay otros libros de Conrad que amo y admiro tanto como Juventud, pero esta sensación de traducir algo sólo la he tenido con esta historia y con los poemas de Byron. En realidad, resulta inexplicable. A Juan Benet le gustaba mucho Youth...

P- Usted dice en el capítulo de agradecimientos que, para traducir un libro como éste, hay que conocer antes el mundo de los barcos…

R- Sí, obviamente. Considere esto: si para escribir una historia única como es Juventud fue necesario que un excelente marino como Conrad, tomara la pluma y creara esta narración totalmente biográfica donde, además, el barco se erige en protagonista, es el corazón de la historia, ¿cómo podría el traductor hacer una versión sin saber a su vez algo de barcos? Parece lógico, ¿no? Un barco de vela de mediados del siglo XIX es un universo muy específico. Si uno no ha navegado antes en veleros, necesariamente acabará perdido a bordo, acaso con la sensación de estar dentro de un laberinto absurdo, y lo que es peor, corriendo el serio peligro de hacer el ridículo ante sus lectores. No obstante, todos podemos equivocarnos. Conrad, de vez en cuando, usa términos endiablados que son pura jerga de los marinos del XVIII. Le aseguro que no es fácil.

P- Ya para acabar, ¿qué le diría a los potenciales lectores de este libro?

R- Si están interesados o, bien, conocen algo o mucho del mar, y su sensibilidad no le hace ascos a la extraordinaria prosa de Joseph Conrad, entonces subir a bordo del Judea y formar parte de la tripulación de ese velero no va a dejarlos indiferentes. Y hasta les auguro que es muy probable que no puedan deshacerse ya de esa experiencia. Esto podría garantizárselo. En otro caso, si antes no han vivido de cerca el mar de los veleros, ésta sería una forma maravillosa de dejarse fascinar por todo cuanto Juventud atesora. Les diría que no tengan miedo y que suban a bordo.