
Los revolucionarios franceses cambiaron el calendario, haciendo coincidir el comienzo de los tiempos –el año I- con su revolución. Así es que hoy –con el permiso del emperador- le cabe el honor al calendario revolucionario de ser el protagonista del día, porque un día como hoy Napoleón se hizo con el poder, en lo que se conoce como el golpe del 18 de Brumario, fecha que se corresponde con el 9 de noviembre de 1799. El nuevo calendario tenía 12 meses y cada mes tres décadas, ya que desaparecían las semanas, y de ese modo el domingo pasaba a ser un día laborable y de un día laborable –el décimlo- se hacía un día festivo. Los meses pasaron a denominarse según los efectos de la climatología: Noviembre se cambió por Brumario (mes de las brumas) y Diciembre por Nivoso. Los días dejaron de designarse por el nombre de los santos para llamarse coliflor, lechuga, acelga y lindezas por el estilo en el colmo de la cursilería. Todo –según decía el decreto del modo más hipócrita- “para impresionar la imaginación con los nombres e instruir mediante la naturaleza”. Así por ejemplo el día 1 de nivoso –correspondiente al 21 de diciembre- comienza la serie mineral: el día 1 turba, el 2 carbón, el 3 betún, el 4 azufre, pero la serie de minerales se interrumpe en el día 5 que correspondía con la Navidad y en ese día los revolucionarios instituyeron el día del perro, en clara afrenta blasfema contra El Niño Dios Encarnado. Todo para arrancar de las conciencias hasta el mínina referencia religiosa y construir una sociedad contra Dios, conculcando el primer deber de justicia de los hombres que es rendir culto a Dios. Y al día de hoy la pereza intelectual de algunos profesores sigue reduciendo la enseñanza de la Revolución Francesa a tres conceptos: Libertad, Igualdad y Fraternidad.