
José Luis Orella. La España de hoy es una nación que se va convirtiendo en plural por el número de inmigrantes que recibe, pero, sin embargo, olvidamos a algunos de nuestros más eminentes “extranjeros” que nos ayudaron a ser como somos. Uno de aquellos exiliados políticos, que encontraron en nuestro país el hogar que les era negado en su suelo patrio. Este pequeño homenaje es para dar a conocer a alguien que se nos fue a primeros de este mes.
Casimiro nació en 1922 en Szczakowa, cerca de Cracovia. Participó en la Segunda Guerra Mundial, como miembro clandestino del Ejército Secreto Polaco contra la ocupación alemana. Cuando terminó la guerra, perseguido por los comunistas, se exilió a Suecia, de donde, con una beca de Pax Romana, pudo llegar a España. En aquel momento, el gobierno española instauró un Colegio mayor, el Santiago Apóstol, cercano a la Universidad Complutense, para alojamiento de centenares de jóvenes exiliados de la Europa ocupada por los soviéticos. Aquellos jóvenes podían terminar sus estudios en España y rehacer sus vidas, en nuestro país o en América. Casimiro Tylko, fue uno de aquellos residentes que supo enriquecer la vida española y la polaca en el exilio, a través de sus iniciativas culturales. En la música, fundando coros con e resto de estudiantes, y a nivel deportivo, introduciendo el voleibol, disciplina desconocida en nuestro país. Tylko fue el fundador de la sección de voleibol del Real Madrid, consiguiendo dos campeonatos nacionales para su equipo. Al mismo tiempo, desarrolló su vida profesional en el INEF, donde participó y dio madurez a los medios de prensa deportiva especializada. A través de su especialidad deportiva, no dejó de participar en la Revista Ilustrada Polonia de la comunidad exiliada polaca en España. También participó en Radio Nacional de España, en sus programas de lengua polaca, y en als actividades de la Misión Católica del P. Walorek. De esta época consta su gran amistad con el poeta José Łobodowski, uno de los pilares de la cultura polaca, y epicentro de ésta en la pequeña comunidad polaca residenciada en España. Casado con Amelia Bolivar, supo ser el hilo que unió en un sano equilibrio a su madre Patria con su hogar de adopción. Figura del deporte, de la divulgación de la cultura de su país, héroe de guerra, y finalmente, gran amigo, abierto siempre a nuevas amistades. Junto al representante polaco de entonces, conde Potocki, supo ayudar a los numerosos refugiados que llegaron en los años cincuenta a España. Y después de la caída del Muro, recibió numerosas condecoraciones de las autoridades de una Polonia libre. También del propio Papa, Juan Pablo II, con quien compartía una gran similitud biográfica, al ser originarios de la región cracoviana en los mismos años, y con experiencias parecidas, como la muerte temprana de sus madres.
En sus últimos años, Casimiro, conservó el interés por la cultura, sirviendo de centro de una tertulia de poetas y escritores polacos, y de españoles enamorados de los espacios eslavos, que recorrían los lugares donde él y su amigo Lobo, reían, recordaban y robaban sus ideas a las musas del saber. Ahora Jerzy, Lech y Gregor mantienen la llama del esqueje polaco bajo el sol español.