
Vicente Díaz de Villegas y Herrería.
Este verano ha sido especial. Antes del inicio del verano mi hija me dijo que mi nieta Juana quería hacer el camino de Santiago conmigo, su abuelo. Le contesté que sí y según me comentó mi hija mi nieta se puso muy contenta.
Hace tiempo, mas de 15 años, que no hago nada fisicamente de forma regular. Consciente del esfuerzo a llevar a cabo y de las posibles rozaduras en los pies, me compré unas botas cortas baratas en el Corte Ingles y madrugué para andar durante un par de semanas una hora, 2, 3 y 4 horas. Las botas tuvieron un fallo y se abrieron las llevé a la tienda y como no había el mismo numero opté por seguir con ellas ya que las tenía domadas. Al volver me dieron unas nuevas.
De Las Rozas mi mujer y yo nos fuimos a mi pueblo, Santoña, a pasar 15 días disfrutando del mar esmeralda en la “piscina del pasaje” y en Berria”, del paisaje, de la familia, de los amigos y de la gastronomía.
Llegó mi hija con mis nietas y empezamos a andar, mi nieta de 11 años y yo equipados para ser identificados en los tramos de carretera. Hicimos durante varios días, varios tramos del camino de Santiago desde Santoña, hasta llegar a 5 horas andando. Al cabo de 2 horas parábamos 5 minutos para tomar un poco de embutido y agua. Aunque hacía calor al empezar pronto siempre nos sobró agua o Acuarius.
El último día que estuvimos andando durante 5 horas pasamos por el Brusco, Noja y Ajo camino de Güemes.
Llegó el momento de la peregrinación, salimos de Madrid comimos en Tuy y dormimos en Pontevedra. Al día siguiente temprano, el 4/8, nos fuimos a Tuy a empezar el llamado camino Portugués desde España.
El camino estaba muy bien señalizado en todo momento advirtiendo de la distancia a Santiago y de algunos tramos complementarios para evitar el asfalto y gozar de la cobertura de la vegetación. En los diferentes tramos hasta Santiago el camino estaba cubierto sobre todo de eucaliptos, robles, pinos y algunos tramos atravesando pueblos y otros con campos y parras.
Durante el camino nos encontramos con numerosos grupos de amigos o familias de diferentes países del mundo, desde Australia pasando por Taiwan, Corea, Suiza, Polonia (monja dominica con dos señoras y un sacerdote sólo), EEUU, Méjico, Portugal,…Parte de los caminantes eran turisperegrinos y meditadores andando en un bonito entorno, coleccionando sellos de paso, y parte de las otras personas eran de peregrinación cristiana. Nuestro caso era de peregrinación cristiana. Varias personas que nos preguntaban la edad, 11 y 77, le decían a mi nieta que de mayor tendría un bonito recuerdo. Para mi también era un regalo. El ambiente era bueno y había bastantes bares para poder tomar un refrigerio.
Mi nieta se distraía acariciando a todos los animales que encontrábamos principalmente gatos y cabras. También en los diferentes puntos de recuerdos a modo de altares improvisados con estampas de Vírgenes y de Jesús y con lazos. Yo procuraba al cabo de un momento continuar para llegar. También comimos alguna mora.
Cada día, al cabo de cierto tiempo, mas de una hora de empezar, cuando le parecía a ella rezábamos el Rosario con los misterios de cada día y un día rezamos todos los misterios, cientos de rosas a la Virgen. Cada misterio lo ofrecíamos por alguna causa: los enfermos, las almas del purgatorio, la paz , la familia,…
Al final tras consumir las etapas desde Tui, pasando por, Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas y Padrón, el 9/8 tras 27 km y 119 en total, llegamos a Santiago. Mi nieta iba delante como una jabata.
En Santiago rezamos en la tumba del Apóstol junto a unas monjitas de Madre Teresa.
Mi mujer, la abuela que no podía hacer el camino por su espalda, fué nuestro apoyo logístico recogiéndonos al terminar cada etapa y llevándonos al empezar la siguiente.
Cada día en esta España nuestra nos duele tanta maldad, corrupción e incompetencia.
Este camino de paz, con el futuro que representa mi nieta, ha sido un bálsamo de alegría y felicidad por el que doy gracias a Dios.
Vicente Díaz de Villegas y Herrería
Abuelo Español