Manuel Parra Celaya. No vale confundir ñoñerías con niñerías, por favor; esta segunda palabra se refiere a cosas de niños, que suelen ser muchas veces simpáticas y graciosas, aunque a veces ciertamente molestas, pero disculpables por la ingenuidad que las preside.
Ñoñerías aparece en el diccionario de la RAE como “acción o dicho propia de persona ñoña”, y esta viene definida como “apocada o de corto ingenio”; si se refiere a objetos inanimados, es equivalente a algo “soso, de poca sustancia”. En cuanto a las posibles sinónimas, aparecen los términos “apocado”, “asustadizo”, “remilgado”, “melindroso”, y también “gazmoño”.
Me está rondando por la cabeza otra palabra: “cursi”, que, en lo referente a sinónimos, coincide en lo de “remilgado” y, a renglón seguido, “afectado”, “amanerado”, “ramplón” o “vulgar”. Francamente, no sé a qué atenerme, y me explicaré el motivo; lo cierto es que eso de las palabras relacionadas que emplea la Psicología no parece haber funcionado en este caso…
Este preámbulo lexicológico no pretende ser una muestra de pedantería o de erudición, en absoluto, y quizás viene a cuento. precisamente por todo lo contrario: mi ignorancia sobre muchos aspectos de la realidad que me envuelve socialmente. Iba leyendo en la prensa diversas noticias de festejos en pueblos españoles, ciudades y Comunidades Autónomas, indistintamente gobernadas por el PSOE o por el PP, y me sorprendió la unanimidad en que, en todas las ocasiones, se habían instalado “puntos lilas” y “puntos arco iris”; todo ello, evidentemente, de obligado cumplimiento.
Incluso, me ha llegado una onda -lejana- de que situar esos “puntos” es preceptivo en campamentos y actividades de tiempo libre infantil y juvenil; es decir, que donde antiguamente se situaba una tienda de campaña o barracón para que el médico o sanitario atendiera a los chavales (o, en mis lejanos recuerdos infantiles, la tienda de campaña del Capellán, junto a la ermita o iglesita) ahora deben constar, convenientemente señalizados, los “puntos” susodichos.
Me barruntaba, de entrada, lo que podía ser, pero quería asegurarme, y, por ello, eché mano del omnisciente Google, que corroboró mis sospechas; el texto decía así: “Son lugares destinados a la seguridad de las personas del colectivo LGTBIQA+ (me quedé confuso en cuanto a diversas letras del listado), así como espacios de apoyo, orientación, sensibilización, prevención de violencia y de concienciación sobre información que tiene que ver con esta población”.
Me pareció que quedaba suficientemente claro de que se trataban esos “puntos”, pero la larga definición que me proporcionaba mi ordenador me volvía a plantearme otras dudas: lo de “apoyo” me perecía evidente y diáfano, y con más razón aun ya que los dos partidos mayoritarios (que quiere decir que representan a muchos ciudadanos) estaban de acuerdo; pero ¿se refería lo de “orientación” a una mera información sobre dónde estaban los puestos de refrescos o las atracciones?. Si era así, muy lógico, pero, si se trataba de orientar en cuanto a la personalidad, deduzco que cada punto estaría dotado de psicólogos especializados.
Igual me ocurrió con lo de “sensibilización”: ¿se refería a los miembros de ese respetable colectivo o a la población en general?; en este segundo caso, me olía a puro adoctrinamiento woke. Bien está también lo de “prevención de la violencia”, mas ¿no bastan las policías (nacional, autonómica, municipal…) y los servicios de seguridad internos de los eventos para impedir que opositores agresivos conculquen las normas elementales de respeto a cualquier persona?; me imagino una queja cualquiera: “¡Oiga, ese señor de allí me ha llamado zapirón…!”. “!Pues denúnciele…! Me parece demasiado pueril y exagerado. Así las cosas, los “puntos” susodichos me huelen más a los “safe space” (espacios seguros en los campus universitarios estadounidenses, en los que se persigue de forma implacable todo aquello que pueda dañar la sensibilidad o provocar traumas a determinados alumnos).
Leído todo esto y repensado, estoy por cambiar el título del artículo y dejarlo en Cursilerías, pues lo de cursi puede relacionarse (otra vez echo mano al diccionario) con “sandez” o “tontería”, o quizás “gazmoñería”, que suena más apropiado.
Con todo respeto a las personas, tanto a las que se contienen en esos colectivos como a las que no, creo que la existencia de esos puntos van a provocar un cierto desprestigio, y en lugar de lograr una inclusión, más bien provocarán exclusión, pues sitúan a quienes se dirijan a ellos como personas raras o extrañas, que precisan constantemente ser apoyadas, orientadas, sensibilizadas y protegidas de los mil y uno homófobos (¿no se dice así?) que pululan por una sociedad que, en todo caso, no estaría suficientemente adoctrinada, a pesar de todos los esfuerzos que vienen haciendo los partidos mayoritarios.
.